La tarde del viernes los tiros se hicieron dueños de la zona de 27 de Febrero y Brasil, en el oeste de la ciudad. A las 17.30 un chico de 17 años que no era del barrio y que fue identificado como Yair Ignacio Nicolás Márquez, fue alcanzado por dos disparos que le ingresaron por el tórax y la espalda tumbándolo. Un vecino lo llevó en su auto al Policlínico San Martín adonde el menor llegó muerto. Ayer, en el barrio algunos vecinos dijeron que el chico no era de allí, que vivía ocasionalmente en una casa abandonada y que quien le disparó es un hombre de la zona, otros comentaron a LaCapital de forma casi burlesca: “Acá ayer no mataron a nadie”. Pero el parte policial es implacable. El joven, que tenía domicilio en Campbell al 4300, fue asesinado allí.
Cuando el chico fue baleado un vecino que vive a metros de 27 de Febrero y Brasil lo cargó en su camioneta Chevrolet S10 y recorrió como pudo las más de 15 cuadras que lo separaban del Policlínico San Martín, en Chubut al 7100. Pero al llegar los médicos comprobaron que Yair estaba sin vida.
Tres horas después del homicidio un hombre bajó de un auto y disparó hacia el interior de un carrito de comidas ubicado en la zona de 27 de Febrero y avenida de Circunvalación, a unas cinco cuadras del lugar del crimen. Fue alrededor de las 21 cuando un vehículo bordó llegó hasta el lugar y un hombre joven bajó y disparó sin decir una sola palabra. No queda claro si el ataque fue al local o directamente apuntaron a Jonathan O., de 29 años y empleado del carribar. Al muchacho lo alcanzaron varios balazos y anoche estaba internado en el Hospital de Emergencias.
Al respecto, un comerciante de la zona sostuvo ayer que “es raro lo de la parrilla porque ellos hace tiempo que están acá y son buena gente. Van muchas familias a comer y a veces hay policías que estacionan sus móviles. Es muy raro”, remarcó.
En cuanto al homicidio, según los vecinos, está teñido por un ambiente narco “es posible que el chico fuera soldadito”, se animaron a decir algunos. A metros de donde cayó Yair, casi donde calle Brasil se topa contra los paredones del cementerio La Piedad, ayer a la tarde había cuatro personas sentadas en medio de la calle sobre cajones de manzanas y compartiendo unos porrones. Uno de ellos, con notables tatuajes en el cuerpo y el rostro aseguró: “Acá no mataron a nadie amigo”, mientras los otros tres lo miraban sonrientes.