Es la final. Y el final. Un juego de palabras que resume lo que representa para la selección argentina el partido decisivo de la Copa América. El domingo, a las 21, en el Hard Rock Stadium de Miami, comenzará a cerrarse una etapa, con la posibilidad de que sea con un nuevo título, el cuarto bajo la conducción técnica de Lionel Scaloni.
Será el momento de la despedida de Di María y el de poner puntos suspensivos sobre el futuro de algunos. Y el instante, una vez que concluya el torneo, de un recambio necesario y de recuperar al fútbol que supo mostrar y que apareció poco en los estadios del nuevo imperio futbolero.
Argentina justificó su presencia en la final en base a temperamento, personalidad, convicción y categoría. Fue superior a todos los rivales que enfrentó, ninguno una potencia mundial. Eliminados Brasil y Uruguay, recién en su último partido, frente a Colombia, se medirá con un adversario que aparenta ser el que le ofrecerá mayor fuerza competitiva.
Este es el principal obstáculo para defender con éxito el título conseguido en la Copa América de Brasil 2021 y repetir las vueltas olímpicas de la Finalíssima 2022 y, la más importante, la del Mundial de Qatar 2022.
Mismos nombres en la selección argentina
La base titular del campeón mundial se mantuvo en las eliminatorias sudamericanas rumbo al Mundial 2026 y en la actual Copa América, jugando con la autoridad del que confía en lo que hace y manteniendo siempre en alto el prestigio conseguido. Pero el juego de la selección ya no es el mismo. Falta la riqueza de variantes con la que se desenvolvía. Nada que no tenga solución. La riqueza individual está y es capaz de devolverle el brillo.
A excepción de Lisandro Martínez en lugar de Nicolás Otamendi, Scaloni ratifica a los futbolistas que obtuvieron los logros máximos del seleccionado en años recientes. Discutir la presencia de uno y otro, después de todo lo que dieron, suena inapropiado e injusto. Merecen jugar esta Copa América.
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Pero una vez concluida, es imperioso analizar con profundidad dónde es imprescindible retocar. Con el objetivo de que el representativo nacional recobre la estatura que le permita jugar de igual a igual, como ya lo hizo, ante las potencias futbolísticas.
Bajo esta lógica, de darle minutos a los históricos, Alejandro Garnacho, que a los 20 años deslumbra en el Manchester United, siguió la mayoría de la Copa América desde el banco de suplentes. Lo mismo Valentín Carboni, de 19 años. A la distancia, otros que no fueron citados para esta ocasión, son potenciales candidatos a ganarse un lugar en la selección: Facundo Buonanotte y Valentín Barco, ambos de 19, Nehuén Pérez, de 24, y Marco Senesi, de 27.
Cambiar para renovar
La renovación es imprescindible. Por lo general, en los últimos 40 años no existió seleccionado que mantuviera un conjunto estable entre un ciclo mundialista y otro al que le haya ido bien. El declive individual, lógico, redunda en un deterioro colectivo. Es un proceso que la selección argentina tiene que atravesar si se propone ser uno de los animadores del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá 2026.
Ya quedará tiempo para diseñar un nuevo ciclo. Antes habrá que jugar por una nueva coronación. Que a partir de lo conseguido recientemente le restó efervescencia y efusividad al pueblo argentino en la previa.
Esa misma que por ejemplo tuvo tras la obtención de la Copa América 2021, en suelo brasileño y frente al anfitrión, quebrando una racha negativa en el torneo continental de 18 años y que significó la primera vuelta olímpica de Messi con la camiseta argentina. Había motivos suficientes para tal expresión de festejo.
Pero la presente edición tiene también su trascendencia. Sólo alcanza con pensar el tiempo que se estuvo sin títulos en la Copa América. Y también que una nueva final representa la preponderancia alcanzada por la selección argentina.
Tampoco se trata de una final más, porque será la del adiós de Angelito Di María. Uno de los grandes referentes de la selección, querido y respetado por el hincha, aunque no siempre fue así, concluirá su carrera con la casaca nacional. Qué mejor sería que con un nuevo título, justamente él, a quién se le llegó a reprochar que formaba parte de una generación de fracasados. Con su partida dejará un espacio difícil de llenar, aunque opciones hay, tal es el caso de Garnacho.
¿Messi tendrá otra final?
La última función de Di María en una final también puede ser la de Lionel Messi. Costará ver a la Pulga en una nueva definición. Aunque no se quiera, estos comienzan a ser los últimos destellos de talento del 10, por una cuestión de edad. Su influencia, en ocasiones más por lo que representa que por su juego, es una de las razones que explica su permanencia hasta el final en los cuatro partidos que jugó en el torneo.
Pensando en el posible desarrollo de la final, para contrarrestar el fútbol vertical y la presión alta que acostumbra Colombia, el seleccionado argentina deberá hacerse fuerte en el manejo de la pelota. Justamente una las deudas de la selección a lo largo de esta Copa América.
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Con Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, el seleccionado argentino no logró la sincronización de pases y movimientos que desplegó en el pasado. Y así el equipo estuvo impedido de defenderse desde la tenencia del balón.
No sería raro el ingreso de Leandro Paredes para mejorar la recuperación, otra de las principales fallas. Es que, sin la pelota, a la selección le costó contener a sus rivales.
En definitiva, también quedará para más adelante encontrar otras variantes para el medio, si es que tampoco terminan de encajar los demás que están en el plantel, Gio Lo Celso y, sobre todo, Exequiel Palacios y Guido Rodríguez.
Mejorar para la final del domingo es prioritario, con el objetivo de concluir un período glorioso. Luego quedará en planificar y cambiar para el futuro.