Corrían 7 minutos del segundo tiempo del partido ante Estudiantes (el pasado 7 de mayo, por el torneo pasado) cuando Walter Montoya encontró el hueco por derecha, llegó casi hasta el fondo y envió el centro para que Marco Ruben primero pifiara, después corrigiera el movimiento y de media vuelta, con zurda, marcara el último tanto de su carrera como futbolista. La remembranza nada tiene que ver con instalar la idea que Central extraña la presencia del máximo goleador canalla (aunque por cierto eso pasa), sino con exponer una realidad, cruda por cierto, que tiene que ver con que aquel tanto fue el último que Central marcó con pelota en movimiento, con el último gol de jugada. ¿Qué más hace falta para explicar los tremendos problemas futbolísticos que acarrea este equipo? Con eso alcanza y sobra. Pasaron seis partidos en lo que Central marcó apenas dos goles, ambos de penal. Una marca indeleble para aquellos que intentan prescindir el juego de los resultados. Porque se puede jugar táctica y estratégicamente de diferentes maneras, pero pensar que siempre habrá un penal salvador es apostar sabiendo que a la larga se perderá.
Dentro de ese largo período en el que Central expuso de manera cruda sus limitaciones futbolísticas no hay forma de no caerle con todo el peso a Leandro Somoza, un entrenador en el que la dirigencia confió plenamente y le entregó la potestad para que hiciera y deshiciera a su gusto (en el medio, por supuesto, no le trajeron ni un refuerzo). Es que cinco de esos seis partidos que el canalla jugó después de Estudiantes forman parte del palmarés del ya entrenador de Aldosivi.
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Gamba puso en venta a Central ante Sol de Mayo, pero anotó de penal.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Con Carlos Tevez el mal se profundizó un poco más porque en su debut el Apache no logró ni siquiera que su equipo convirtiera, de la forma que sea. Por eso, parece demasiado pronto para incluir al actual DT en el análisis, pero es él quien debe empezar a modificar esta historia.
Cuando un equipo anda mal y cambia de entrenadores de manera sistemática es evidente que lo futbolístico no funciona y en ese terreno hay cientos de argumentos a partir de los cuales entrarle al análisis, pero hay uno que no tiene discusión, que está por encima de todos: Central no tiene juego. Y la lógica consecuencia de eso es lo que le está pasando, donde si no encuentra un penal como salvavidas se ahoga en el intento, sin poder llegar a la orilla.
Después de aquel partido contra Estudiantes, el equipo canalla disputó seis encuentros y esos dos goles que logró gritar fueron por penales. Lo hizo Lucas Gamba frente a Sol de Mayo, por Copa Argentina, y se sumó a la lista Gaspar Servio, en el encuentro frente a Godoy Cruz, por la tercera fecha de este torneo, con Pirulo Rivarola como interino. ¿Antes y después de eso qué? Cuatro partidos en los que Central no pudo marcar. La orfandad de goles las vivió contra Lanús, Huracán, Vélez y Gimnasia.
¡EL GOL DEL ADIOS! MARCO RUBEN marcó el TERCERO de CENTRAL en la noche de su DESPEDIDA
El dato estadístico expone una realidad incontrastable, pero es justamente a partir de ese dato desde donde se comienzan a entender todos los males que persiguen a Central en este último tiempo. Y creer que Central no convierte porque tiene mala suerte, porque su problema está en la puntería o cosas por el estilo es alejarse aún más de la realidad. Central no convierte porque no genera y no genera porque no tiene juego.
Es Somoza quien debiera explicar qué cosas hizo mal o qué le faltó hacer para cambiarle la cara a un equipo que no logra despojarse de su apatía futbolística. Pero Somoza ya no está. Lo cierto es que en el último tramo del ciclo anterior Central empezó a transitar un camino espinoso, al cual no se le encontraron atajos en la primera presentación de Tevez como entrenador.
Lo apenas rescatable en todo este tiempo de vacas flacas quizá sea ese segundo tiempo contra Godoy Cruz, en el que Central logró marcarle diferencia desde el juego al rival y eso fue mérito de Pirulo Rivarola, pero como suele decirse, una golondrina no hace verano. Es que ya contra Vélez los problemas futbolísticos volvieron a decir presente, al igual que el pasado viernes, donde apenas se dio un pequeño pasito al frente respecto al orden.
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Servio y sus compañeros celebran tras el gol del arquero, ante Godoy Cruz, también de penal.
Leonardo Vincenti / La Capital
La exposición es colectiva, por la sencilla razón que un equipo que no genera nada es porque el rendimiento colectivo es deficiente, pero es un contexto en el que los delanteros (alejo Veliz sobre todo y en menor medida Lucas Gamba) fueron los más perjudicados. Es más fácil pensar que Marco Ruben, en su mejor nivel, estaría viviendo la misma situación y creer que con su sola presencia la cosa sería distinta. Hoy posiblemente sería una víctima más de este sistema.
Central está frente a la imperiosa necesidad de ganar, porque a este ritmo tarde o temprano se verá envuelto en una situación de mayor angustia y asfixia, pero en esos pasos que debe dar hay uno que no puede demorarse: jugar y que los resultados sean una consecuencia lógica, sin la obligación tener que esperar con los brazos abiertos una jugada fortuita.