El DNU 70/23 dictado el 20 de diciembre pasado por el gobierno de Javier Milei va convirtiéndose de un instrumento político a un escollo y, ahora, a un escándalo jurídico y político sin solución para el gobierno nacional. Contrariando un principio elemental de los DNU –no pueden modificar ni derogar leyes- en este caso modifica 79 normas y deroga otras 300. Nunca antes ocurrió en la historia parlamentaria argentina. Con dos meses de retraso y con los plazos reglamentarios vencidos, finalmente las presidencias de Diputados y del Senado –de La Libertad Avanza (LLA), Martín Menem y Victoria Villarruel- nominaron la integración del cuerpo, sus 16 miembros, ocho de cada Cámara.
La composición, donde UP (Unión por la Patria) y la alianza de LLA con el PRO y Cambio Federal cuentan con la misma cantidad de miembros (6 peronistas, 3 del LLA, 2 del PRO, uno de Cambio Federal, y los restantes 4 miembros de los bloques de la UCR y de Hacemos Coalición Federal), no presenta concordancia con el número de legisladores totales de cada fuerza.
Por caso, en Diputados, UP cuenta con 99 miembros (le otorgaron 3 plazas, una cada 33 diputados) y LLA, que cuenta con 38, le otorgaron dos plazas, una cada 19. No hubo explicación matemática (de Menen ni de Villarruel) que justifique ese criterio de “proporcionalidad”, que taxativamente exigen los reglamentos en ambas cámaras.
En el Senado, las matemáticas son aún más caprichosas: LLA, con siete bancas, consiguió un lugar en la bicameral de Tratamiento Legislativo, mientras que UP (33 miembros), que casi quintuplica en bancas a la fuerza oficialista, sienta sólo a tres de los ocho senadores que irán a la bicameral.
Con todo, este jueves se conformará la bicameral y la tensión política estará dada sobre quién será electo como presidente de un minicuerpo de 16 miembros, donde lógicamente el empate en votos (firmas de los dictámenes) siempre está latente.
Si hay empate, desempata el presidente: su voto vale doble.
La disputa será pareja: por ahora los bloques intermedios, miembros de la UCR y de Hacemos Coalición Federal, han preferido no manifestarse expresamente sobre el megadecreto presidencial, aún luego la caída de la ley ómnibus y la catarata de diatribas que el propio presidente disparó contra gobernadores y legisladores, justamente de ese espacio, a los que llamó “ratas”.
En paralelo, el tercer pedido consecutivo en el Senado que hizo UP para tratar directamente en el recinto el DNU 70/23 no fue contestado por Villarruel. En este caso, para el 23 de febrero.
En el peronismo entienden que el DNU (parcialmente vigente, también en parte bloqueado por fallos judiciales) no debería tratarlo la comisión que se conformará este jueves y que, directamente, debería ser revisado por ambos recintos.
José Mayans, titular del bloque de UP en el Senado, advirtió que Villarruel “está violando la Constitución nacional, y a sabiendas”. Y agregó: “Está cometiendo un delito imprescriptible, como ocurrió con la dictadura militar y las violaciones a la Carta Magna y los derechos humanos”.
“Milei y la vicepresidenta juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución, y no lo están cumpliendo”, concluyó.
En tanto, es cierto como lo manifiestan voceros del oficialismo que, durante los gobiernos peronistas de Néstor y Cristina Kirchner, y también Alberto Fernández, hubo DNU que no fueron tratados por el Congreso y, de hecho, continúan en vigencia.
El reglamento es claro: para que un DNU sea “volteado” debe tratarse y ser rechazado por las dos Cámaras. Si no se trata, sigue vigente como ocurrió en distintas oportunidades.
Lo que nunca antes ocurrió es que, habiendo un pedido de sesión para tratarlo (tres veces consecutivas), la presidenta de la Cámara alta rechace el planteo. En los casos en que los DNU no fueron tratados, atendió a que las fuerzas políticas que hubieran querido rechazarlos no contaban con la posibilidad de ganar una votación en el recinto. Y directamente no solicitaban la sesión. No es el caso actual.
Las cartas están sobre mesa, falta que se definan los dudosos, al tiempo que la conflictividad económica y social crece y horada los muros del Palacio.