Haber compartido el histórico Consejo Directivo de 1969 en el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, encabezado por el legendario líder clasista Agustín «Gringo» Tosco, es algo que aún hoy llena de orgullo militante a Oscar J. Alvarez (1930).
Haber compartido el histórico Consejo Directivo de 1969 en el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, encabezado por el legendario líder clasista Agustín «Gringo» Tosco, es algo que aún hoy llena de orgullo militante a Oscar J. Alvarez (1930).
Para sumarse a ese notable conjunto de dirigentes lucifuercistas, que integraban entre otros Tomás Di Toffino, Hernán Andrés Vives, Alberto Caffaratti (los tres permanecen desaparecidos), Felipe Alberti, Raúl Sánchez y Simón Grigaitis, el líder gremial nacido en Coronel Moldes había convocado a Alvarez en su carácter de católico practicante para el cargo de secretario administrativo, porque sostenía que en una comisión directiva donde hay peronistas, comunistas, radicales e independientes "no puede faltar un católico". Esto es una muestra del acendrado principio de unidad, que era uno de los ejes principales de la praxis político-sindical de Tosco.
Llegado a Rosario para presentar su libro sobre la historia del sindicato cordobés y el ideario político de su dirigente más representativo, y en su carácter de director del Centro de Documentación Histórica del gremio mediterráneo, Alvarez aseguró, en diálogo con La Capital, que "Tosco sigue siendo hoy nuestro guía y ejemplo".
"Sentimos que el «Gringo» también luchaba junto a nosotros en la larga y dura batalla contra la privatización", destacó.
—¿En qué circunstancias conoció a Agustín Tosco?
—Yo ingresé a la Empresa Provincial de la Energía de Córdoba (Epec) en 1949. Ya Tosco era un activista de base y lo conocí como un militante más, con una gran presencia en su lugar de trabajo. Luego pasó a integrar los consejos directivos del gremio y con el correr del tiempo su capacidad fue alcanzando niveles extraordinarios, transformándose en un referente histórico para Luz y Fuerza.
—¿Cómo eran sus discursos?
—Sus habilidades como orador y su formación política frente a los conflictos de la época pasaron a ser notables. Era dueño de una línea discursiva muy elocuente, con una proverbial capacidad para llegar a la mayoría de los compañeros y de aunar las opiniones de todo un gremio. Sus discursos eran muy emotivos y de una gran profundidad.
—El era partidario de que los dirigentes sindicales no perdieran contacto con las bases...
—Así es. Los miembros del consejo directivo del gremio tomaban por tradición licencia gremial permanente. Había compañeros que estaban entre cinco y ocho años sin volver a su lugar de trabajo. Eso lleva a que uno se aleje del sentir de las bases. Cuando Tosco integraba el consejo directivo elevó una moción para que la licencia fuera rotativa entre los distintos subsecretarios y secretarios, para no abandonar la militancia en el puesto de trabajo y tampoco la trinchera de lucha en el sindicato. Yo tengo fotos del «Gringo», siendo secretario general, en un torno y con su legendario mameluco, en el taller electromecánico donde trabajaba.
—¿De qué manera se evidenciaba la gran llegada que tenía Tosco entre sus compañeros?
—El encontraba siempre la forma de adaptar su discurso de acuerdo a cada interlocutor. Pero así como era muy paciente para explicarles las cosas a los compañeros novatos en las lides político-sindicales, era muy duro y rígido con los ya formados. Yo integré el consejo directivo con él como secretario administrativo. Recuerdo que en una oportunidad en que le llevamos un borrador de balance, comenzó a revisarlo exhaustivamente y encontró lo que consideró un gasto diario exorbitante en el rubro "cafetería y refrigerio". Nos reprendió y mocionó en el consejo directivo que hasta que no se bajara ese gasto a una cifra tolerable, los que tomaran café debían pagarlo de su bolsillo.
—Tosco consideraba que el sindicato debía ir más allá de las reivindicaciones puramente laborales y enfrascarse en la lucha política...
—Absolutamente. Era muy claro en ese punto. Había grupos en el gremio más politizados que lo criticaban por eso. Pero las bases en general lo aceptaban.
—Si usted tuviera que resaltar un aspecto de su praxis político-sindical, ¿cuál elegiría?
