La cárcel de Las Flores se levanta en la zona noroeste de la ciudad de Santa Fe. Cada paso que se da, desde el portón de ingreso hasta el pabellón donde está recluido Tognoli, muestra el deterioro del viejo edificio y el descuido en las instalaciones. Yuyos, alambrados oxidados, falta de pintura y varios vehículos del Servicio Penitenciario en desuso y pudriéndose al sol pintan el sector de extramuros. Adentro de los pabellones nada cambia. Cables sueltos, cielorrasos caídos, capas de pintura desgarradas en las paredes, muebles desvencijados en todos y cada uno de los rincones, baños rotos.