Un pedazo de cielo se desplomó sobre una canchita de Villa Moreno el 1º de enero de 2012. Cuatro sombras armadas con una metralleta, pistolas y voces de infierno salieron de la noche y fusilaron a tres muchachos: "Jere", "Mono" y "Patóm". Pero un fusilado quedó vivo, "Moki", quien salió de ese agujero negro para contar a sus vecinos y al barrio cómo habían muerto sus amigos. Casi seis años pasaron desde entonces, un duelo eterno. Sobrevinieron marchas por la ciudad en reclamo de justicia y para limpiar los nombres de las víctimas, a quienes en un primer momento la policía descalificó y dijo que eran víctimas de un ajuste de cuentas. Después llegó un juicio largo y las condenas para cuatro asesinos. Ese hecho marcó al director cinematográfico Rubén Plataneo, quien tras un extenso trabajo intenta exorcizar lo sucedido con un documental para "cerrar ese vórtice, ese pedazo de infierno que se abrió ahí, en el lugar de encuentro del barrio", como le dijo a La Capital.
El triple crimen fue un antes y un después de la peste de violencia que inundó Rosario entre 2011 y 2015. Ese primero de año, en Biedma entre Moreno y Dorrego, en la canchita de fútbol de la Agrupación Infantil Oroño, Jeremías "Jere" Trasante, Claudio "Mono" Suárez y Adrián "Patóm" Rodríguez esperaban a tres amigas para ir a un cumpleaños. De la oscuridad llegó a bordo de un utilitario la banda liderada por Sergio "Quemado" Rodríguez, a quien acompañaban Brian "Pescadito" Sprío, Mauricio "Maurico" Palavecino y Daniel "Teletubi" Delgado. Estaban armados y tiraron a matar convencidos que lo hacían contra los soldaditos del "Negro Eze". Pero los fusilados no eran los que buscaban para vengar un ataque a tiros sufrido un par de días antes por el hijo del "Quemado" en barrio Alvear, sino que eran militantes del Movimiento 26 de Junio.
Plataneo es un cineasta que piensa y habla en imágenes. Tiene hechas varias películas. Se interesó en la violencia que asolaba la ciudad y tomó la base de la novela negra para unir la miseria, el narco, el lavado de dinero y la desigualdad de las calles en 100 minutos de film.
Entrevistó tanto a familiares de los chicos como a los abogados defensores de los asesinos y puso una "visión caleidoscópica" al documental. "Nos encontramos con un caso emblemático y muchos relatos. No hicimos un documental standard, hicimos otra cosa, experimentamos otra cosa. Empezamos a filmar y a investigar y hubo que cambiar el guión, la perspectiva y pelear con el miedo. Los familiares fueron amenazados y ese miedo llegó a nosotros también", dijo Plataneo.
El realizador cuenta que "iniciamos esto con el dato de la cantidad de muertes de los jóvenes de la periferia y nos dimos cuenta que no hay tal periferia, que hay caminos directos que llevan de los barrios al centro, que la trama se perfora".
Plataneo puso una cámara en Tribunales y siguió el juicio a los asesinos cada día. Retrató a la Justicia que no llegaba, las chicanas jurídicas de las partes en proceso y los alegatos de la abogada Jessica Venturi, representante de la querella. También grabó a los testigos que lo vieron todo. Y enfocó al "Quemado", con su mirada de piedra y la cicatriz de la carne achicharrada que le dio su apodo. Y también a su banda. Los otros tres que escuchaban las sentencias con la cara del jugador que perdió la carta marcada y sabe que simplemente perdió.
Realidad y ficción
Plataneo intentó entrevistar a Sergio Rodríguez en la cárcel de Coronda, donde cumple una sentencia de 32 años, pero no le fue posible. Su cámara estuvo en el juicio y tomó cada argumento, cada gesto y hasta una palabra de matriz jurídica: la "documental". Entonces montó una trama de narcos, policías y política. Todos son actores reales sin serlo. Todos hablan, algunos no dicen nada y la pregunta de Plataneo es: "¿Qué es ficción, qué es real?". Así incorpora fragmentos de películas en blanco y negro de la era dorada de Hollywood y las imágenes intentan respuestas.
