Este jueves, a partir de las 19.30, una parte de Rosario se convocará y marchará exigiendo mejores condiciones de seguridad y que el asesinato de Joaquín Fernando Pérez, el vecino de 34 años muerto a balazos en una situación del robo de su auto la noche del martes en barrio Arroyito, sea esclarecido. No será la primera marcha pidiendo mejores condiciones de vida. La sensación térmica de la calle lleva a pensar que no será la última. La sociedad rosarina comprendió, a partir del primer reclamo de los padres de las víctimas del triple crimen de Villa Moreno, el 1º de enero de 2012, que quien no se arremanga y sale reclamar a la calle, no visibiliza su situación y el acceso a una solución es escaso o nulo. Aunque claro está, no es esa una ecuación perfecta. Hubo decenas de casos en los que los familiares marcharon sin obtener si quiera un poco de paz. Desde el triple crimen, al menos, se viene pregonando que se llegó a “un punto de inflexión”. Que así no se puede vivir. Pasó el triple crimen, pasó la marcha en el Monumento a la Bandera a raíz del crimen de Mariano Bertini ocurrido en agosto de 2014, la marcha del Rosario Sangra con sus 20 mil concurrentes en agosto de 2016 y las manifestaciones por el crimen de Sebastián "Oso" Cejas en septiembre de 2020. Y en las calles de Rosario se sigue preguntando ¿cuál será el asesinato con el que los poderes públicos tomen real dimensión del problema de la violencia? La sensación que manifiestan los vecinos es que no tienen interlocutores confiables en sus reclamos.
Joaquín Pérez tenía 34 años, esposa y una hija de dos años. Era arquitecto. Nació y se crió en el mismo lugar en el que fue asesinado la noche del martes: Juan B. Justo al 1700, entre avenida Alberdi y el pasaje Muñiz. El muchacho recibió dos balazos en el pecho y un tercero en la región inguinal cuando estaba guardando su auto. Herido de muerte corrió unos 80 metros, hasta la puerta de su casa, pidiendo ayuda. La marca de sus manos ensangrentadas sobre la puerta color blanca quedaran por mucho tiempo en el recuerdo del rosarino de a pie. Los primeros pasos de la investigación sobre su asesinato, en manos del fiscal Adrián Spelta, se concentran en la tentativa del robo del auto de Pérez, que minutos después del crimen fue abandonado en Flynn y Olivé, a 900 metros de la escena del crimen. En el interior del auto había una pistola calibre 40, arma que será peritada y que al cierre de esta edición los investigadores no podían explicar a quién pertenecía.
La seguridad no es patrimonio de una clase social ni de una barriada en particular. A lo largo de la última década, tomando el triple crimen de la Villa Moreno aquel 1º de enero de 2012 como caprichoso mojón, se han llevado adelante manifestaciones en barrios de clase media y clase media acomodados, se marchó en el Monumento, en los Tribunales provinciales, a las puertas del Centro de Justicia Penal y también en barrios periféricos y pauperizados a los que el ojo de los grandes medios no suelen llegar. No es una cuestión de clases sociales. Es una cuestión de seguridad. Y la cuestión medular sigue siendo que es el Estado quien tiene la obligación de garantizar la seguridad a los vecinos. Nadie pretende en Rosario una seguridad absoluta con una reducción del delito a cero. Lo que manifiestan los vecinos es que quieren mejores condiciones de vida.
Marchas y contramarchas
¿Dónde estamos parados? Poco antes de la medianoche del viernes 15 de agosto de 2014 el empresario Enrique "Pipi" Bertini, de 49 años, llegaba a su casa de Lima al 800 a bordo de su Toyota Etios color gris. Como todas las noches cumplió el ritual de las medidas de seguridad acordada para no ser víctima de un robo. Cuando se sintió seguro subió el auto a la vereda mientras Mariano, su hijo de 22 años, bajaba de su cuarto en la planta alta de la vivienda para abrir el portón levadizo del garaje. Pero en un instante dos delincuentes armados sorprendieron a Enrique y lo balearon en el muslo izquierdo y en la pelvis. Sin pestañear, al ver que el portón se levantaba, uno de los maleantes ganó el interior del garaje, se topó de frente con Mariano y lo asesinó con un disparo en la cabeza. Este asesinato fue una patada en el medio de la cara para los rosarinos y más de dos mil personas, portando banderas y velas, reclamaron el 21 de agosto de 2014 en el Monumento Nacional a la Bandera bajo banderas de “Justicia”, “Seguridad”, “Rosario ciudad liberada”, “Basta de inseguridad e impunidad” y “Justicia y cárcel para los asesinos”, entre otras.
