En política exterior, Fernández también apareció tironeado entre su propia visión del mundo y las urgencias que debe enfrentar. Con un agravante: debe moverse en un mundo turbulento, atravesado por la disputa entre Estados Unidos y China.
En política exterior, Fernández también apareció tironeado entre su propia visión del mundo y las urgencias que debe enfrentar. Con un agravante: debe moverse en un mundo turbulento, atravesado por la disputa entre Estados Unidos y China.
De ese modo, el jefe del Estado ensayó un giro respecto de la política de Mauricio Macri, pero al mismo tiempo evitó irritar a Donald Trump, quien tiene el botón rojo en el FMI.
En ciertos temas, como la crisis venezolana, Fernández se alineó junto a México en una tercera posición, lejana de Washington pero también del debilitado eje bolivariano.
En un juego a varias bandas, recibió como asilado a el ex presidente boliviano Evo Morales, depuesto por un golpe de Estado el 10 de noviembre pasado, pero endureció su posición respecto del gobierno de Nicolás Maduro y se mantuvo en el Grupo de Lima.
Ese camino intermedio podría incluso volverse un callejón si el mundo se torna más hostil y Fernández debe elegir entre EEUU o China. Ambos son estratégicos: los dólares financieros vienen de América del Norte, los comerciales de Asia.
Por Mariano D'Arrigo