Ayer, poco después de las 17, dos adolescentes pateaban una pelota en un pasillo humilde, ancho y descascarado de Alem al 4000 en el fondo del cual algunos vecinos dicen que funciona un búnker de drogas. En ese momento entró un joven "de no mas de 17 años" con un arma en la mano y se topó con los dos chicos que jugaban: Agustín, de 14 años, y Brandon, de 18. El padre de éste, Darío Leguizamón, de 38 años, estaba arreglando un lavarropas al lado de su mujer, vio al agresor y se dio cuenta de lo que se venía. El joven armado no dudó: disparó al menos cuatro veces. Un tiro alcanzó al pequeño Agustín y los otros a Darío, que murió casi en el acto.
El adolescente fue trasladado por los propios vecinos al Hospital Provincial y anoche lo operaron de la herida que le provocó una bala que le atravesó el tórax: "Está mas o menos, pero zafó", contó un familiar entre lágrimas ante la consulta de este diario.
Del matador se tienen varios datos que contaron los vecinos de la cuadra: "Entró al pasillo mirando para abajo y con el fierro en la mano. No preguntó por nadie y caminaba como para el fondo. Cuando vio a los pibitos jugando se embatató y empezó a los balazos. En un momento se le trabó el arma y le pegó dos veces con la palma de la otra mano", contaron asustados los habitantes del lugar.
María Elena, la mujer de Darío, relató entre lágrimas: "Estábamos tomando mate y él vio al pibe. Salió y éste chico apuntó para adentro. Darío se puso adelante mío y las balas le dieron a él. Nosotros lo poco que tenemos lo pagamos trabajando".
La mujer, que cursa un embarazo de seis meses, es madre de una adolescente de 14 años y de Brandon, de 18. "Fue un hombre trabajador y cuando no tuvimos trabajo cirujeamos", dijo. "No sé si hay o no un búnker acá en el pasillo", sostuvo para tratar de explicar el ingreso del pibe armado.
En la entrada del corredor hay una casa con cerámicos rojos en el frente, muchos faltan y fueron arrancados a balazos. Un cartel avisa: "Nuevos Dueños". Manuel, un vecino, lo explicó así: "A la casa de adelante la balean siempre. Hace mucho hubo un búnker enfrente de la casa y para mí que este pibe se confundió de pasillo. Nosotros somos laburantes y no nos metemos con nadie".
Darío Leguizamón trabajaba en una empresa de limpieza y era muy querido en la zona, tanto que el barrio estaba juntando "unos pesitos" para ayudarlo a festejar el próximo cumpleaños de quince de su hija.
Una vez que cumplió su misión, el asesino salió por calle Alem hacia Centeno. Según dicen los vecinos, una cámara privada de mitad de cuadra muestra cuando se sube a un auto blanco donde lo esperaban al menos tres personas que huyeron con él.
La causa quedó en manos del fiscal de Homicidios Florentino Malaponte, y desde la Fiscalía expresaron que "por el momento no hay indicio de la motivación y de la identidad de los autores. Lo que sí se descarta es un hecho de robo".