Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) mostraron una de sus principales fortalezas en 2023: contribuir a remodelar el escenario electoral. Muy cuestionadas por el desgaste que ocasionan en los votantes al “duplicar” las contiendas en las urnas para dirimir internas partidarias, entre otros flancos débiles, en esta oportunidad se constituyeron en una gran encuesta que midió el malestar de la ciudadanía y permitieron tanto recalcular el voto como reinventar la campaña. Sin embargo, a fines del año pasado sufrieron fuertes arremetidas para derogarlas a nivel nacional, determinación que tomaron varias provincias.
Nadie puede negar que las Paso le dieron una segunda oportunidad a Sergio Massa y al oficialismo para escuchar a una sociedad muy golpeada por la aguda crisis económica, generar anticuerpos y ajustar estrategias con una mirada más autocrítica. En el electorado tuvieron su impacto porque desplegaron de manera descarnada un escenario futuro en el que se puso y pone en juego mucho más que el bolsillo. Aunque a regañadientes, muchos modificaron su voto por ese llamado de atención.
¿Qué habría ocurrido si las primarias no existieran, si los resultados del 14 de mayo hubiesen sido los de las elecciones generales? La respuesta es obvia, el balotaje habría sido entre Javier Milei y Patricia Bullrich. Sabemos que se trata de una entelequia porque el pasado hipotético no existe y la conjugación “habría” está solo presente en el lenguaje, no en la realidad.
De todas formas, el ejercicio de hacernos esa pregunta puede ser saludable si pensamos que las Paso desde hace tiempo vienen siendo cuestionadas y suman más detractores que defensores. Entre ellos, muchos votantes santafesinos que a menudo expresan cansancio por un sistema que cada cuatro años los obliga a elegir candidatos en cinco contiendas electorales repartidas en algo más de un semestre, incluido el balotaje.
Pero la incomodidad va más allá de las molestias que causan las primarias en el electorado. Entre septiembre y noviembre del año pasado se presentaron propuestas legislativas para derogarlas a nivel nacional y el tema se instaló en la agenda política dividiendo aguas en el propio gobierno. La paradoja es que algunas de ellas fueron impulsadas por el oficialismo, aunque el presidente Alberto Fernández defendió el actual sistema electoral, al considerar que las Paso son “una buena ley” y que suman “más democracia y más participación”. Otro argumento para no pasarlas a degüello fue que en vistas a las elecciones de 2023 los tiempos legislativos no alcanzaban y que el contexto económico y social tampoco contribuía a enfrentar una reforma electoral.
En tanto, desde Juntos por el Cambio respondieron de manera reactiva y unánime a cualquier posibilidad de derogar las primarias hacia fines de 2022. Aunque Mauricio Macri las había fustigado durante su presidencia por “dilapidar recursos”, en la nueva coyuntura política la dirigencia de JxC consideró que suprimirlas significaba un golpe a las instituciones y demostraba imprevisibilidad. Si bien esa contienda fue en mayo y es imposible analizar la realidad con el diario del día después, volviendo a la dispensa del ejercicio contrafáctico, con esos resultados de las Paso, Patricia Bullrich hoy estaría en carrera presidencial.
Lo cierto es que la clausura de las primarias venía de la mano de los gobernadores oficialistas. En 2021 San Juan ya las había eliminado para los comicios provinciales y algo parecido ocurrió luego en Salta, San Luis y Chubut, además de otras jurisdicciones del país que solo acudieron a las urnas para las internas abiertas presidenciales durante este año. Inclusive, en algunos casos para las elecciones regionales se instrumentaron mecanismos como la Ley de Lemas o “doble voto simultáneo”, sistema en el que la provincia de Santa Fe forjó su propia experiencia en un pasado no tan lejano, según dimensiones democráticas.
