Los tiros no cesan y los muertos se siguen sumando. Varios de ellos son menores de edad. Esa es una situación conocida en las cuadras del barrio Tablada, en el sureste rosarino. Esta vez la víctima fatal fue Víctor Emanuel González Benítez, de 16 años, quien vivía en una casa precaria del pasillo frente al cual lo mataron a balazos, en Biedma 193 bis.
Fue la noche del sábado, cerca de las 22.30, cuando el adolescente salió a comprar cigarrillos y una moto, aparentemente blanca y de 110 centímetros cúbicos, lo esperaba frente al pasillo. Cuando los ocupantes del rodado lo vieron, un joven que estaba como acompañante le disparó al menos cinco veces. Ema, como lo conocían en el barrio, cayó malherido y fue trasladado por un vecino al Hospital Provincial, donde falleció la medianoche de ayer.
Donde vivía Ema, según los vecinos, mataron a por lo menos “seis pibes este último tiempo”, y si se acude a los archivos oficiales y a distintas organizaciones gubernamentales los números reflejan un problema certero: en los últimos 8 años en el departamento Rosario hubo al menos 166 homicidios con víctimas menores de 18 años. De esos casos, 112 fueron víctimas del uso de armas de fuego.
En el caso de Ema, el barrio cuenta que “trabajaba para una bandita de Grandoli, de esas que por acá venden drogas. En el pasillo se transa de todo y el chico daba vueltas por todo el barrio con pastillas, marihuana, cocaína. Era común que se pararan autos y motos y le gritaran «Paraguayo, ¿que tenés?» y el pibe se acercaba y vendía. Por avenida Grandoli es siempre así. La policía y todos lo saben. A estos chicos los usan de soldaditos y siempre les sirven”, dijo una vecina.
Lo ocurrido la noche del sábado también fue contado por los habitantes del pasillo. “A la tarde pasó un pibe en una moto y le dijo a Ema que había bala para él, pero mucha bola no le dio. Y a la noche, cuando salió a comprar puchos, alguien le gritó y lo encararon a los tiros”, dijo una vecina del adolescente. Después que el chico fuera llevado al hospital la policía llegó al lugar y de acuerdo a las órdenes del fiscal Ademar Bianchini realizaron un relevamiento de cámaras de vigilancia en la zona y de posibles testigos.
El barrio conocía al chico y según otros vecinos hace “mucho que tenía problemas. La bandita de él era contraria a la del «Chaqueño», uno que vende por Grandoli y bulevar Seguí. Este hombre tiene muchos pibes de entre 14 y 18 años que trabajan para él. Dicen que al «Paraguayo» lo mató un tal «Enano»”, contó la fuente barrial.
Ema estaba en pareja con Luján, de 15 años y con un embarazo de cuatro meses. “Hace cuatro años que estamos juntos y no sé que pasó. Sí, lo amenazaron, pero siempre lo amenazaban”, dijo la joven a La Capital. Otro vecino sumó: “Es que quieren vender en todos lados y Ema no respetaba zonas”.
>> Leer más: Comprar, vender y morir a balazos: otro chico asesinado en Ludueña
El chico estuvo dos veces internado en el ex IRAR, pero se escapó. Y su último destino había sido un instituto para menores en Santa Fe, lugar del que también se fue.
El padre de Ema contó que “de pibe, a los 12 o 13 años, empezó con las pastillas, y cuando fue más grande se fue a vivir a ese pasillo. Ahí se venden drogas y él andaba armado con una pistola 9 milímetros. La gente para la que trabajan estos chicos hacen eso, les dan plata, una pistola y una moto. Mi hijo no tenía moto pero si el arma, y con eso se agrandan. A mí intentó matarme dos veces, pero eran las drogas, no él”, dijo Emilio, quien vino a trabajar en la construcción desde Paraguay a Rosario hace unos 15 años.
El hombre recordó que “al pibe ya lo habían baleado unos ocho meses atrás y hará unos cinco meses se refugió en mi casa porque lo seguían para matarlo. Una semana después me balearon la casa”, recordó. Ayer a la tarde Emilio esperaba que el cadáver de su hijo le fuera entregado tras la autopsia y los vecinos se acercaban tímidamente a darle sus condolencias mientras las motitos, muchas sin patente alguna, saturaban la zona de Grandoli y Biedma.