Billiken -revista semanal creada por Constancio C. Vigil en 1919- y Croniquita -suplemento dominical del diario Crónica, creado por Héctor Ricardo García en 1963- eran de fácil acceso, bajo costo y tenían una amplia escala de circulación en los hogares y colegios argentinos. Además de entretener, servían de elemento educativo, pues seguían de cerca el calendario escolar y respondían a las demandas de los maestros y profesores en las aulas. A 40 años de la guerra de Malvinas, se puede afirmar que organizaban sus contenidos en forma mixta, entremezclando juegos, historietas y curiosidades con fichas informativas, fotografías, cuadros, mapas y láminas. Sus páginas a color y la calidad de sus ilustraciones las convirtieron en un valioso material didáctico que acompañó a generaciones de argentinos.
En los 74 días que duró la Guerra de Malvinas (2 de abril al 14 de junio de 1982), Billiken y Croniquita malvinizaron sus contenidos. Siguiendo las directivas informativas de la Junta Militar, utilizaron recursos artísticos, discursivos y literarios para generar en los más chicos una opinión favorable a la guerra. La movilización cultural fue una estrategia común en los conflictos del siglo XX, empezando con la Primera Guerra Mundial. Los gobiernos exaltaban creencias y valores colectivos, basados en el nacionalismo y el patriotismo, para fomentar el odio al enemigo, elevar la moral de la sociedad y mantener su adhesión hacia el esfuerzo bélico.
Las diferentes secciones y apartados de Billiken y Croniquita buscaron enseñarles a los niños sobre la historia de las Islas, su flora y fauna, la usurpación británica de 1833 y los firmes y reiterados reclamos que desde entonces llevó la República Argentina ante la comunidad internacional. Por su parte, también utilizaron estrategias discursivas para movilizar en los lectores sentimientos afines a la Guerra. Mediante conceptos tales como patria, nación o soberanía, resaltaban la nobleza y la justicia de una causa que, a todas luces, presentaban como una verdadera cruzada nacional.
Billiken: coraje, valor y sacrificio desde la historieta y el color
La revista Billiken se dedicó a la Guerra de Malvinas mediante números extraordinarios y recursos gráficos de alto impacto, como historietas e ilustraciones a color. De ese modo, se cubría el desarrollo de las operaciones en el frío Atlántico Sur, mediante un formato y lenguaje entendido y consumido por la comunidad infantil. Las historietas fueron un puente que acercó la guerra a los lectores, aunque ese puente estuvo sumamente tamizado y condicionado por el aparato de censura y el control informativo de la Junta Militar.
Resultaría obvio señalar que no existe ningún proceso de comunicación que no tenga un componente persuasivo. Toda información parte siempre de una intencionalidad. En ese sentido, las historietas no son neutras y portan signos que transmiten sentidos concretos.
Las historietas de Billiken mostraban la guerra desde una mirada épica, con escenas de combate que enaltecían la valentía y el coraje de las tropas argentinas, asimiladas como héroes y mártires de una causa nacional. La exaltación funcionaba como una inspiración hacia los deberes y responsabilidades que los niños deberían tener en sus casas y en las escuelas. El soldado luchaba en el frente, en defensa de la soberanía nacional, mientras el niño obedecía a sus padres y maestros, y se comportaba según los valores de disciplina, abnegación y lealtad que caracterizaban al profesional militar. Esta sería, tal vez, su primera forma de colaborar con la Causa Malvinas.
Billiken también publicó secciones enteramente dedicadas a la flora y fauna de Malvinas, donde resaltaba su diversidad natural, entendida como una extensión más de la riqueza del territorio argentino. A su vez, el tratamiento de los argumentos históricos y jurídicos nacionales fue otra de las consignas reiteradas y repetidas continuamente por la revista. Se describía la historia de las Islas, desde su descubrimiento hasta la actualidad, poniendo el foco en la usurpación británica de 1833 y en los reclamos que desde entonces había llevado adelante la República Argentina ante la comunidad internacional. Los contenidos se organizaban de manera didáctica, con fichas, cuadros e ilustraciones a color, para ser utilizados como material de uso en las escuelas.
Al final de los suplementos, se presentaban otros apartados que desarrollaban una progresiva transformación de los contenidos, tanto de forma malvinizadora como militarizadora. Es el caso de Ficha de ilustraciones, una sección que tenía imágenes para cortar y pegar en los trabajos escolares. Allí empezaron a figurar algunos personajes relacionados con episodios históricos de las islas, como Luis Vernet, primer gobernador argentino de las Islas Malvinas. También hicieron su aparición soldados argentinos caídos en combate, como el capitán de fragata Pedro Giachino y el cabo primero Patricio Guanca, y diversas unidades de la Armada Argentina, como el destructor Hércules y el portaaviones 25 de mayo.
