Imagen: Archivo PFA
La "droga del sexo" es líquida, incolora e insípida.
Un operativo conjunto de la Policía Federal y la Afip en distintos domicilios de la ciudad de Buenos Aires permitió detener a cuatro personas y secuestrar una dosis indeterminada de Ácido Gamma-Butirolactona (GBL) o la "droga del sexo", una sustancia que provoca en un primer momento provoca desinhibición sexual, pero luego puede acarrear graves problemas de salud.
Los detenidos son cuatro hombres mayores de edad y junto al GBL, los efectivos de la Policía Federal y la Afip incautaron una gran cantidad de drogas de diseño como LSD, Kristal, éxtasis y Ketamina.
La investigación se inició en julio del año pasado cuando la aduana detectó siete envíos postales que ingresaron a Argentina desde Países Bajos. Los envíos contenían frascos que en su interior portaban una sustancia líquida transparente que, al ser sometida a test de campo, arrojaron resultado positivo para GBL.
Como resultado de los operativos de la Policía Federal y la Afip, hubo cuatro detenciones de personas que además de contar en su poder con varios frascos de GBL, también poseían drogas de diseño, todas de un alto impacto alucinógeno. También les incautaron una suma importante de dinero y documentación de gran interés para avanzar en la causa.
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Los especialistas explican que la GBL es difícil de detectar debido a que es incolora e insípida, lo que permite incorporarla fácilmente a cualquier bebida sin que la persona que la está ingiriendo pueda advertirlo. Incluso, su efecto sedante se potencia si se ingiere junto con alcohol.
La GBL es conocida como la "droga del sexo" o "éxtasis líquido". Es un depresor anestésico que provoca efectos antagónicos: primero euforia, desinhibición, excitación y aumento del placer sexual, y luego relajación y sueño. Incluso, puede provocar un coma inducido o una depresión respiratoria.
Los consumidores suelen mezclarla en las bebidas y lo consumen con otras sustancias como el alcohol, la marihuana, la cocaína o las anfetaminas.
Por Gonzalo Santamaría
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Por Juan Iturrez