El 7 de diciembre pasado Jaharí Sofiudin, un maestro pastelero de 47 años a quien todos llamaban José y cuyo padre es de origen indonés, estaba recostado en un camastro de la panadería “La Tradición“, en Santiago al 4700. El hombre tomaba un breve descanso en su trabajo cuando un compañero identificado como Miguel Alejandro Martínez, de 30 años, le arrojó sobre el cuerpo un balde con grasa que minutos antes había calentado al fuego provocándoles gravísimas heridas. Tras el salvaje ataque el agresor huyó del lugar en una moto mientras que otros trabajadores llevaron a José al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde agonizó hasta la noche de Navidad, momento en el que falleció.
Las cámaras internas de la panadería registraron la secuencia y en ese registro, además de escucharse los gritos de dolor de José, se ve al trabajador intentando sacarse la ropa y mojarse las graves quemaduras sufridas. Según los compañeros de la víctima y la misma familia de José, el ahora prófugo Martínez no tenía ningún tipo de disputa previa ni enemistad con José, aunque sostienen que el agresor sentía un “profundo celo laboral”.
Una vez cometido el ataque Martínez tomó su moto, que guardaba dentro de la cuadra de la panadería, y huyó del negocio que se levanta en Santiago y Estado de Israel. A partir de ese momento no se supo más de él, aunque una línea investigativa lo sitúa en Rosario, tal vez en un asentamiento de la zona sur.
El fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Patricio Saldutti pidió colaboración para hallar al agresor y dispuso que se diera a conocer su foto además de encomendar diversas tareas al personal de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que permitieron individualizarlo. No obstante, la causa pasará los próximos días a manos de los fiscales en turno Marisol Fabbro y Adrián Spelta.
Compañeros de los dos trabajadores aseguraron que Martínez había preguntado varias veces desde la mañana por el horario en que llegaría José. Pero la agresión sorprendió a todos. El propietario de la panadería contó que el asesino trabajaba desde hacía 14 años en el lugar y nunca había exteriorizado una personalidad violenta.
Las abogadas de la familia Sofiudin, Melina Cimino y Verónica Colman, argumentaron que “el hombre que le derramó la grasa sabía perfectamente lo que hacía, la intención fue matar a José. Cuando sucedió el hecho hicimos una presentación por lesiones graves y desde Fiscalía no se emitió la orden de capturar a Martínez, que tuvo todo este tiempo para escapar”. Asimismo, las profesionales dijeron que “los celos eran porque José era maestro pastelero y tenía por su calificación algunos beneficios por parte de la patronal que el agresor no recibía. El perfil del atacante _dijo Cimino_ es el de un hombre tranquilo y sus compañeros lo definen como «agua de tanque», realmente no saben qué le pasó”.
En tanto, Colman aseguró que se constituyeron “como querellantes y pedimos que se caratule el legajo como homicidio con alevosía. Pero además el caso es considerado un accidente de trabajo ya que la ley de ART señala que cualquier hecho violento que se da en el ámbito laboral es tipificado como accidente más allá del hecho penal”.
Las abogadas explicaron que la grasa hirviendo genera una bacteria letal y que, por otra parte, sigue quemando todas las capas de piel por lo que en estos casos es muy difícil evitar las infecciones bacterianas y de distintos órganos que terminan matando al paciente.
Para el fiscal Patricio Saldutti, el hecho es “un homicidio calificado por alevosía” y de acuerdo a las pruebas con las que cuenta “las cámaras de seguridad han registrado la situación y el caso estaría aclarado por completo”. Además, manifestó que “es claro que hay premeditación en la forma de cometer el hecho porque el agresor esperó que el compañero se recueste para ir a tirarle la grasa”.
En el mismo sentido el fiscal aseguró que “el imputado está con orden de captura porque luego de cometer la agresión se fue de su domicilio y dio de baja su línea de celular. Está identificado con nombre y apellido y no tiene antecedentes condenatorios que se hayan podido corroborar”.
Elisabet, viuda de José, aseguró que su marido y el agresor “eran buenos compañeros de trabajo y hacía unos 8 años que compartían un espacio en la panadería. José se fue de ese trabajo un tiempo y cuando volvió este muchacho se puso muy mal. José se quedaba a dormitar a veces en el negocio porque nosotros vivimos en Villa Constitución y no podía ir y venir si es que a la tarde tenía que hacer lago. Mi marido era maestro pastelero y hace casi veinte años que capacitaba a otros panaderos”.
Según Elisabet, José ingresó al Heca en estado consciente y así se mantuvo por siete días. “Me dijo que hiciera la denuncia pero primero no me la querían tomar en la policía. Me decían que la víctima tenía que denunciarlo y eso era imposible. Las quemaduras eran muy profundas y este hombre sabía que lo iba a matar”, concluyó la viuda.∏