Héctor Daniel Fleitas tenía 21 años y sabía algunas cosas que incomodaban a una banda de muchachos de la villa La Palmerita, ubicada sobre la colectora oeste de la avenida de Circunvalación a la altura de calle Ituzaingó, donde también vive su familia. Por eso estaba amenazado. Y tanto sus familiares como algunos de sus amigos conocían la situación. Pero él no quería hacer la denuncia para evitar males mayores. La tarde del 17 de abril, quienes lo estaban buscando salieron con toda la intención de encontrarlo y quitarle la vida. Y lo lograron. Fue después de un raid por la zona sudoeste de la ciudad en el cual violaron dos domicilios y le causaron heridas a otras tres personas. Como consecuencia de ese hecho, agentes de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) bajo las órdenes del fiscal Alejandro Ferlazzo realizaron una serie de allanamientos en busca de los autores del crimen y lograron dar con uno de ellos, a quien identificaron con Iván Norberto Ch., quien el jueves fue imputado y el juez de primera instancia Gustavo Pérez de Urrechu le dictó la prisión preventiva por el plazo de ley.
Según la acusación, Iván Ch. cometió lesiones leves; homicidio agravado por el uso de arma de fuego calificado por el concurso premeditado de más de dos personas; homicidio agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa calificado por el concurso premeditado de más de dos personas en dos hechos; abuso de armas, violación de domicilio en dos ocasiones en carácter de coautor y portación ilegítima de arma de fuego de guerra en carácter de autor, todo en concurso real entre sí. Ante semejante acusación, el juez de primera instancia Gustavo Pérez de Urrechu le dictó la prisión preventiva por el plazo de ley.
Los últimos momentos de vida de Fleitas quedaron grabados en su propio celular. Su hermana Brenda, al declarar en el Ministerio Público de la Acusación (MPA), puso a disposición de los investigadores no solo capturas de pantalla sino audios de WhatsApp del teléfono del muchacho, aparato que un vecino recogió en la escena criminal y se lo dio a ella cuando supo quien era. “Me dieron un tiro, perro. Fue el Iván”....dijo en su último mensaje Fleitas, registrado a las 14.26 del sábado 17 de abril y enviado a un número no agendado pero desde el cual se avisó a su familia y a sus amigos de lo ocurrido. Ese dato fue vital para encaminar la pesquisa y poder establecer la mecánica de la cacería contra la víctima y el desenlace de la misma.
Según la reconstrucción realizada por el fiscal todo empezó poco antes de las 14 del 17 de abril cuando Iván Ch. junto a su tío, Adrián “Mafia” B., llegaron armados a una vivienda de Juan Pablo II al 2900 donde vive Cristian R. con su familia buscando a tres jóvenes: el hermanastro del dueño de casa, Gonzalo, de 14 años; Angel A., al quien todos conocen como “Antony Montana” (por el personaje narco de la película Scarface interpretado en 1983 por Al Pacino); y al propio Héctor Daniel Fleitas. Allí golpearon salvajemente con las culatas de sus armas a Cristian provocándole heridas en el cráneo y las manos para que les dijera donde estaban los muchachos que buscaban. Incluso ingresaron a la propiedad y requisaron cada rincón buscando a los jóvenes. No contentos con ello amenazaron a la cuñada de Cristian R., quien estaba junto a sus dos pequeños hijos. “Dejá la casa porque esta noche los mato a todos, yo mato a cualquiera, no me importa nada”, le dijo uno de los agresores según el testimonio de la mujer ante la Fiscalía. Pero los tres pibes, que habían estado momentos antes en el lugar tomando una gaseosa, ya se habían retirado a bordo de dos motos.
En la vereda
Tras ello Iván Ch. junto a Mafia y otras cuatro personas se dirigieron hasta una vivienda de México al 2000 donde vive Gonzalo con su padre. Habían pasado las 2 de la tarde de aquel sábado cuando el adolescente estaba en la puerta de la casa charlando con “Antony Montana” y Fleitas. Entonces vieron que se les acercaron tres personas caminando y otras tres en un viejo Renault 12 gris que, al declarar ante la Justicia, Cristian R. dijo haber visto el día anterior a los hechos estacionado a metros de su casa y que el mismo era de un tal “Caco” que trabaja en una chatarrería de 27 de Febrero y Colombres en la cual también trabajan Mafia y su sobrino Iván.
