“La palabra ajuste le queda grande a la situación que estamos viviendo”, dice de entrada Martín D’alessandro, reconocido politólogo y director de la Sociedad Argentina de Análisis Político.
Por Mauricio Maronna
“La palabra ajuste le queda grande a la situación que estamos viviendo”, dice de entrada Martín D’alessandro, reconocido politólogo y director de la Sociedad Argentina de Análisis Político.
En una entrevista con La Capital, D’alessandro analiza los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri, la estrategia comunicacional del gobierno y las continuidades y rupturas con los 12 años de kirchnerismo.
—¿Pudo hacer pie el gobierno o se debate entre dudas?
—El gobierno está bien asentado, con algunos errores no forzados que están trayendo dolores de cabeza no esperados. Sin embargo, eso se debe a varios factores. En primer lugar por la inexperiencia de varios funcionarios. El PRO no tiene una experiencia acumulada y eso implica un desconocimiento de los rincones más opacos del Estado. Esas deficiencias, sin embargo, aparecen magnificadas en el debate público informado, mediáticamente. Y creo, a diferencia de lo que se dice, que tienen claro el horizonte, a pesar de que no lo hacen explícito de manera abierta. La sensación de incertidumbre y estabilidad que se percibe en algunos medios de comunicación exagera algunas debilidades de control del gobierno.
—Se observa un grado de tolerancia inédito de buena parte de la sociedad con el gobierno. Está bancando el ajuste.
—La palabra ajuste le queda un poco grande a la situación que estamos viviendo. No hay en términos generales una reducción significativa del gasto público, no hay una reorientación fuerte de los modos tradicionales de acumulación y no hay una redefinición de las relaciones entre Estado y sociedad. Hay muchas más líneas de continuidad con el esquema anterior del kirchnerismo que lo que aparece en la superficie del discurso. Al ser así, hay más tolerancia a algunos cambios que fueron muy importantes. El tema de las tarifas fue muy mal manejado. Y fue muy bien tolerado porque no fue un macro ajuste.
—Pero, al menos hasta aquí, hubo una devaluación sensible, inflación y caída del consumo. Incluso con el tema del impuesto a las Ganancias no se le dio respuesta a muchos que votaron a Macri.
—Son cuestiones que demoran más de lo esperado y generan cierta impaciencia, pero en términos generales no hay una migración de votos desde el gobierno hacia la oposición. En realidad hoy no hay otras ofertas políticas. Hay que ver cuál es el punto de equilibrio, y eso aún se está calibrando, tanto desde lo económico como desde lo político.
—¿Cuáles son los puntos de continuidad con el gobierno anterior que menciona?
—La política social es una. No hubo reformulación. No bajó el gasto público, los planes sociales se ampliaron. Respecto del comportamiento económico hay una insinuación de cambio de modelo hacia una cosa más moderna, más orientada a la competitividad que hacia la producción, pero de esto vimos unos pocos indicadores. Aún no hay un cambio económico fuerte que podamos percibir, ni al que podamos echarle la culpa de algunos malos indicadores. El puerta a puerta o la flexibilización para algunas importaciones no son suficientes como para redefinir un esquema económico de neoliberal o de ajuste.
—Claramente, al gobierno le conviene mantener enfrente al kirchnerismo para congelar el reordenamiento del PJ.
—Por ahora sí, pero muchas veces los errores de cálculo traen errores de cabeza. La apuesta a mantener vivos a los actores o portavoces con más rechazo social es beneficioso para el gobierno, pero no sabemos cómo se va a dirimir la cuestión peronista. Que en esa redefinición salga Cristina como una actora ganadora es algo muy improbable, pero no necesariamente imposible. Depende de la economía, de la coyuntura y de los propios actores adentro del peronismo. Por lo tanto, obtener rédito político a partir del descrédito parece acertado ahora, pero puede convertirse en un problema. No sabemos cómo va a terminar la interna peronista.
—¿El gobierno fogonea la grieta?
—No estoy tan seguro que la fogonee, aunque sí es cierto que durante el crecimiento político de Macri en la oposición tuvo clara la estrategia de presentarse como lo opuesto al kirchnerismo. De hecho, cuando el kirchnerismo iba a convertirse en algo distinto del peronismo y su intención era sumar actores por afuera del PJ y obturar lo tradicional de ese movimiento, Macri coqueteó con el peronismo. Si el kirchnerismo se transformaba finalmente en algo no peronista, como era el proyecto, Macri se hubiera insertado dentro del campo peronista. Cuando eso no sucede, Macri termina haciendo una alianza con la UCR. Macri es un político muy inteligente, muy práctico, que tuvo una estrategia muy clara y moderna, en el sentido de que es capaz de jugar con estas lógicas del peronismo y del no peronismo. Pero siempre mantuvo con constancia que él es la verdadera contracara del kirchnerismo. El contraste le sigue siendo muy funcional.
—¿Le mete ruido a la politología la aparición de personajes como Durán Barba y Rozitchner? ¿Y esa cosa “naif” de la estética del globito y la felicidad?
—No, porque la politología es una disciplina. Sí creo que son emergentes de una forma de pensar que la propia politología también viene identificando. Nosotros trabajamos adentro de la torre de marfil académica y personajes públicos como Rozitchner y Durán Barba ponen una forma de interpretar los nuevos lazos e identidades políticas en el primer plano y la superficie porque trabajan al lado de políticos importantes.
—¿Hay un nuevo relato o contrarrelato que replica a la “década ganada” y esos latiguillos del kirchnerismo?
—Sí y no. Sí es un nuevo relato en el sentido de que es una forma de entender la relación con las bases, la gestión del Estado, la organización del apoyo al poder central de una manera novedosa. No lo es porque no hay articulación para trasladar por los medios esa forma de interpretar a la población. De hecho, yo creo que el gobierno ha regalado la trinchera mediática a los propios medios y a la oposición. No se defiende en los medios de las críticas de muchos actores que, lanzados a primerear al gobierno en todos los temas, le ganan las primeras posiciones.
—En el libro Cambiamos, un diario de campaña del PRO, el autor, Iglesias Illa, ataca con todo a los analistas políticos, casi como canchereando a lo que llaman “el círculo rojo” y apostando a las redes sociales.
—Es probable, y hasta ahora les fue muy bien. Están convencidos de que representan una transformación cultural diferente que va a cosechar los frutos por el solo contagio de estas conversaciones con la sociedades.
—Ese libro termina diciendo: “Ganamos los boludos”.
—Eso sí es una canchereada, porque no son ningunos tontos. Están convencidos de que forman parte de una renovación de la forma de hacer política y en buena parte tienen razón. No sé si es bueno o malo.
—¿En el 2017 los argentinos seguirán votando de acuerdo a los dictados del bolsillo o el recuerdo emotivo del kirchnerismo favorecerá al gobierno?
— El voto depende de muchos factores, pero el que más pondera es la situación económica. Los resultados económicos van a ser el principal factor. Y el contraste del kirchnerismo dependerá también de cómo termine la saga judicial, sobre todo de Cristina. No solamente qué pasará con Cristina en los tribunales, sino cómo será interpretado por la sociedad. La sociedad está interpretando los problemas judiciales del kirchnerismo en la dirección en la que el gobierno quiere que sean interpretados.