“Lo que dijo Mark Zuckerberg sobre su visión para el metaverso siempre estuvo en la fantasía, muy probablemente no se logre en los próximos años y seguramente no se va a lograr para la mayoría de la población”, consideró el especialista en tecnología Esteban Magnani. docente en la Universidad Nacional de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Rafaela en la cátedra de comunicación digital. El investigador analizó los anuncios que el gigante de las redes sociales hizo durante la conferencia anual de la compañía Connect 2021 sobre este espacio virtual 3D, donde se podrán compartir experiencias envolventes con otras personas, inclusive cuando no sea posible estar juntos físicamente.
Magnani es autor de varios libros sobre el impacto de las tecnologías en la vida de las personas. El último. “La jaula del confort: Big Data, negocios, sociedad y neurociencia”, está bajo una licencia Creative Commons Atribución no comercial y su versión en PDF se puede descargar gratuitamente.
Este cambio que hizo Facebook hacia la plataforma meta promete ser un salto respecto a lo que era en su momento Facebook ¿Qué significa?
Lo que hizo Mark Zuckerberg fueron, en realidad, dos anuncios. Uno vinculado a la forma de organización de la empresa, de la corporación, que ahora va a ser Meta y adentro de la cual va a estar Facebook, Instagram, WhatsApp yOoculus Rift. Y también habló del desarrollo de metaverso, un espacio virtual inmersivo que reemplazaría a Internet, según las promesas de Mark Zuckerberg. Este mundo ya existe desde hace tiempo en la ciencia ficción, en películas como “Ready Player One”y algunos otros clásicos. Allí se habla de un espacio absolutamente inmersivo, en los que uno se mueve y actúa y tiene un traje, anteojos, auriculares y los movimientos físicos que hace la persona. En otras ficciones directamente se toman las señales del cerebro, van hacia el avatar que está en el mundo virtual y dice lo que tiene que ir haciendo. Lo que dijo Zuckerberg siempre estuvo en la fantasía pero es algo que creo que está lejos de lograrse. Muy probablemente no se logre en los próximos años y seguramente no se va a lograr para la mayoría de la población. Las necesidades técnicas son enormes. Como mínimo necesitamos un traje que registre todos nuestros movimientos. En realidad, Mark tiene una necesidad de salir del atolladero en el que está Facebook, una necesidad del cambio de narrativa, de marketing.
¿El anuncio sobre metaverso entonces tiene que ver con un cambio corporativo en la imagen de Facebook?
El nombre Facebook está muy golpeado. Es lo que hizo Google hace un tiempo, cuando pasó a llamarse Alphabet, porque tiene una serie de proyectos económicos y no quiere que todo quede asociado al buscador. Facebook hace lo mismo y quiere que su corporación vaya abriendo otros nichos y espacios, que no sea solamente la red social que está sustentada prácticamente con el 90% en la publicidad. Quiere atraer inversores y presentarse a sí mismo como el tipo que va a desarrollar la nueva Internet, hablar del futuro.
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Ya hay controversias respecto a lo que puede significar esta nueva tecnología ¿por dónde pasan esas observaciones?
