"Tu piropo me molesta", "No opines sobre mi cuerpo", "Queremos ser libres, no valientes", mensajes como estos empezaron a aparecer este fin de semana en los alrededores de la Terminal de Omnibus como parte de una campaña que desarrollaron las mujeres de la vecinal Maradona para concientizar sobre el acoso callejero y cómo condiciona la vida de las mujeres y disidencias desde la niñez.
La movida coincidió con la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, una fecha en la que numerosos países llevan adelante iniciativas para visibilizar este tipo de situaciones como una manifestación de violencia sexual y machista. El acoso callejero tiene lugar, sobre todo, en los espacios públicos, y que estos pueden resultar hostiles para mujeres y niñas, afectando su derecho a caminar libres y seguras por las calles o en el transporte público.
En Rosario, el acoso callejero está sancionado en el nuevo Código de Convivencia. La norma establece distintos tipos de penas a quienes en la vía pública “profieran insultos mediante gritos, o realicen señas, gestos o ademanes de provocación con el objeto de incitar, maltratar, acosar, turbar, intimidar, menoscabar psicológicamente o inferir agravio a cualquier persona”.
Una encuesta de la organización Mumalá, realizada hace tres años, permitió medir la magnitud de un problema que muchas veces aparece naturalizado: entre 800 mujeres consultadas, nueve de cada diez dijo haber sufrido alguna forma de acoso callejero, el 81% se sintió insegura en la vía pública, particularmente las mujeres, adolescentes, niñas y feminidades trans de entre 15 a 19 años.
El 76 por ciento de las consultadas dijo sentirse más insegura de noche por la poca iluminación, por zonas poco transitadas o por la presencia de varones desconocidos, lo que les producía miedo a ser agredidas o atacadas sexualmente. Como consecuencia, nueve de cada diez mujeres dijo que elude pasar por lugares oscuros, el 72 por ciento prefiere no tener contacto visual con desconocidos y el 54 evita usar ropa llamativa, en tanto el 81 por ciento toma rutas alternativas para reducir riesgos.
>>Leer más: Una campaña para concientizar sobre el acoso callejero, que pronto será motivo de multa
Romper el silencio
Melisa Herrero es miembro de la comisión directiva de la vecinal Maradona que el último 8 de marzo estrenó su comisión de género. Por primera vez, en el último Día Internacional de la Mujer Trabajadora, las mujeres del barrio Agote marcharon todas juntas, con una bandera que las identificaba.
"El acoso callejero nos afecta en nuestra vida diaria. Cuando vamos en el colectivo, cuando caminamos por la calle del barrio o cuando entramos a un comercio", señala Herrero, al mismo tiempo que advierte que muchas veces esta forma de violencia "se encuentra naturalizada".
Por eso, dice, "es necesario hablar del tema". Con esa consigna, el domingo pasado unas 20 mujeres del barrio se juntaron en la plaza de las Américas para compartir sus experiencias. Todas las tenían. "Les habían dicho algo que las hizo sentir incómodas o las habían mirado de una forma que las atemorizó y las hizo cruzar de vereda o las habían rozado en el colectivo", recuerda la integrante de la vecinal.
Tras la charla, adultas, adolescentes y niñas pintaron los letreros que colgaron en comercios y espacios públicos del barrio. La mayoría recibía bien los mensajes que insistían sobre el derecho de las mujeres a caminar libres y seguras por las calles.
Un modelo a desarmar
"Lo que nos propusimos fue abordar las microviolencias que se viven a diario en el barrio, desde las más brutales como los ataques sexuales, hasta las más sutiles", resume Claudia Daz, docente, integrante del área de Género de Amsafé y Coad y vecina de barrio Agote.
Daz recuerda que la oportunidad de reunirse para abordar estos temas surgió después de que una vecina contara en el grupo de Facebook de mujeres del barrio que un hombre había seguido varias cuadras a su hija. "Muchas coincidimos en que no hay muchas campañas ni acciones de formación en igualdad de derechos, por eso decidimos tomar el tema desde la vecinal".
Para la docente, tienen una larga tarea por delante. "Es uno de los temas que se aborda entre las propuestas de la Educación Sexual Integral (ESI) pero lamentablemente aún en muchas escuelas su implementación depende de la voluntad de las docentes o del equipo directivo", advierte.
En lo inmediato, los carteles que distribuyeron el domingo por el barrio "fueron una primera acción colectiva para visibilizar y reflexionar sobre el tema", señala y aspira a que en un futuro "pueda generarse un espacio para generar vínculos y redes que nos permitan protegernos entre nosotras".
Las mujeres de barrio Agote ya dieron el primer paso.