En los tiempos muertos de un juicio interminable era el único de los 11 acusados que no hablaba. Permanecía sentado, con el cuerpo macizo inclinado hacia atrás y algo extraviado. El día del veredicto rehusó la chance de decir las últimas palabras ante los jueces. Y a éstos los puso en un brete al momento de pronunciar la sentencia. ¿Cómo llamar a ese hombre de identidad huidiza al que habían resuelto condenar? ¿Cómo denominar a un imputado que empezó el juicio oral con un nombre fijado en un documento argentino y lo terminaba con otro impreso en un pasaporte colombiano? Ni en la audiencia final quedó claro quién era la enigmática persona allí presente. Era el hombre sin nombre.
Lo que sí estaba probado es que este individuo al menos una vez había sido un impostor. Llegó al juicio como correo de una banda liderada por ciudadanos colombianos que traficaba cocaína al exterior. En uno de esos viajes, el 12 de diciembre de 2008, lo atraparon en San Pablo, en la escala de un vuelo a Portugal. Llevaba un pasaporte argentino a nombre de Luis Avelino Esquivel y 5,745 kilos de cocaína.
Con ese nombre lo condenaron en Brasil y pasó 6 años en la cárcel paulista de Itaí, donde sólo hay extranjeros. Al cumplir la pena lo esperaban en Argentina porque tenían detectado, por escuchas, que había realizado unos 20 viajes similares.
En febrero pasado un funcionario del Tribunal Federal 2 de Rosario que lo juzgaba mandó sus datos al Registro Nacional de Reincidencias para saber si tenía cuentas previas pendientes. La respuesta generó asombro. Había un Luis Avelino Esquivel fichado en el Registro Civil. Pero las huellas del hombre juzgado en Rosario no eran las del dueño de ese documento. Los dedos de esa persona, para más datos, no aparecían en ningún organismo argentino.
Lo que pasó entonces fue de película. El tribunal emprendió una pesquisa sumaria hasta encontrar al Luis Avelino Esquivel auténtico. Es un comerciante humilde de Quilmes al que hubo que pagarle viáticos para que llegara a Rosario a testificar en un viejo Renault 19. Cuando lo hicieron pasar al estrado el silencio se cortaba con cuchillo. El hombre de Quilmes contó que reciclaba plástico, que nunca tuvo un problema penal en su vida y que tenía el DNI cuadriplicado. Fue así como hubo dos Luis Avelino Esquivel en la sala. El que estaba acusado observó todo sin hablar. Rompió su sigilo a la audiencia siguiente, sólo para decir que su verdadero nombre era Oscar Rey Patiño, que era colombiano y que su pasaporte había sido secuestrado en la casa de Marcelo Biradelli, otro de los juzgados.
"¿Cómo prefiere que lo llame?", le preguntó La Capital al hombre sin nombre. "Usé tanto el nombre de Esquivel que me acostumbré a que me digan «Lucho», pero llámeme como prefiera. En realidad mi nombre es Oscar".
El tribunal que lo condenó a 9 años de prisión está convencido de que el cambio de nombre, lo que implica delito de adulteración de identidad, fue para viajar como valijero de cocaína con un pasaporte limpio de antecedentes penales. Él da una versión extravagante de los motivos que lo llevaron a adoptar un nombre argentino. "Lamentablemente los colombianos estamos mal vistos. Tenemos el estigma de la droga, a todos nos suponen narcos. Entonces me conseguí un documento argentino porque ustedes tienen mejor reputación. Y eso me permitía viajar con menos trámites porque a los colombianos nos piden visa en todas partes y a los argentinos no".
—¿Quién le dio el documento argentino con nombre usurpado?
—Bueno, esta es la tierra de oportunidades. No lo tome a mal pero aquí todo es trucho, todo lo falsifican, como en Paraguay. Entonces a través de un amigo obtuve el documento. Yo quería ir a Europa a trabajar y en Colombia me negaron la visa. Vine a Argentina y desde aquí fue posible.