Una cuestión es que se trata de espacio que, quieras o no, tiene un costo de acceso enorme. Durante la pandemia, muchos chicos se encontraron a jugar en la Play y los que no tenían Play no podían jugar. Eso con la plaza pública no ocurre, no hay un costo de acceso. Es un espacio privatizado en el que se registran las actividades de quién habla con quién y todo eso genera datos que se monetizan. Ya todo lo que hacemos en dispositivos como los celulares o computadoras almacena datos que van informando a las corporaciones qué estamos haciendo. Eso permite hacer perfiles muy detallados de las personas y da herramientas para tener mucha más capacidad de influir en las personas, sea para una compra como para influir en su política o para instalar discursos de odio. Se amplifica este potencial. Zuckenberg habla de la interoperabilidad, que sea un espacio como Internet, que tiene protocolos abiertos para que cualquiera se pueda sumar y hacer su página web. Cosa que no ocurre cuando tenés una app nativa de un celular para llamar un taxi. En eses caso podes sólo llamar a esa empresa. Habla de interoperabilidad pero no dejan de ser espacios privatizados por muchas empresas que van a tomar muchos datos de lo que hacemos ahí. Cuando uno tiene unos anteojos de realidad virtual lo que permite este anteojo es saber hacia dónde está mirando esa persona, algo que en la pantalla todavía no se logra. El nivel de detalles que se puede lograr es muchísimo mayor Estas son algunas de las objeciones, en primer lugar. La gran pregunta que surge es: ¿Qué necesidad hay? ¿Para qué? Te dicen: “Te sentís en el mundo real” pero en el mundo real ya estoy. Vas a sentir como si jugaras al ping-pong con otra persona pero para eso más que pensar en el metaverso habría que poner mesas de ping-pong en las plazas. No hace falta invertir u$s 10.000 millones para lograr algo que en el mundo real básicamente se puede hacer. Esto es una necesidad empresarial, no de la sociedad. Y al mismo tiempo es súper atractivo, y mucho más si el mundo real que estamos no nos gusta demasiado. Desde la ciencia ficción se dice que ese mundo virtual es necesario porque es limpio y las cosas funcionan y los límites son mucho más alcanzables,. Es como lo que propone Elon Musk de ir a Marte porque este mundo no está funcionando y hay que colonizar otro. De alguna manera se está diciendo: mudémonos al mundo virtual.
Hay varias compañías que se están sumando y apuestan a realizar desarrollos sobre el metaverso, ¿todas van por el mismo camino que Facebook?
Buscan sumarse a este potencial de una nueva Internet que será en el futuro. En la medida que después empiece a tener suficientes usuarios, la presión social por participar es muy grande. Si no estás en Facebook posiblemente no te enteres de una fiesta, si no usás herramientas de Google posiblemente no puedas trabajar, ni hablar en tiempo de pandemia. Si no estás en Instagram por ahí no podés vender tus productos. Si realmente va haber un espacio que va a estar habitado, todas las empresas van a necesitar estar ahí y no se lo pueden perder.
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Aparentemente muchas herramientas todavía faltan desarrollarse ¿Hasta dónde se van a desarrollar, si es que realmente se va a desarrollar el metaverso?
Algo existe. Por ejemplo, el Oculus Rift existe. Hay juegos que son el mundo virtual, aunque no tienen ese nivel de perfección como el video que mostró Zuckerberg. Para poder jugar al Ping Pong como se muestra en ese video en Japón necesitás una capacidad de procesamiento de los movimientos y de velocidad de transmisión de los datos que es muy difícil. La tecnología viene prometiendo que va a resolver los problemas de la humanidad. Internet iba a democratizar, las redes sociales nos iban a poner en un lugar de igualdad a todos, ahora está la gran promesa de que todo se hace sobre blockchain y va a resolver el hambre y la pobreza. Y en realidad son más bien sociedades corporativas. Con todo el tiempo que uno supuestamente se ahorra gracias a la web o Internet ¿qué pasó? ¿dónde está ese tiempo? No se ve un aumento de la productividad gracias a Big Data que está traduciéndose en crecimiento económico y mejor distribución. En realidad lo que más pasó fue una concentración económica brutal. El potencial de Internet para democratizar realmente existió, el tema es cuando se vuelcan capitales enormes a un proyecto se quiere de alguna manera recuperarlo y ahí es cuando se pierde ese objetivo primigenio.
—¿Se ve una lucha corporativa pero también una lucha geopolítica en este capitalismo digital?
— Hay una tensión muy grande porque China está compitiendo cabeza a cabeza con Estados Unidos en desarrollos de Inteligencia Artificial, lanzando su propia criptomoneda. Incluso está lo del 5 G con todos los intentos de parar a Huawei para que no terminé dominando el mercado. Zuckerberg lo dijo explícitamente: “No nos vayan a regular a nosotros en Estados Unidos porque si no los chinos nos ganan en la carrera tecnológica”. Y va a ser mucho peor, en los últimos meses. China también está disciplinando a las grandes corporaciones que estaban teniendo su proyecto económico político y social propio por fuera del que estaba marcando el partido comunista en China. Estos monstruos crecieron tanto que está el peligro de que se los coman. En Estados Unidos la alarma se prende con la victoria de Donald Trump ,con Cambridge Analytica, y cuando se dan cuenta que el poder de las redes sociales es enorme y que pueden influir de manera suficientemente significativa en una elección como para generar un resultado que nadie esperaba.
