Hoy se conmemora el Día Municipal de la Bicicleta y será una jornada en la que se podrá disponer gratis de un rodado en las estaciones de Mi Bici Tu Bici. También será una fecha para reflexionar sobre el estado de la red de ciclovías, que si bien supera los 200 kilómetros de extensión en Rosario, su estado de conservación, deterioro y falta de elementos de protección dejan un plan de obras como materia pendiente.
La pandemia hizo subir a las bicis en vez de a los colectivos a muchos usuarios interesados en movilizarse. En los últimos dos años, el Estado acompañó la tendencia con 57 kilómetros más de ciclovías, que totalizan 253 en toda la red de la ciudad. Pellegrini sigue siendo la “autopista” más usada por los ciclistas con 500 usuarios por hora. Un fenómeno que vino para quedarse y en un universo que mezcla albañiles, estudiantes, sectores de clase media y deportistas en dos ruedas.
Pero el Día Municipal de la Bicicleta encuentra la infraestructura con grandes desafíos. La bicisenda de Rioja por ejemplo, arranca desde San Martín, pero se corta en Corrientes. Lo mismo que San Luis, que de Oroño a Corrientes deja a los ciclistas librados a su suerte.
El intendente Pablo Javkin sorprendió en su discurso de apertura en el Concejo con una reducción en las velocidades de las calles rosarinas de 10 kilómetros por hora, para así impedir los accidentes graves y proteger a los que son más vulnerables en el tránsito.
Líneas y protectores
La heterogeneidad marca los trazos sobre los que se montaron los kilómetros señalizados, tan variables como diversos. Los estándares marcan que una bicisenda debería contar con al menos un metro de ancho y otro medio metro para colocar separadores “reales” como postes, conos refractarios o losetas de cemento.
Los grupos de ciclistas autoconvocados, quienes militan por una red de mayor calidad, vienen marcando en los últimos meses el mismo reclamo a las autoridades municipales: la falta de continuidad que deja al ciclista desprotegido en algunas calles, cuando deben tirarse a la derecha y hacer malabares.
Segmentos que se cortan, una y otra vez. Como pasa con Wheelwright hacia el norte, donde se inicia en Dorrego hasta la rotonda de Francia, en Puerto Norte. Para llegar a la zona del Gigante los tramos son más inseguros hasta que los conos refractarios asoman en el paseo ribereño, inaugurados el año pasado y hoy deteriorados por los choques permanentes de los autos.
Después hay otras en la heterogeneidad. Como la que llega hasta el Complejo Universitario Rosario (CUR) conocido como La Siberia, por Riobamba, que es de doble mano. O las que están arriba de las veredas como en La Florida o el parque Independencia, ya despintada la línea amarilla y afectada por las raíces de los árboles.
De todos modos, hay senderos más seguros que si bien podrían tener más protección lucen más mejor, como en Pellegrini, 27 de Febrero, Ovidio Lagos y San Martín en zona sur. O Provincias Unidas, donde gran parte de la clase trabajadora va y vuelve al macrocentro en bici desde el oeste.
Tres falencias
En enero, este diario consultó a una urbanista que diagnosticó el problema con las ciclovías rosarinas con claridad: les falta conexión, calidad y señalización. Como insisten los grupos de ciclistas: “una línea de pintura no es ciclovía, sino algo precario y temporario”.
Y luego hay casos cotidianos de invasión de carril, por lo angosto de la traza como en calle Salta, donde confluyen varias líneas de colectivos, coches particulares y la ciclovía. El colmo es el tramo de Oroño entre Pellegrini hacia el río, donde hace 23 años que debería vallarse el cantero central para evitar el ascenso irregular de ciclistas y cuando el actual intendente era concejal había prometido una solución integral al tema.
Ecos del Concejo
Desde la comisión de Servicios Públicos, ediles de la oposición vienen reclamando la agilización de un plan de obras que jerarquice y proteja aún más a las ciclovías.
Desde al menos 2019 se aprobaron pedidos para que se arreglen tramos. Como la ciclovía de Bordabehere, entre Avellaneda y Alberdi, una sector peligroso para circular en bici.
En enero pasado se instó al Ejecutivo a la implementación de un programa de obras para ejecutar la separación física de las bicisendas con las calzadas de velocidad media.
“Se deben rediscutir las disposiciones de calles en donde la convivencia de estacionamiento, transporte urbano de pasajeros y ciclovía es imposible porque generan tránsito muy difícil, como por ejemplo Catamarca y Alem: todas estas propuestas las planteamos en la gestión anterior y no fuimos escuchados, y es por ello que nos resulta pertinente plantear al nuevo gobierno estas iniciativas”, expresó el edil macrista Carlos Cardozo.
“La mayor faltante es en los barrios”, indicó la edila peronista Silvana Teisa para agregar: “Muchas están en malas condiciones, sin drenaje cuando llueve, desniveles y con baches. Falta señalización. Separadas solo por una pintura y no físicamente por algún cordón y circulando en el mismo asfalto que los vehículos sin que estos respeten la división. Algunas son muy angostas y no cumplen con el metro mínimo para poder circular cómodamente”, apuntó.
La concejala marcó también la falta de continuidad de circulación y las “de doble circulación no son convenientes, ya que han ocasionado accidentes. Las bicisendas en veredas son conflictivas; y la peor es la de calle Salta, totalmente insegura, ya que el auto que circula no puede ver al ciclista por los autos estacionados en el carril izquierdo y es un peligro total a la hora de querer doblar”.