¿Quiénes fueron estas mujeres anónimas que bailaban y enseñaban el flamenco en Rosario? ¿Quiénes eran estas maestras que se transformaron en los años de la posguerra española, y más adelante en el tiempo, en las mayores difusoras de la cultura andaluza en la ciudad? Escondidas quizá tras los gestos de Carmen Amaya, que ya habían hecho del flamenco casi un universal, estas "bailaoras" sostuvieron en Rosario ese patrimonio intangible. En busca de esas historias fue el investigador, docente y crítico de danza rosarino Gabriel Vaudagna Arango. Este viernes, por primera vez, esa mirada rosarina del flamenco se contará en Sevilla, España.
Autor del libro “El Vito. La construcción de un símbolo flamenco”, Vaudagna Arango fue uno de los latinoamericanos invitados a España a participar del Primer Congreso de Flamenco en América Latina (Fla/Amex) que se realiza en Sevilla, organizado por la Escuela de Estudios Hispano Americanos y la Universidad Pablo de Olavid de Andalucía. Se presentarán investigaciones sobre el desarrollo del flamenco en Argentina y México desde 1939 hasta el final de los años 50.
Llevar hasta allí la historia del flamenco rosarino no es nada menor, sobre todo si se trata, como contó el investigador a La Capital desde Sevilla, de "la primera vez en la historia que las instituciones andaluzas, la Universidad y las escuelas de estudios miran a Latinoamérica y convocan a un equipo de investigadores para ver qué pasó durante la posguerra con el flamenco en esa parte del mundo".
Y razones sobran. “Hay más de la cultura española en Rosario de lo que podemos creer, no solo sus edificios o teatros, o lo vinculado a las colectividades, sino costumbres propias de la gente. Incluso cuando se funda la ciudad desde la idea del Pago de los Arroyos, ya el 70 por ciento de la población era española”, afirma el investigador.
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"Por fuera de Sevilla y Andalucía hay otros artistas y gente que también se han dedicado al flamenco, que estudian, cantan, bailan e investigan", dice Vaudagna Arango, encargado ahora de contar lo que pasó en Rosario.
Las maestras, un homenaje
Entre las hipótesis de trabajo del investigador y coreógrafo se alista la que señala que fueron los inmigrantes españoles de principios del siglo XX los que habían introducido la danza a la ciudad. Sin embargo, hurgando en la historia descubrió que hubo bastante más que eso y que incluso entre los pilares de la danza estuvieron "las maestras, muchas de ellas hijas de españoles o españolas, aunque muy pocas andaluzas".
Ciertamente por décadas el lugar de exposición de la danza fueron las fiestas de las romerías tradicionales en la ciudad. Y fue recién entrado los años 20 y 30 que las compañías de flamenco españolas comenzaron a hacer pie en Rosario en los clásicos teatro Olimpo, La Comedia y el que después sería El Círculo; así la danza se convirtió en un producto a difundir y proliferó su enseñanza.
"Allí surge la pregunta de quiénes eran esta mujeres anónimas que bailaban y enseñaban, y que se transformaron con el tiempo en las mayores difusoras de la cultura andaluza en la ciudad", se pregunta Vaudagna Arango, que pasó once meses siguiendo sus rastros entre los archivos de diarios, en programas de teatro ante la inexistencia de un archivo de estas profesiones o incluso registro de las escuelas oficiales de danza que tuvo la ciudad.
Encontrarlas fue un desafío. El investigador logró dar con algunas de ellas, incluso una aún viva que pudo contar su historia en primera persona. Son mujeres que actualmente tendrían entre 87 y 95 años, y aunque costó, encontró algunas maestras o sus hijos mayores, quienes le fotografías, historias y archivos personales para reconstruir esas memorias.
Alcira Cassini Moran es una de ellas. Vive en Rosario, donde se la conoció como Marujita, La Cartujana. A su historia se suman la de Encarnación Lozano, Haydeé Beltrandi, Marta Aldasoro, Amanda Hamelin, Susana Olivé, Elba Tellería, Elsa Pastrana y Juanita Soto Ferreira. Ellas son algunas entre tantas que "hicieron de la danza y la docencia su forma de vivir", señala el investigador, que además de alguna manera hace de su registro un homenaje a ellas.
"Eran sobre todo mujeres porque ciertamente no aparecen registros de varones, los bailaores son en general artistas de paso por la ciudad, así como los guitarristas, músicos y cantaores que además cuando tenían cierto nivel de éxito se iban a Buenos Aires a España, mientras que ellas se quedaban en sus propias escuelas o academias sosteniendo esa enseñanza de la danza", cuenta.
El impulso del peronismo
Más allá de los nombres propios y los homenajes, el especialista y director en la ciudad de una compañía de baile señaló que fue a partir del peronismo que la actividad logró un envión único a partir de lo que llamó "la construcción de una identidad nacional diferente".
"Lo que empieza a pasar en Rosario, pero también en otras ciudades del país, a través además de los acuerdos con España, es que las políticas culturales apuntan a difundir el folclore conjuntamente con las danzas españolas -agrega-. Así es que sobre todo desde 1947 tenemos en Argentina mucha danza española y folclore asociados tanto en las academias como en las escuelas".
Para el investigador, es en ese proceso de fuerte difusión donde aparecen estas bailaoras y maestras ya nacidas en Rosario, algunas hijas de españoles, aunque pocas andaluzas.
"Eso configura un tipo de flamenco diferente con todas esas maestras que montaron sus academias durante loas años 50, incluso siendo muchas de ellas muy jóvenes", señala.
Los 60 y los 70, en tanto, "van a encontrar al flamenco en Rosario con una identidad propia". En una ciudad donde los tablados y la especialidad no eran una rareza y las instituciones ya contaban con sus ballets oficiales.