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—¿En China es más por el lado de las criptomonedas por donde está despertando inquietud?
— China lo que hizo primero fue prohibir la circulación de las criptomonedas y en los últimos meses prohibió el minado, por las consecuencias ecológicas que tiene y por la inestabilidad que genera en el sistema económico. Pero está desarrollando su propia criptomoneda, que es como el equivalente del dinero generado por el Estado, para simplificar las transacciones. Lo lo que está ocurriendo allí es que Alibaba y una megacorporación estaba prestando dinero y facilitando las transacciones y pasando por arriba del sistema bancario. Uno puede estar muy en contra del sistema bancario por sus condiciones y su forma de gestión del dinero pero esto otro no era mejor. Sí era más práctico y llegaba a más gente pero generaba una inestabilidad y endeudamiento social enorme.
—¿En dónde termina la influencia de las grandes plataformas y la casi omnipresente de lo digital en la economía?
— Hay señales de que va a una regulación. Creo que el punto de inflexión fue Cambridge Analytica. Hay señales de que hay una atención y de que la política está viendo cómo puede reaccionar antes de que sea demasiado tarde y no se puedan poner límites. La cantidad de plata que ponen estás grandes empresas es brutal. Son millones y millones de dólares para influenciar. Hay representantes en Estados Unidos que pueden llegar a tomar las decisiones. Imaginate si nosotros como Argentina quisiéramos llegar a regular Facebook o Google. No tenemos prácticamente ninguna posibilidad. El 85% de los moderadores de Facebook están dedicados a los discursos de odio en los Estados Unidos. El resto del mundo no les importa demasiado. El costo es de relaciones públicas. En India hay ahora una circulación de mensajes de odio que es tremenda y puede terminar haciendo estallar esos históricos que se están amplificando. Cuando en Estados Unidos asaltan el Capitolio no fue por tres mensajes que salieron ese día. Es un proceso acumulativo de mensajes de odio generados a propósito por algunos sectores, sobre todo vinculados a Trump, amplificados, que explotó a los algoritmos de Facebook para detectar a las personas influenciables y empujarlos a una radicalización en algunos casos delirante. Es muy interesante lo que comenta Frances Haugen (ex empleada del gigante tecnológico) que habla de los informes internos de Facebook que filtró, en los que se detecta que estos mensajes exagerados y más tóxicos tienden a ser los mismos que generan más en engagement, más reacciones, comentarios, likes, que se puedan compartir porque son los que apuntan a nuestra parte pre racional, a la parte que se indigna y se enfurece y no se puede contener. Y esos mensajes el algoritmo los detecta como positivos porque lo que se le pide al algoritmo es que genere más engagement, que genere más reacciones porque eso va a significar que la gente va a permanecer más tiempo frente a la pantalla, va a pasar a otro que también va a estar más tiempo frente a la pantalla y el objetivo del algoritmo es que estemos más tiempo para así poder mostrarnos más publicidad. En definitiva lo que necesita Facebook es hacer crecer el engagement en un contexto en el cual está sufriendo una merma en la cantidad de actividad y tiempo en el que la gente pasa frente a la pantalla. Por ejemplo, estaba reduciendo los discursos de odio el año pasado, llegan las elecciones y le dicen: no hagan nada más, sueltan al algoritmo para que vuelva a trabajar 100%, sin estar analizando tanto cuales eran los mensajes que circulaban. Cuando lo sueltan, el algoritmo hace su trabajo y su trabajo es lograr que la gente pase más tiempo frente a la pantalla. Una página creada en Facebook de un grupo cerrado que decía: “Nos robaron la elección, vamos a tomar el Capitolio”, logró en cuestión de horas tener 330.000 seguidores. Se había detectado a quien le podría interesar esa página y ahí se decía que la gente iba a ir a Washington, que había que llevar armas y que había que callar a Mike Pence por traidor de su presidente Donald Trump. Y cuando lo quisieron parar ya era tarde. El algoritmo premia ese tipo de mensajes. No hay que olvidarse que la política sigue existiendo y el caldo de cultivo para el éxito de este tipo de mensajes es una población muy fuertemente desilusionada, muy desconfiada. Cuanto más gente tenés enojada, insatisfecha, más fácil es activarla.