—Sin duda el principio de la unidad en la acción, que privilegiaba sobre toda diferencia de orden secundario. "Todos somos trabajadores", decía, más allá de nuestra ideas políticas o concepciones ideológicas. Eso es lo que debería unirnos, nuestra condición de trabajadores. Esto es muy verificable en mi caso: antes de integrar el consejo directivo, yo era un católico muy practicante. Estuve a favor de la educación libre y no de la laica. A pesar de eso, me cuentan los compañeros que en un momento Tosco dijo: "Nosotros no tenemos ningún católico, y tenemos que tener uno en el consejo. Hablen con Alvarez y propónganle que se sume". Esto demuestra cómo llevaba la unidad hasta las últimas consecuencias.
—Fue muy original sostener esta línea política en una época caracterizada por un gran debate ideológico y político en el movimiento obrero, donde coexistían diversas posiciones muy sectarias. Es el caso de los sindicatos clasistas de Fiat (Sitrac y Sitram), que criticaban a Tosco por "reformista"...
—Sí. De todas maneras los dirigentes de Sitrac y Sitram, incluido Gregorio Flores, no dejaban de reconocer que el «Gringo» era un dirigente genuinamente representativo y de gran influencia y prestigio entre sus compañeros.
—Se lo puede considerar como el dirigente sindical prototípico de la unidad en la acción...
—Eso se puede ver claramente en la síntesis política que tuvo su más alta expresión en el Cordobazo. En donde el «Gringo» no dudó en plantear la unidad en la acción con un dirigente como Elpidio Torres (Smata), del cual era muy crítico y estaba claramente encuadrado en el vandorismo. Torres era el otro polo de los sectores más radicalizados de la clase obrera cordobesa. Todo ese amplio espectro político-sindical confluyó en aquella gesta histórica, con la finalidad unitaria de voltear a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Las gruesas columnas de trabajadores de IKA-Renault, encabezadas por Torres, jugaron un rol fundamental en esas jornadas.
—¿Cómo fue la relación de Tosco con el dirigente Atilio López (UTA)?
—Era muy estrecha, de amistad. Allí se demuestra nuevamente la concepción unitaria del "Gringo", que fue adjunto de López en la CGT-Córdoba y a quien apoyó políticamente cuando fue vicegobernador de Ricardo Obregón Cano, en 1973.
—¿En el consejo directivo que usted integró había dirigentes de distinto encuadramiento político?
—Teníamos origen político diverso: el «Gringo», cercano al PC y luego al PRT en la última etapa de su vida, aunque no encuadrado orgánicamente; Di Toffino, peronista; Sánchez, radical; Alberti, independiente; Grigaitis, cercano al comunismo. En mi caso, era de origen católico y luego derivo al comunismo. Tosco también mantenía estrecho contacto con sacerdotes tercermundistas, fundamentalmente con Erio Vaudagna.
—¿Cómo fue el periplo de Tosco en su última etapa?
—En octubre de 1974, el gremio es intervenido y entonces el «Gringo», quien ya estaba perseguido y amenazado por la Triple A, debió pasar a la clandestinidad hasta su muerte. Cambiaba de domicilio frecuentemente, sobre todo en pequeñas localidades serranas. Me tocó el honor de ser uno de sus contactos permanentes en esos días terribles. Finalmente, se precipitó su enfermedad, una encefalitis, y hubo que trasladarlo a una clínica del Gran Buenos Aires ligada al PC, gracias a una gestión del compañero Caffaratti. Luego de una fugaz mejoría, finalmente muere el 5 de noviembre de 1975.
—¿Fue trasladado a Córdoba en forma clandestina?
—Sí. En una ambulancia, sentado en el lugar del acompañante. Estuve entre quienes recibimos el cuerpo y lo preparamos para ser velado. Se lo despidió en el Club Redes Cordobesas y a su entierro, en el cementerio San Jerónimo, asistieron 20 mil compañeros. En medio del discurso de despedida del dirigente Juan Malvar, líder de los gráficos, hubo un tiroteo por parte de policías de civil ligados a la Triple A y un gran desbande de la multitud aterrorizada.
—¿Cuál es su legado?
—Tosco sigue siendo hoy nuestro guía y ejemplo. Sentimos que el «Gringo» también luchaba junto a nosotros en la larga y dura batalla contra la privatización de la Epec en los 90, que terminó victoriosa.