"¿Vinieron por una balacera? Qué raro por esta zona", expresó con sorna un vecino de barrio Moreno ayer por la mañana. Horas antes, alrededor de las 2.30, al menos dos hombres patearon la puerta de un departamento de pasillo de Dorrego al 3900 y a sangre y fuego ejecutaron a dos personas: Daiana Magalí Irrazabal, de 24 años, y Gonzalo Federico Urrieta, de 21. Ninguna de las víctimas tenía residencia en el lugar y habían llegado a visitar a los dueños de casa.
Mientras los investigadores analizaban ayer unas cinco hipótesis sobre el móvil del crimen, no podían dejar de notar que Irrazabal fue testigo en el juicio oral que condenó a 19 integrantes de la banda de Los Monos. La joven fue pareja de Nahuel César, una de las víctimas del triple crimen de Francia y Acevedo ocurrido entre los primeros coletazos por el asesinato de Claudio "Pájaro" Cantero. En ese marco, cabe recordar que se trata de la segunda testigo de esa investigación asesinada en menos de un mes, luego de que a comienzos de agosto mataran de cinco balazos a Diego Germán Romero.
El doble crimen quedó en manos del fiscal de Homicidios Miguel Moreno, quien en los primeros minutos trabajó en la escena con efectivos de la comisaría 15ª. "Todas las hipótesis están abiertas, aunque la de robo no tendría mucho asidero de acuerdo a como se presenta la escena del crimen", explicó una fuente allegada a la investigación, y deslizó que Urrieta no habría sido un blanco buscado por los atacantes.
Ayer a la mañana en el barrio los vecinos describían lo que habían escuchado "como una guerra" en la que "hubo entre 18 y 20 disparos". Daiana llegó a la casa donde la asesinaron unos diez minutos antes de ser acribillada. Según los datos preliminares, alguien golpeó la puerta, Gonzalo abrió y entonces un hombre armado metió la mano y empezó a disparar "hacia donde estaba sentada" Daiana.
Daiana Irrazabal recibió un balazo en la cabeza que la mató en el lugar. Tenía dos hijos pequeños con quienes vivía en el Fonavi Parque del Mercado y cuyos respectivos padres murieron asesinados (ver aparte). Gonzalo Urrieta recibió impactos en tórax y abdomen. Lo trasladaron agonizante al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, pero ingresó muerto. También un adolescente de 17 años que vive en el lugar resultó con excoriaciones en ambas piernas luego de cortarse con vidrios rotos que había en el piso.
Entrada única
El "playón" es un complejo de 46 viviendas que se levanta en Dorrego al 3900, sobre la vereda de la capilla María Madre de los Pobres a unos 70 metros de la canchita donde el 1º de enero de 2012 acribillaron a tiros a Jeremías "Jere" Trasante, Claudio "Mono" Suárez y Adrián "Patom" Rodríguez, en lo que se recuerda como el triple crimen de Villa Moreno. El complejo tiene una única entrada, por la que pasa cómodamente un auto, y los departamentos están distribuidos en pequeños pasillos abiertos como en una cruz ortodoxa: un eje vertical y tres travesaños horizontales. La canchita es la misma pero se la ve distinta: los años y el esfuerzo de la militancia de los familiares y del barrio transformaron el lugar en un espacio de fútbol infantil.
Ayer en el playón los vecinos esperaron hasta media mañana para salir. Cada uno que pasaba por delante de la puerta de chapón negra de la casa con el número 26 pintado con Liquid Paper se tomaba unos segundos para el morbo. A un costado un toldo rojo marcaba que allí funcionaba un pequeño almacén: "Granja Koqui y Quica". Y unos metros más allá, un sillón de un cuerpo de cuerina negra había quedado olvidado, a la interperie, en el apuro de evacuar a los heridos.
La imagen del sillón dominando un playón desierto recordaba el mítico punto de encuentro de la pandilla que le dio vida a las primeras temporadas de la serie policial "The Wire", aunque esta vez el asiento no tuviera ese objetivo. En el playón ayer sólo había algunos autos estacionados y el frío había espantado hasta los perros.
Sensibles
Algunos residentes indicaron que en el playón "vive una familia que son súper pesados y tienen a maltraer a los vecinos" aunque no hicieron foco específicamente en la casa donde se desató la balacera. Así, el marco que le daban al ataque fue el de una disputa propia del mundo del narcomenudeo. Asimismo, algunos vecinos señalaron que en la casa donde ocurrió la balacera vive "una familia de gente laburante que tienen una granjita, gente normal".
Más allá de las opiniones, en lo que coincidieron todos los vecinos de la decena que dialogó con este diario es en que "el barrio está volviendo a ser un desastre". Así, recordaban que hace menos de dos semanas, el pasado 17 de agosto, a una cuadra donde ocurrió el doble crimen de ayer, fueron atacados a balazos el frente de una casa y un par de autos. "Los vecinos están sensibles. Pero eso no fue un ataque sobre el lugar sino dos pibes del barrio que se cruzaron y se sacaron chispas", relató un joven del barrio.