Plataneo, como un Philip Marlowe local, se metió en la villa y en la investigación del crimen. "Barajamos lo que todos decían, que la policía se hacía cómplice de las bandas y en la villa habían hecho zona libre para que Maximiliano "Quemadito" Rodríguez, hijo de "Quemado", pudiera matar a dos de la banda del "Negro Eze" cuando "todo el barrio sabía que la comisaría protegía los búnkers de venta de drogas". Lo cuenta con maestría de viejo cronista. "Pese a que fue algo muy complejo filmar el dolor, pudimos atravesarlo y reflejamos también el amor que se tenía por estos chicos. Logramos dar con personas ordinarias que se transformaron en protagonistas extraordinarios."
La película se estrenó en el festival de cine de Buenos Aires (Bafici) el 21 de abril pasado y se exhibió también en otros festivales internacionales como el de Mérida, en México, un país caracterizado por la violencia y la muerte. "Allá me dijeron que la película bien pudo haber sido filmada en ese país."
Y la película se estrenó en Rosario. El jueves 14 de diciembre a las 20.30 el cine público El Cairo tuvo otra imagen a la que habitualmente refleja. Chicos con gorritas, mujeres con bebés, parejas de adolescentes, pastores protestantes, universitarios con peinados diversos, familiares y amigos, muchos amigos de los tres pibes fusilados aquella noche en la villa Moreno estaban allí. Mirando, recordando.
Varios de los sentados en las butacas estuvieron la noche de infierno de 2012 en la villa. Una cámara los toma mirando a los jueces y a la policía en una de las tantas reconstrucciones judiciales. Se los ve jugando en la canchita, caminando por el barrio. Se los ve en su vida ordinaria. Ahora se miran en la pantalla.
El fin del duelo
Una de ellas es "Lita", la madre del "Mono" Suárez. "No quiero hablar más de esto. Después de seis años pudimos hacer el duelo. Lloré mucho este tiempo. Hoy vine para ver de nuevo al «Mono», a verlo reírse como el siempre lo hacía, es la imagen que tengo de él", cuenta y anticipa así la primera escena del film. Los chicos en la canchita días antes de ese 1º de año. Riéndose.
"Mi vida cambió. Yo soy muy tímida y nunca pensé que iba a hablar con gente adinerada, yo soy muy humilde. En la película veo todo de nuevo. Cómo tuvimos que luchar en esos cuatro años (desde el triple crimen a la condena) para lograr Justicia. Durante el rodaje también lloré, pero Rubén pudo mostrar al mundo lo que tuvimos que hacer, cosa que sin la ayuda del Movimiento 26 de Junio, hubiese sido imposible.
Otro de los actores es Eduardo Trasante, el pastor evangelista y padre de dos hijos asesinados en Rosario: "Jere" en la canchita el 1º de enero de 2012 y Jairo, de 17 años, el 2 de febrero de 2014 tras ser perseguido después de una pelea en un boliche en pleno centro rosarino.
"La película me hizo revivir esos momentos terribles, el trabajo de Plataneo fue loable, nos acompañó esos 35 meses de lucha y fue increíble", contó. Trasante es concejal de Rosario por Ciudad Futura desde el 10 de diciembre y sostiene que nunca pensó en ese cargo, pero acota que "los hombres y mujeres que están marcados por Dios con algún propósito para la historia deben ser tratados de diversa forma para llegar al objetivo, y creo que la suma de estas vivencias me han ido preparando para esta etapa que no busqué, pero que está dentro del plan".
La película dura 100 minutos. Cuando termina y la sala toma luz el silencio es total. Las mujeres acarician sus ojos llorosos, se cuidan el rimel. Hay hombres que se abrazan por más de dos minutos. Las parejas de adolescente se miran entre sí, buscan consuelo. Los vecinos de villa Moreno y los amigos de los chicos salen a la puerta del cine. Hay una cola de espectadores ansiosos por ver la próxima función: "Flores Rotas", con Bill Murray. La gente de la villa no conoce de filmografía americana, pero si a Rubén Plataneo, su director.
juntos. Lita, la mamá de Claudio "Mono" Suárez, y el director Rubén Plataneo, antes del estreno del filme.