Gustavo Córdoba tuvo la excelente idea de medir cómo llega Alberto Fernández al gobierno, cómo se va del poder Mauricio Macri y qué expectativas tiene la sociedad. El presidente electo no se acerca ni por asomo a los índices arrolladores que tenía Macri antes de asumir. El fracaso de Cambiemos llevó negatividad a muchos sectores de la sociedad que, ahora, prefiere la cautela.
En una entrevista a fondo con La Capital, el consultor hace una radiografía plena de los escenarios políticos y advierte que puede haber un plazo de algunos meses o quizás hasta un año en el que la sociedad acompañará y le tendrá paciencia al gobierno. “Sin embargo, hay que ver cómo evoluciona la relación con algunos sectores, un potencial conflicto con el campo tiene la potencialidad de limitar esa paciencia drásticamente”, apunta.
—¿Cómo se va Macri del poder, con qué imagen?
—En nuestro ultimo estudio nacional, cerrado a fines del mes de noviembre, observamos que Macri deja el gobierno con una imagen positiva del 39% y una imagen negativa del orden del 59%.
—¿Comparado con los registros de los últimos meses, la imagen del presidente creció, se mantuvo o bajó?
—Su imagen negativa se ha mantenido prácticamente el 60% desde hace mas de una año, lo mismo que su positiva, que se ha mantenido entre un 30% y un 40% en el mismo lapso de tiempo.
—¿Con qué imagen sube Alberto Fernández al gobierno?
—Cercana al 57% la positiva y en torno al 35% de negativa.
—¿Comparado con presidentes anteriores al momento de su asunción, por caso Macri, cómo es la actualidad de Fernández?
—Macri asumió en 2015 con 71% de imagen positiva y un 25 de negativa. En principio no existen elementos para emparejar los contextos del 2015 y 2019, quizás el único elemento en común, sería que asume el gobierno, un espacio político distinto al oficialismo. Tampoco coincide la conformación de la fórmula presidencial, ya que, en esta oportunidad, la presencia de Cristina Fernández, excede a mi juicio, el rol de acompañar a Alberto Fernández, dada su centralidad en la política argentina.
—¿Cómo es la valoración de la sociedad respecto de las expectativas?
—La mayor parte de la sociedad está dispuesta a esperar entre uno y dos años para que el próximo gobierno muestre resultados. Parece haber expectativas moderadas y realistas. También debemos evaluar que cerca de un 45% de argentinos creen que el país va a estar mejor a un año de lo que esta hoy. Eso es acompañado por cerca de un 50% que cree que Fernández va a producir cambios positivos.
—¿La esperanza depositada en el futuro gobierno es módica, es exagerada?
—Yo diría que es más bien módica, sobre todo en comparación con las expectativas que había cuando asumió Macri. Esto es también una fortaleza para el nuevo gobierno, que tendrá algo más de margen de acción sin que algunas medidas impliquen defraudar rápidamente a amplios sectores de la población. Una gran diferencia con Macri y su equipo, reside en la experiencia y conocimiento del estadio de parte del nuevo gobierno. Pero sin dudas, la clave para evaluar a Fernández va a residir en su capacidad de negociación y de generación de consensos, tanto hacia dentro del Frente de Todos, como hacia los sectores opositores.
—¿Cómo es la valoración de CFK?
—Desde la elección del 27 de octubre , se ha colocado en el centro de la escena política, con menos protagonismo y quizás con mayor grado de influencia. Sin dudas, es la garante de este proceso político y de la victoria de Alberto Fernández. Su imagen fue mejorando al punto que hoy tiene diferencial positivo.
—Como cordobés y politólogo, ¿qué explicación le encuentra al voto de los cordobeses, tan diferente al del resto del país?
—No hay una sola explicación para el tema Córdoba. Es antiperonista, pero además habría que tomar en cuenta los distintos episodios que la provincia vivió en términos de relación con el gobierno Kirchnerista, que al día de hoy siguen marcados a fuego en la memoria colectiva de muchos cordobeses. El próximo gobierno va a tener que trabajar muy intensamente si quiere reconciliarse con el electorado cordobés. Más allá de cualquier consideración sobre lo endogámico y negativo que pueda ser el argumento de isla política y electoral, se observa que aquellos políticos que subestimen el cordobesismo electoral y el conservadurismo clásico de la provincia, van a generar más rechazos que adhesiones. Córdoba es hoy una combinación entre liberalismo económico y conservadurismo político.
—¿Cuál es el futuro de Schiaretti respecto de la relación con Fernández?
—Tanto Schiaretti como De la Sota fueron siempre gobernadores muy independientes del poder central. No creo que eso vaya a cambiar, si es probable que ambos se esfuercen por mantener una relación madura y prudente.
—Más allá de Macri, ¿asoma algún opositor con expectativas de erigirse en cabeza de playa de la oposición?
—Hay muchas figuras dentro del radicalismo que creo que están en condiciones de disputar ese liderazgo, el tiempo dirá si es que logran hacerlo. Ha cambiado el eje del poder en Argentina, más allá de la pretensión legitima de Macri de conducirla. La relación directa que van a tener los gobernadores de Jujuy, Corrientes y Mendoza, junto con el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, va a generar cortocircuitos con Macri, quien ya no cuenta ni con el poder del estado nacional ni con el apoyo de Vidal y la provincia de Buenos Aires. Incluso creo que la UCR va a cuestionar el espíritu de Gualeguaychú y tratara de correrse mas hacia el centro ideológico que a la derecha. Y eso puede tener mucha influencia en el trabajo legislativo opositor.
—¿La sociedad le dará una luna de miel a Fernández, le tendrá paciencia? Hay riesgos de que la expectativa se quiebre?
—Creo que puede haber un plazo de algunos meses o quizás hasta un año en el que la sociedad acompañará y le tendrá paciencia al gobierno de Fernández-Fernández. Sin embargo, hay que ver cómo evoluciona la relación con algunos sectores, un potencial conflicto con el campo tiene la potencialidad de limitar esa paciencia drásticamente, sobre todo en las provincias centrales. Habrá que prestar atención.