Según lo que contó Gonzalo ante el fiscal, estaban “los tres sentados en el piso de la vereda cuando de repente dobló en contramano por calle México desde Cerrito un Renault 12 gris. El auto dobla y veo que también vienen tres hombres caminando por la vereda de mi casa con armas de fuego en sus manos”. Otros testigos aseguraron que quienes se acercaron a pie eran Mafia y su sobrino Iván detrás, quien les gritó a los pibes, “quedensé quietos”, y un tercer muchacho al que no reconocieron cerrando la fila.
En ese instante, quienes venían caminando y la persona que viajaba en el asiento delantero derecho del auto empezaron a disparar contra los muchachos. Fueron “unas ocho o nueve veces”, dijeron los testigos y vecinos de la populosa barriada. Daniel Fleitas se levantó y empezó a correr hacia calle Ituzaingó tratando de protegerse, pero solo alcanzó a llegar a un ancho pasillo ubicado a la altura del 7200 detrás de cuya puerta de chapa cayó desangrándose por un disparo que lo había alcanzado en el abdomen y murió en el lugar producto de una hemorragia abdominal masiva.
En tanto, Gonzalo y “Antony Montana” salieron disparados hacia el interior de la casa del menor en busca de protección. Pero los atacantes los persiguieron, patearon las puertas buscándolos y dispararon sus armas al menos cinco veces antes de marcharse.
Como consecuencia de ello Angel A. resultó herido en un hombro y el propio Gonzalo en una moto lo llevó hasta el Policlínico San Martín desde donde más tarde lo derivaron al Heca donde se recuperó con el paso de los días. Pero no fueron los únicos lesionados por la brutal saga de los seis hombres armados. Un vecino de calle México que estaba sentado en la puerta de su casa al momento de la emboscada también fue alcanzado por un proyectil en un hombro aunque la lesión no le provocó riesgos a su vida.
Estaba amenazado
Los motivos del crimen de Héctor Daniel Fleitas parecieron estar claros desde un primer momento. Cuando este diario estuvo en el lugar del hecho, momentos después de ocurrido, tanto la hermana como la madre del joven dijeron que el joven “estaba amenazado” desde que el 11 de febrero pasado. Ese día asesinaron a su amiga Luisana Biagiola, una nena de 13 años que estaba en la casa de su tía, en 27 de Febrero al 7200, cuando una lluvia de balas cayó sobre la vivienda y un proyectil la alcanzó quitándole la vida en el acto. Desde entonces la vida de Fleitas cambió y algunos se animaron a decir que “sabía quienes habían matado a su amiga”.
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A tal punto esa hipótesis engrosó la carpeta de la investigación que la propia madre de Fleitas reconoció ante los pesquisas que su hijo se había ido de su casa “dos días después del crimen de Luisana” porque Iván Ch. y sus hermanos, a quien ella conoce desde chicos porque viven enfrente de su vivienda, lo habían amenazado. Y que cuando decidió irse, el joven le contó: “Agustín Ch. dijo que Iván y su hermano Fabián lo iban a bajar a él o me iban a bajar a mí. Lo acusaban de saber algo y no volvió a casa nunca más, yo no sabía dónde estaba viviendo”.
Incluso, la mujer sostuvo que su hija Brenda había guardado en su celular capturas de Facebook donde uno de los hermanos Ch. amenazaba a su hijo y que Héctor Daniel le pedía que “no haga la denuncia por miedo a que sea todo peor”.
En ese sentido, la hermana de Daniel contó a la Justicia que el muchacho solía juntarse con uno de los hermanastros del ahora detenido e imputado y que ese joven le había advertido que “no vaya a mi casa porque sus hermanos Fabián e Iván lo iban a bajar. Le dijeron que mientras que él no vaya a mi casa, a nosotros no nos iba a pasar nada”. Y confirmó que unos días antes del crimen de Luisana su hermano le contó “que los chicos del barrio le habían dicho que a Agustín (hermanastro del imputado con el cual Fleita tenía cierta relación) lo estaban buscando porque tenía problemas con alguien y se habían metido con quien no se tenía que meter”.