“La hierra” fue la última obra que María Obligado presentó en el Salón de París, en 1909, y es parte de las piezas y el mobiliario que donó al Museo Histórico Provincial y fueron trasladas al edificio desde su casona a orillas del Paraná, en Ramallo. Aunque desde siempre estuvo inventariada entre el patrimonio, a mediados de los 60 la obra de más de cuatro metros se trasladó a préstamo y sin papeles al centro tradicionalista Instituto Martín Fierro, de donde nunca regresó.
Incluso señalada en la pared con una marca de puntos, fue la gran ausencia en 2019 durante la retrospectiva que reunió sus pinturas y le hizo justicia, desempolvando detrás de la figura de su afamado hermano, el poeta Rafael, su propia trayectoria como artista a lo largo de los siglos XIX y XX. Ahora, a más 50 años de esa historia, un acuerdo entre el museo y el espacio cultural tradicionalista permitirá recuperarla y devolverla al lugar donde ella la quiso, el Museo Marc.
Georgina Gluzman, curadora de la muestra de 2019 y que repuso el año pasado la obra de Obligado en el Museo Nacional de Bellas Artes en la muestra Canon Accidental, donde reúne la obra de mujeres artistas de Argentina entre 1890 y 1950, afirma en una de sus publicaciones que María “ha permanecido marginada de esta historia heroica de argentinos que conquistan París”.
Tal es así que “La hierra” fue la última de otras tres obras que la artista presentó en París, la ciudad que fue centro de su vida y donde pasaba gran parte del año cuando no estaba en “su castillo”, un caserón sobre el Paraná cercano a la estación del ferrocarril El Paraíso, en la provincia de Buenos Aires, donde vivió junto a su esposo, el poeta y crítico de arte Francisco Soto y Calvo, entre miles de obras de artes, una pinacoteca de carácter privado, enormes bibliotecas y algunos muebles históricos pertenecientes a personajes relevantes de la historia nacional como José de San Martín y Deán Funes, entre otras personalidades.
image (90).png
La marca de puntos en la pared durante la retrospectiva de 2019 que marcó la ausencia de la obra en el museo.
Parte de ese atractivo patrimonio cultural, entre las que estaban las piezas de su propia producción, fue tras una visita de su amigo Marc y del entonces ministro de Fomento, Ricardo Foster, que decidió legar al Museo Julio Marc antes de morir.
En ese momento estableció una única condición: que el edificio del parque se terminara de construir en menos de un año y medio.
Ese importante gesto, más que una condición, fue un guiño a Marc, que logró de esa manera terminar los trabajos del inmueble actual, del que María se convirtió en una de las primeras donantes. Un retrato de María, que Marc nunca retiró de su oficina, fue el gesto de su amigo en señal de cercanía y agradecimiento.
La salida de "La hierra"
Sin dudas, María Obligado ya era conocida en los salones franceses. Había presentado en 1901 “San Martín en el túmulo funerario”, una obra expuesta en el museo en 2019; “Angustia”; y en 1909, a poco del aniversario de la Revolución de Mayo, llevó “La hierra”, una valiosa pieza que los especialistas se encargan de destacan por su gran tamaño —acorde a las proporciones de esos salones—, pero con una temática inusual: una escena costumbrista de una jornada de marcación de ganado en un campo argentino, elaborada con una destreza técnica que todos los especialistas destacan.
Esa obra estuvo expuesta en la ciudad de Rosario en el museo hasta la década del 60, que fue prestada de manera “informal”, como se encarga de puntualizar el director, Pablo Montini, al Instituto Martín Fierro, por una relación de amistad que por entonces mantenían el propio Marc con ese reconocido espacio de propagación y difusión cultural.
El resto de la historia y cómo “La hierra” logrará en pocas semanas volver al museo ubicado en el corazón del parque Independencia, la cuenta Gloria Sánchez Almeyra, actual vicepresidenta del instituto, museóloga y descendiente de quienes por entonces estaban al frente de ese destacado instituto.
Allí, en esa sede de calle Laprida 1419, por más de 50 años, estuvo expuesta en uno de los salones y allí, en criollo, todos la siguen llamando en su cotidianeidad “La Yerra”.
image (92).png
María Obligado, "marginada de esta historia heroica de argentinos que conquistan París", como escribió la investigadora Georgina Gluzman.
La historia del retorno
Más allá de los vínculos que a lo largo de los años se sostuvieron entre el museo y el Instituto Martín Fierro, Sánchez Almeyra reconoce que, desde los 60 hasta ahora, “nunca se blanqueó esa situación” y de hecho, como vicepresidenta, señala que en la entidad no hay un solo papel que registre ese préstamo.
Las dificultades que el espacio por el que pasaron desde Atahualpa Yupanqui hasta Eduardo Falú ya venía arrastrando se agravaron con la pandemia y fue necesario pedir ayuda al municipio. “Cuando dimos ese paso, pensamos que nada podía hacerse sin avisar al museo y vimos la posibilidad de devolver la obra, y de blanquear y sacar a la luz esta historia”, señaló.
Así, abogados del instituto, la Asociación Amigos del Museo Julio Marc y la dirección del museo firmaron esta semana un convenio por el cual se concreta el retorno de “La hierra” al edificio del parque, junto al resto de la colección de María, un traslado que implicará un arduo trabajo previo para desmontar la obra de 4,43 x 3,21 metros. Quedarán por delante varios años de restauración.
“Yo estoy convencida de que el patrimonio no es solo nuestro sino de la comunidad, y por eso vale la pena trabajar en su perdurabilidad, porque nos trasciende y permanece contando historias”, afirma Sánchez Almeyra, marcando el sesgo de una nueva generación en el espacio que más de una vez la obligó a enfrentar alguna resistencia.
Así y todo, está convencida y quiere cumplir con el deseo de María Obligado de que su obra esté en el museo. Aunque aclara: “Nunca estuvo arrumbada y lejos de la gente, siempre fue parte de este lugar y todos los que pasaron por Martín Fierro, conocen «La Yerra», como le decimos acá, en criollo”.