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El 21 de agosto de 2014 la sociedad rosarina se reunió en el Monumento para pedir justicia por el asesinato de Mariano Bertini.
Entre el 2 y el 21 de agosto de 2016 se produjeron 14 homicidios en Rosario. Cuatro de ellos provocaron una importante perturbación en la sociedad: el de Fabricio Zulatto (cuyo cuerpo apareció en un pozo dentro de un quiosco de venta de drogas de Génova al 2100); el de Nahuel Ciarroca (por el robo de un celular); el de Héctor Villarruel (comerciante de 74 años víctima de robo) y el de Araceli Zalazar (cuando un motociclista intentó arrebatarle el bolso, la empujó y la mujer de 79 años golpeó su cabeza contra el cordón de la vereda). Esos homicidios fueron la antesala de la protesta que se conoció como “Rosario Sangra”. Se estima que 20 mil rosarinos marcharon la noche del 25 de agosto de 2016 desde los Tribunales de calle Balcarce al 1600 hasta la sede de Gobernación frente a la plaza San Martín. “Rosario se despertó, se cansó de tantas muertes”. “Con esta marcha tan contundente, queda claro que la sociedad está pidiendo un cambio”. “Nuestros muertos ya no volverán, pero esta marcha debe servir para que no les pase a ninguno de ustedes”. Esos eran lugares comunes entre los discursos de los manifestantes, quienes rogaban a las autoridades que “hicieran algo”. Su masividad no pasó inadvertida. Ni siquiera para la prensa porteña. Gobierno, municipio y Concejo lanzaron planes de contingencia y hasta se votó la emergencia en seguridad.
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El diario español El País de Madrid tituló sin medias tintas: “Argentina moviliza 3 mil gendarmes para frenar la violencia en Rosario”. En su crónica dio cuenta de que la movilización fue de 20 mil personas “para exigir medidas contra la inseguridad”. La crónica del diario español arrancó así: “Rosario, la tercera ciudad de Argentina, se desangra por la violencia. En 2015 se registraron 224 homicidios, en lo que va de año ya suman 136”. Ni los asesinatos ni la violencia cesaron. Una vida para recordar en diferentes postales es la de Eduardo Trasante, uno de los que empujaron aquella movilización. Por aquellos días había perdido a dos de sus hijos en asesinatos: Jeremías, acribillado en el triple crimen de Villa Moreno; y Jairo, asesinado a la salida de un boliche en febrero de 2014. Trasante, en tanto, fue asesinado en su casa la tarde del 14 de julio de 2020.
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Primera marcha reclamando justicia por el Triple Crimen de Villa Moreno. Fue el 5 de enero de 2012.
Los vecinos de barrio Arroyito recordaron este miércoles que se organizaron a partir del asesinato de Oscar Adolfo Bellioti, un vecino de 69 años asesinado la madrugada del 24 de marzo de 2019 cuando llegaba a su casa de Reconquista al 1200 junto a su esposa. Al hombre lo mataron con un disparo en el pecho tras un robo a diez cuadras de la escena del crimen de Joaquín Pérez. A partir de ese momento la vecindad se organizó en grupos de WhatsApp, colocaron alarmas comunitarias y negociaron con el Estado que les colocaran una cámara de videovigilancia de las tres que pidieron: “Nos cuidamos entre nosotros”, dijo una vecina.
La última marcha a gran escala que se recuerde se dio tras el asesinato de Sebastián "Oso" Cejas, un cocinero de 38 años a quien para robarle su Chevrolet Onix le dispararon en el pecho en Gaboto y Sarmiento, frente a la guardia del Hospital Español la medianoche del lunes 21 de septiembre de 2020 mientras a su padre le realizaban una sesión de diálisis.
Un dato a valorar, siempre teniendo en cuenta que el homicidio es el tema más sensible del periodismo policial a la hora de sopesar la seguridad de un lugar, fue que el crimen del Oso Cejas fue el número 10 según el Observatorio de Seguridad Pública o el 12 de acuerdo a estadísticas propias de La Capital que se produjeron en ocasión de robo durante 2020. Alrededor de un 8% de los homicidios en el departamento Rosario.
En 2021, según estadísticas de este diario, en el departamento Rosario entre el 1º de enero y el 20 de octubre ocurrieron siete asesinatos en ocasión de robo sobre 184 crímenes. Claro está que, para quien llora por una víctima de la (in)seguridad, las estadísticas son una usina de excusas para explicar una realidad que duele.