A media mañana de ayer el comisario Natalio Marciani entró con una caja de cartón a su oficina en el primer piso de la Unidad Regional II (URII) y comenzó a desarmar su despacho, el de jefe de policía de Rosario. Sus últimas 48 horas al frente de la fuerza de seguridad de la ciudad estuvieron sacudidas por un allanamiento ordenado por el fiscal de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos José Luis Caterina, en una investigación que tiene como carátula el genérico “incumplimiento de funcionarios público”. Si bien Marciani negó todo tipo de vinculación con algún delito, el miércoles le secuestraron su celular, le requisaron la oficina y su auto particular. La misma medida se practicó para la entonces subjefa Betiana Governatori, el habilitado y un numerario de la regional.
En ese marco, cuando el uniformado ya había desarmado su oficina, un comunicado oficial anunciaba que “el ministro de Seguridad Jorge Lagna definió el cambio del jefe de URII, Natalio Marciani. En su lugar quedará a cargo la actual subjefa Betina Governatori, hasta que se designe un nuevo jefe”. Hasta ahí lo formal y cortés.
Pero ¿a qué se debió la salida de Marciani? ¿Fue por los allanamientos del miércoles en Jefatura? ¿Fue parte de una interna feroz? ¿Hubo incumplimiento de los deberes de funcionario público? Según contaron fuentes cercanas a la investigación, el domingo a la noche el todavía jefe de policía de Rosario se comunicó con la jefa policial de la provincia Emilse Chimenti. En una docena de mensajes Marciani le comentó a manera de infidencia y en tono informal a su jefa que “varios proveedores de la policía de Rosario le habían dicho que el habilitado de provincia les había pedido una «moneda extra»” para cerrar negocios con la fuerza. Entonces Chimenti lo paró en seco y le dijo: “Bueno, denuncialo”. A lo que Marciani respondió: “No, yo tengo códigos”.
La norma marca que si un funcionario de la fuerza está en conocimiento de un delito debe realizar la denuncia. Algo que Marciani habría desconocido. Por ello, a primera hora de la mañana del lunes, la jefa Chimenti se presentó en el Centro de Justicia Penal (CJP) e hizo la denuncia que Marciani se había negado a formular. Entonces la fiscal regional María Eugenia Iribarren le dio el expediente al fiscal José Luis Caterina para que investigue.
El representante del Ministerio Público de la Acusación (MPA) tomó la carpeta judicial y en una de sus primeras medidas al respecto ordenó el miércoles allanar la Jefatura y secuestrar los celulares de Marciani, Governatori, el habilitado (especie de tesorero de la regional) Mauricio Santana y el secretario de éste, Séptimo Gerlo. A la incautación de esos teléfonos se le sumó el aparato de Cristian Güemes, habilitado de la policía provincial. Es importante aclarar que hasta anoche ninguno de los mencionados había sido imputado de delito alguno.
Otro elemento en el contexto del desplazamiento de Marciani y que se comentaba en los pasillos de Ovidio Lagos al 5200 desde hace un tiempo era que el hombre no era del agrado de Chimenti. Desde hace al menos diez días su corrimiento era parte del menú de rumores diarios dentro de la policía provincial.
El octavo
La seguridad no parece ser el punto fuerte de la gestión del gobernador Omar Perotti. Desde que asumió en diciembre de 2019 tuvo dos ministros de Seguridad. Marcelo Sain, desde el puntapié inicial hasta que fue corrido de su cargo el 18 de marzo de 2021. Y Jorge Lagna, quien asumió el 19 de marzo de 2021 y sigue en funciones.
Con ese telón de fondo Marciani fue el octavo jefe de policía de Rosario desde que Perotti tomara las riendas de la Casa Gris hace 28 meses, el 11 de diciembre de 2019, y estuvo al frente de la fuerza del departamento en dos ocasiones. Es que cuando era el número 2 del jefe Adrián Forni debió timonear la Jefatura tras la muerte de su superior por Covid, y lo hizo desde el 23 de mayo hasta el 11 de junio de 2021 cuando asumió la sexta dupla de conducción de la URl II conformada por Luis Maldonado con Sebastián Igonet como subjefe primero y Marcelo Mendoza después.
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Los ocho jefes policía en 28 meses dejaron en evidencia que en Rosario la gestión nunca dio en el clavo del problema. No logró calmar la ansiedad de una sociedad acostumbrada a desayunar escuchando el conteo diario de los asesinatos. Los cambios policiales no exponen relanzamientos de gestión sino que sirven para tapar baches generados por hechos negativos de alto impacto o profunda conmoción pública. Así será ahora que Betina Governatori deberá pilotear las horas o los días hasta que el ministro de Seguridad designe al nuevo jefe o jefa de la policía rosarina en la gestión Perotti.
Governatori se graduó como policía en 1999. Inició su carrera en la comisaría 20ª de Empalme Graneros y luego pasó por las seccionales 7ª y 5ª, por el área de Relaciones Policiales de la Escuela de Cadetes, la División Estudios, la oficina de Sumarios Administrativos de Rosario, fue subjefa de la Oficina de Análisis Criminal de la URII y estuvo en la Secretaría de Investigación Criminal de Ministerio. Luego fue trasladada a la Unidad Regional VI de Villa Constitución, pasó por la comisaría 13ª rosarina, la División Informaciones y desde 2017 trabajó en Rosario en la División Personal.
También como jefa de Sumarios Administrativos estuvo a cargo de una Inspección de Zona y llegó a la subjefatura de policía de Rosario en enero pasado junto a Marciani. Su nombre resonó en los últimos días al ser mencionada por el comisario retirado Gustavo “Gula” Pereyra en el juicio que se sigue contra Esteban Lindor Alvarado. Pereyra y Governatori fueron compañeros en la ex la Secretaría de Delitos Complejos, bajo el mando de los procesados Ana Viglione y Andrés Ferrato.