También se recordaba ayer que el playón fue escena de una crónica policial hace cuatro meses, cuando una de las mujeres que vive en la casa donde ocurrió el doble homicidio denunció a su ex pareja por incendiarle un auto BMW X6.
Ese caso se judicializó con la detención un hombre de 46 años que fue acusado de lesiones, daño, amenazas simples, coactivas y calificadas, por lo cual la jueza Hebe Marcogliese le dictó prisión preventiva efectiva por el plazo de ley.
La quema de ese auto, en mayo pasado, dio para todo tipo de interpretaciones en el barrio; la mayoría muy alejadas de lo ventilado luego en la audiencia judicial por ese caso.
Sangre
A partir de la información de segunda mano aportada por una decena de vecinos pudo reconstruirse que Daiana llegó a las 2.10 de la madrugada en su Fiat Palio rojo al playón. Estacionó y entró a la vivienda 26 de Dorrego 3930, donde vive una amiga de toda la vida a quien conocía de cuando ésta residía en los monoblocks de Grandoli y Gutiérrez. Al parecer la visita no estaba prevista, ya que con su amiga hacía alrededor de un años que no se visitaba.
Según esta secuencia, Irrazabal fue la última persona en entrar a la vivienda, donde ya se encontraba Gonzalo Urrieta. A las 2.16 Daiana colgó una historia en la red WhastApp en la que se la veía tranquila junto a uno de los dueños de casa. A las 2.20 golpearon la puerta. Gonzalo abrió y al menos un hombre armado metió la mano y empezó a disparar para ganar el interior de la casa, donde continuó tirando hacia el lugar donde estaba sentada Daiana.
Algunos vecinos indicaron que eran dos hombres. Urrieta trató de sacar a empujones a los atacantes y entonces fue mortalmente herido. Daiana recibió un plomo en la cabeza y se desplomó sin vida.
Al escuchar las detonaciones y los gritos un testigo se acercó a mirar qué había pasado. "Era un desastre, con sangre por todo el piso. Estaba la piba con un tiro en la cabeza en medio de un charco de sangre. No tenía pulso. El pibe (Urrieta) tenía pulso. Lo subieron al auto de la piba y lo llevaron al hospital pero murió en el camino. Fue como si la hubieran seguido", indicó.
Amigas
Extraoficialmente pudo saberse que pasado el mediodía una de las dueñas de la casa donde ocurrió el doble crimen se presentó espontáneamente en el Centro de Justicia Penal y le contó a los investigadores lo que sabía sobre el ataque y su contexto.
La mujer confirmó que Daiana era una "amiga de toda la vida" y que fue ella quien la contactó para ir a su casa una hora antes del asesinato. Al respecto, contó que al recibir el mensaje de Irrazabal le respondió que no podía atenderla porque debía levantarse temprano y quería irse a dormir, pero que si quería podía quedarse en la casa de su madre junto algunos de sus hermanos. Daiana estuvo menos de diez minutos en la casa antes de que le descargaran calibre 9 milímetros contra su humanidad y la de Gonzalo.
Al cierre de esta edición la investigación circulaba por varias calles posibles y en simultáneo. Más allá de haber sido testigo del juicio oral contra Los Monos, no se descartaban entre los móviles otras cuestiones que los voceros consultados prefirieron mantener en reserva.
Una noticia que sacudió el Fonavi Parque del Mercado
Daiana tenía dos hijos de 2 y 7 años con quienes vivía en los monoblocks del Grandoli y Gutiérrez, frente al Parque del Mercado. Los padres de sus hijos murieron asesinados. El padre del mayor era Nahuel César, una de las víctimas del triple crimen ocurrido el 28 de mayo de 2013 en la esquina Francia y Acevedo (ver página 40). El padre del hijo menor de Daiana se llamaba Maximiliano Ezequiel Moreno y en las calles de Tablada lo conocían como "Porrudo". Tenía 22 años cuando fue asesinado de nueve balazos el 31 de enero de 2016 frente a su casa de Chacabuco al 3800.
Porrudo fue mencionado en al menos dos homicidios, uno de ellos resonante: el de Daniel Ernesto "Caballo" Alcaraz, ocurrido el 10 de mayo de 2012 cuando tres encapuchados se le acercaron mientras tomaba mate con su pareja en la vereda de su casa de bulevar Seguí 33 y lo acribillaron con disparos de armas calibre 9 milímetros a corta distancia.
La noticia del crimen de Daiana fue como un sacudón en el Fonavi del Parque del Mercado donde vivía en un departamento de la torre "F" de Grandoli y Gutiérrez. "Era una mina que andaba de acá para allá sola. Llevaba a sus hijos en el auto sola. Era media «berretinuda», pero de aguantársela con alguna mina si le decían algo que no le gustaba. Pero jamás anduvo con un arma", remarcó una vecina de la zona que conocía a la joven asesinada.
"Estamos esperando que nos digan dónde la velan porque esto fue un mazazo. La mayoría de los chicos del barrio van a la escuela a la que va el nene más grande de ella", explicó la mujer, para agregar: "Nos dijeron que la última historia que tiene en su WhastApp la subió a las 2.16 de la mañana, cuatro minutos antes de que la asesinaran".