Otra de las páginas regulares de Billiken, y que empezó a presentar contenido relacionado a Malvinas, fue De todo un poco. Permitía cierto espacio de participación entre los lectores, que enviaban escritos y dibujos a la dirección de la revista. De esta manera, se mostraba el nivel de compromiso de algunos niños, que pasaron de espectadores a protagonistas gracias a sus ideas, propuestas e iniciativas para colaborar con el esfuerzo bélico nacional.
Croniquita: movilizar al niño, descalificando al enemigo
En el número de Croniquita del 4 de abril, el primero que salió publicado durante la Guerra, la redacción comunicaba que el suplemento se convertiría en una “tribuna” destinada a mantener un “interés permanente por el tema malvinero”. Esto último se hizo bajo diferentes estrategias discursivas.
Croniquita apeló a una descalificación y a una demonización de todo lo que representaba la corona británica. Por ejemplo, advertía sobre la crítica situación en la que vivían los kelpers, a quienes se representaba como individuos privados de una serie de derechos y condiciones, y como víctimas de abusos y maltratos. De hecho, se sugería que las pocas cosas positivas con las que contaban los isleños habían sido mérito de la Argentina. Algunos números mencionaban cómo, desde 1975, las empresas YPF y Gas del Estado enviaban gas envasado a las Islas, o cómo la única pista de aterrizaje había sido construida por la Fuerza Aérea Argentina.
Por otro lado, también fueron comunes las referencias a la historia de Inglaterra, una nación conquistadora que había construido su imperio sobre el expolio, el robo y la piratería. A esa imagen negativa se le oponía la de la propia Argentina, una nación pacífica sin conflictos durante el siglo XX, que luchaba por una causa justa y noble. Defendía sus derechos soberanos frente a la corona británica, tal como lo había hecho en el pasado, en las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Varios números resaltaban ese aspecto, insertando a la Guerra de Malvinas en una problemática mucho más grande. La dicotomía entre legitimación y deslegitimación fue recurrente y resultó útil para mostrarle al lector contra qué y quiénes luchaban los soldados argentinos en el Atlántico Sur.
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Croniquita también movilizó a sus lectores con tiras cómicas. Personajes infantiles, como “El Robot Tito”, de Yac, denostaban al Reino Unido, reiterando las mismas descalificaciones ya empleadas con anterioridad, como el belicismo, el expansionismo, el robo y la piratería. En el número del 23 de mayo, el Robot Tito decía: “¡Cuidado, muchachos! ¡Por ahí andan unos ingleses y dicen que no sólo les pertenecen las Malvinas sino también el resto del sistema planetario!”. Suplementos posteriores siguieron la misma tendencia, a veces atacando a Margaret Thatcher, por entonces primera ministra del Reino Unido. El número del 30 de mayo indicaba: “Yo fui hecho con miles de tornillos… a veces pierdo alguno y no pasa nada… ¡En cambio la Thatcher cuando pierde uno solo arma una guerra!”.
Además del humor gráfico, también se fueron malvinizando ciertas actividades infantiles que comúnmente incluía Croniquita. Algunas eran para resolver, como una del 18 de abril que instaba a completar un camino, para que un niño que portaba una bandera argentina pudiera llegar a Malvinas. La consigna decía: “Este nene quiere ir a las Malvinas a expresar el entusiasmo de todos los chicos argentinos ante la recuperación de las Islas. Tomemos un lápiz y enseñémosle el camino. ¡Ayudémoslo a llegar!”. Otra actividad similar salió publicada el 9 de mayo. Era para colorear y señalaba: “Este chico fue con una Bandera Argentina a la Plaza de Mayo para manifestar contra el uso de la violencia en el Atlántico Sur por parte de los ingleses. Vos ya conocés los colores de la enseña patria. Pintá, por lo tanto, ésta que lleva el chico”.
Muchos lectores colaboraron con el contenido de Croniquita, enviando a la redacción sus propias actividades e iniciativas. De esa forma se volvían también partícipes de la causa nacional. El número del 16 de mayo, por ejemplo, anunciaba que Marcelo Alberto Ríos, un chico de 14 años, había desarrollado un juego sobre Malvinas. En él, podían intervenir de dos a cinco personas, que necesitaban un dado, un tablero y dos barcos para cada jugador. Ganaba el que primero llegaba a Puerto Argentino y regresaba al punto de partida. Para los editores ese tipo de colaboraciones hacían de Croniquita una “tribuna infantil y juvenil” que exponía todos los aspectos de una “cruzada nacional emprendida por todos”.
(*) Agustín Daniel Desiderato, es magíster en Historia y Becario doctoral del CONICET. Co-coordinador del Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (GEHiGue), del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” de la Universidad de Buenos Aires. Profesor en la Maestría en Historia de la Guerra, en la Escuela Superior de Guerra de la Facultad del Ejército (Universidad de la Defensa Nacional).