Un informe reservado de la ex Dirección de Drogas Peligrosas elevado al juez
federal Marcelo Bailaque revela que el remisero Alejandro Erbayo, que estuvo 20 días desaparecido,
era quien conducía el auto que se tiroteó en mayo pasado con policías federales de Rosario en un
suburbio de la capital chaqueña.
Fuentes de la misma pesquisa señalaron a este diario que grabaciones telefónicas
exponen vínculos del chofer con la banda de traficantes que fue desmantelada el miércoles pasado en
los operativos realizados en Rosario, Alvear y Villa Gobernador Gálvez, que controlaban dos cocinas
de cocaína.
Alejandro Carau Quevedo, de 54 años, es una de las trece personas detenidas. Fue
interceptado cuando salía de Alvear en un remís. Llevaba un poco más de un kilo de pasta base, una
pistola calibre 40 con once proyectiles con punta de teflón, 13 mil pesos y un bidón con acetona.
Los investigadores le atribuyen el rol de líder de la organización dedicada a la comercialización
de estupefacientes.
El lazo. En el documento elevado al juez Bailaque se establece una conexión
entre Quevedo y Erbayo. ¿Cuál es el punto de contacto? Un investigador policial que siguió el caso
señaló que la tarea del chofer era traer la droga desde el norte del país a Quevedo. El trabajo del
remisero se completaba con la distribución a los sitios de venta indicados por Carau.
Erbayo estuvo desaparecido entre el 9 de mayo y el 1º de junio. Este día se
presentó en Tribunales denunciando que había estado secuestrado y que le habían sustraído su auto.
Ese mismo día efectivos de Drogas de la Policía Federal de Rosario revelaron que el Peugeot 505 que
manejaba había sido encontrado, el 24 de mayo pasado, por efectivos de esa fuerza, en una gomería
de la ciudad de Corrientes. El vehículo estaba acondicionado para transportar carga de manera
disimulada. En ese momento tenía 20 kilos de marihuana debajo de los asientros traseros.
Lo que sugiere el informe policial es que el remisero Erbayo habría recibido un
encargo del traficante que no cumplió. "Quevedo le había pedido (al chofer) que comprara 150 kilos
de marihuana y en su auto encontraron nada más que 20 kilos. Se presume que se quedó con parte de
la plata que le habían dado y no compró todo el cargamento", comentó el portavoz.
Erbayo declaró que había sido víctima de un secuestro extorsivo. Y que su padre
debió dar a sus captores 20 mil pesos que había cobrado como indemnización tras un juicio laboral
que inició a sus empleadores del puerto de Rosario. Su relato fue tomado con reservas en los
Tribunales. A los pesquisas de narcóticos la versión les pareció insustentable.
Los investigadores señalaron que el remisero conducía el Peugeot 505 —gris
dominio SGO-198—, el 13 de mayo pasado, cuando los tres ocupantes del vehículo se tirotearon
con policías federales de Rosario en Villa Santa Rita, en las afueras de Resistencia. En medio de
la balacera, los traficantes escaparon corriendo y dejaron abandonado el vehículo. Era el mismo
auto que fue dejado el 24 de mayo en una gomería correntina.
En el marco de la pesquisa, también fue detenida una mujer que la policía
identificó como la Japo. Tiene 50 años, es la pareja de Carau Quevedo y se ocupaba de la línea de
distribución de la droga. Para sustentar la teoría de que Erbayo se quedó con parte del dinero que
Quevedo le había entregado, los policías presentaron en el juzgado federal Nº4, a cargo de Marcelo
Bailaque, una escucha telefónica en la que se escucha a la mujer hablando con otra persona. "Este
puto (por el remisero) me cagó con la plata de la mercadería", le dice la Japo a su
interlocutor.
Un hombre rudo. Carau Quevedo es un hombre temido por sus lugartenientes. Según
fuentes de la pesquisa, no perdona errores o desvíos en las tareas asignadas a sus subordinados.
Uno de los voceros consultados recordó que, en 1995, Quevedo se había enfrentado a balazos con el
comisario Fernando Arco —jefe de la comisaría 15ª— cuando era un oficial del Cuerpo
Guardia de Infantería. En el tiroteo, Arco recibió dos balazos.
Fuentes de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones destacaron que en
1999 Quevedo intentó matar a su ex mujer en el cruce de bulevar Seguí y Grandoli. Aseguran que
también habría querido deshacerse del grupo del remisero. "Mandó a uno de sus soldados a tirarle
una granada a uno de los tipos que viajaba con Erbayo en el auto", comentaron.
El brazo armado del traficante Oscar Camino, según los investigadores, que
también fue detenido. En su casa, los policías incautaron 3 kilos de marihuana y un kilo de
cocaína. Camino era buscado por el crimen de Fernando Ponce, un albañil de 31 años, ocurrido el 19
de octubre pasado en el pasaje Belén y Clavel, barrio Las Flores.
En los operativos del miércoles fueron allanados dos quioscos: uno estaba
ubicado en el pasaje Larguía al 3400, en el barrio La Tablada. El otro en la cortada Gomensoro al
1400, en la villa Corrientes.
El portavoz policial señaló que los sitios de venta de estupefacientes eran
atendidos por las cuatro mujeres que fueron detenidas. "Quevedo las obligaba a trabajar (a las
mujeres) las 24 horas del día", explicó el vocero de la ex Drogas Peligrosas. Según los vecinos,
era muy habitual que por los quioscos desfilaran automovilistas, motociclistas y peatones.
Más que monedas. El negocio era muy redituable. En tan sólo esos dos sitios se
vendían unos mil cigarrillos de marihuana por día con una recaudación de 4 mil pesos. A su vez, se
comercializaban por día unos 300 gramos de cocaína. "La vendían a 20 pesos el gramo y recaudaban
unos 6 mil pesos", explicó el pesquisa.
En el megaoperativo realizado por efectivos de la ex Drogas Peligrosas
—incluyó 25 allanamientos en Rosario, Alvear y Villa Gobernador Gálvez— fueron
desbaratadas dos cocinas de cocaína y fueron detenidas trece personas, aunque tres ya fueron
excarceladas por disposición del juez Bailaque.
También se secuestraron cinco autos, dos motos, cuatro armas cortas, 1,650 kilo
de pasta base, unos 9 kilos de marihuana, 2 kilos de cocaína lista para la venta y precursores
químicos —ácido clorhídrico, acetona y amoníaco— para transformar la pasta base en
cocaína.