De España a la Argentina
El hombre sin nombre dice haber nacido en San Martín, en los llanos orientales de Colombia, unos 150 kilómetros al sudeste de Bogotá, hace 62 años. En ese ámbito rural asegura haber sido administrador ganadero aunque eso no le ofrecía seguridades, por lo que quiso emigrar a España. Cuando lo consiguió, dice, trabajó allí como bartender, aunque no sabe el nombre de los bares en los que consiguió empleo, ni siquiera la zona donde están. "Dependía de donde podía localizarme", responde.
En las audiencias la fiscal Adriana Saccone consignó que pudo establecerse que entre 2006 y 2007 el detenido como Luis Esquivel había entrado y salido de la Argentina, siempre por períodos muy cortos, lo que unido a otros indicios postulaba que era una mula que trasladaba drogas.
A eso él lo refuta. "Mi pasaporte argentino quedó en Brasil. Con ese pasaporte salí a Europa una vez en 2007 y volví en 2008. Luego volví a viajar el 12 de diciembre de 2008, que fue cuando me detuvieron en Brasil. Los múltiples viajes que me señalan son apenas tres. Llevaba 16 meses en Europa y tenía que salir porque no tenía visa de trabajo y me deportarían", cuenta.
Algo resuena como dislocado cuando, al dar explicaciones, habla con naturalidad sobre sus dos identidades. "Al volver a la Argentina por una cuestión de necesidad, lo reconozco, acepté llevar ese paquete que es por lo que me detuvieron. Pero pagué mi condena. Es el único delito que tengo como Esquivel. Con mi otro nombre no tengo delitos".
Este diario constató que hay 20 viajes en períodos cortos entre Argentina y Colombia, pero están en el pasaporte colombiano de Rey Patiño entre 2005 y 2006. Para entonces la actividad de la banda ya había empezado. La acusación es por importar cocaína desde Colombia en frascos de frutas tropicales para distribuirla en Argentina y triangularla a Europa. El viajero siempre fue "Lucho".
Los otros
Quien fue señalado como exportador y abastecedor de la droga es un ganadero colombiano de 66 años llamado Argemiro Sierra Pastrana, condenado el miércoles a 9 años de prisión. El distribuidor principal en Argentina y acusado de preparar las maletas en las que se enviaba la cocaína a Europa es Diego López Echavarría, también colombiano, sentenciado a 10 años de cárcel. El que mayor pena recibió (12 años) es el argentino Marcelo Biradelli, acusado de ser proveedor interno y gestor de los viajes al exterior trasladando a Ezeiza y buscando allí a Esquivel/Rey Patiño.
Quien asume ser el falso Esquivel, en la charla con este diario dice que apenas conoce a esas personas y que no cometió con ellas ningún delito. "Nunca me reuní con Sierra ni con López Echavarría o Biradelli. La prueba es que no existen fotos o videos que demuestren eso. Yo solo conocía a Sierra Pastrana por intermedio de Biradelli. Lo vi una sola vez", dice casi contradictorio.
—¿Qué pensó cuando estuvo de frente a su doble, el verdadero Luis Avelino Esquivel?
—Soy consciente de que suplanté su identidad. De parte mía habría sido una ironía hablar en ese momento. No dije nada por respeto.
El diálogo con La Capital fue dos horas antes de la lectura del veredicto. Entonces el hombre abrigaba la esperanza de una absolución por falta de pruebas. Algo que no pasó. Los jueces Omar Digerónimo, Beatriz Barabani y Ricardo Vázquez dejaron en claro que el hombre sin nombre había robado la identidad de Esquivel y que no creen que Oscar Rey Patiño sea su auténtico nombre. Por eso pidieron a la Embajada de Colombia en el país que certifique si las huellas dactilares se corresponden con las que figuran en su pasaporte. Entretanto el hombre sin nombre no eludió la condena.
¿argentino? El supuesto Luis Avelino Esquivel, en la sala de audiencias.