Santa Fe, la pionera
Santa Fe demostró una experiencia inversa a la de otras provincias argentinas e incluso hay que admitir su carácter de pionera en reformas electorales. En 2004, la Legislatura aprobó la derogación de la Ley de Lemas, mecanismo que permitió al Partido Justicialista mantenerse en el gobierno desde su sanción, en 1990. También se adelantó a los cambios a nivel nacional al instrumentar un sistema de internas abiertas previo al de las Paso. En 2007, cuando el mecanismo del doble voto simultáneo ya había sido descartado, el nuevo sistema electivo le permitió al socialista Hermes Binner acceder al sillón de Estanislao López luego de una contienda hacia el interior del peronismo en la que Rafael Bielsa le ganó al actual candidato a vicepresidente de la Nación, Agustín Rossi.
Después de esa experiencia santafesina de internas abiertas y a partir de la sanción de la ley 26.571, se establecieron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) para la selección de candidatos en los cargos electivos a nivel nacional. Si bien la norma se aprobó en diciembre de 2009, el nuevo mecanismo electoral se puso en práctica dos años después con la adhesión de nuestra provincia para los comicios locales.
Uno de los objetivos que se plantearon al pergeñar las Paso nacionales fue contribuir a la democratización de los partidos políticos al momento de seleccionar las candidaturas y organizar las ofertas electorales. En definitiva, apuntar a menos rosca y mayor participación.
Según la definición original, son primarias porque definen cargos electivos antes de la elección general; son abiertas porque puede participar cualquier votante, tenga o no adhesión partidaria; son simultáneas porque los competidores se ponen en juego el mismo día; y son obligatorias porque los partidos que quieran competir en las elecciones generales deben participar de las primarias, obligatoriedad que también alcanza a los votantes, en sintonía con la norma constitucional del voto obligatorio.
Una de las principales críticas del sistema – más allá de la queja del electorado por el cansancio que genera la duplicación de jornadas electorales– es que proscribe a fuerzas políticas minoritarias al establecer un piso del 1,5 por ciento de los votos válidos emitidos para participar en la elección general, y consolida a los oficialismos, un fenómeno que se evidenció durante 2023. Otros detractores, principalmente los gobernadores, consideran que generan desgaste a nivel económico tanto para el Estado como para las fuerzas políticas de menores recursos, además de entrometerse en los partidos.
Empujar al debate
Una de las fortalezas que los resultados de primarias revelaron este año fue que empujaron a un debate global e intenso. Ese fue uno de sus rasgos interesantes. Y sí, ayudaron a repensar y abrieron espacios de debate inimaginables no sólo en los medios de comunicación y en las instituciones políticas; lo hicieron en las colas del supermercado, las peluquerías, las escuelas y los clubes de barrio.
Lamentablemente, el debate y la participación no vienen contando con la promoción necesaria de los gobiernos progresistas de los últimos años, sean nacionales, regionales o locales en cualquiera de sus vertientes partidarias. Desde hace tiempo, la sociedad dejó de hablar de política por diferentes motivos que tal vez sean eje de otro análisis. La grieta también atentó contra aquella vieja pasión argentina porque clausuró debates. “Mejor no opino para que no me agredan”, “para qué discutir si no van a cambiar de opinión”, “es preferible no decir nada”. No opinar, no debatir y callar se convirtieron en premisas sociales que fueron alejando cada vez más a los argentinos de la posibilidad de convertirse en ciudadanos plenos, en sujetos críticos. Los alejó peligrosamente de la política.
Esa falta quedó en evidencia con los resultados de mayo, que mostraron a una gran parte del electorado emitiendo su voto como único canal para manifestar de manera visceral su bronca y su sufrimiento. A su vez, esas elecciones primarias se convirtieron en un espejo en el que electores y elegidos pudieron mirarse, un parlante que amplificó sus voces y les mostró con desparpajo los riesgos del futuro.
Puede admitirse que durante el proceso electoral de 2023 las Paso demostraron que, aunque todavía son perfectibles, están robustas y con posibilidades de fortalecer el sistema político. No es menor en una coyuntura en la que se celebran 40 años de democracia ininterrumpida y, al mismo tiempo, muchos de sus valores y conquistas se perciben amenazados.