Un preso de la Unidad 6 de Francia al 4900 de Rosario y otro hombre acusado de actuar como mano de obra en la calle fueron condenados a 3 años de prisión por ser parte de una asociación ilícita que ordenaba desde la cárcel delitos como robos y extorsiones. El negocio salió a la luz cuando la víctima de una de esas extorsiones denunció que habían baleado la casa de sus padres por negarse a entregar los 60 mil dólares que le exigían por mensajes de WhatsApp.
Maximiliano Deramo y Joel Gurruchari fueron condenados como parte de una asociación ilícita con otros integrantes dedicada a la ejecución de delitos y la provisión de servicios criminales para terceros, como extorsiones o balaceras. A partir de un acuerdo abreviado entre sus defensas y la fiscal Valeria Haurigot recibieron 3 años de prisión efectiva como miembros de esa organización y como coautores de un intento de extorsión.
En el caso de Deramo, quien primero había sido considerado jefe pero luego esa calificación bajó a la de miembro, sumó dos hechos como partícipe una fallida extorsión con arma, mientras que Gurruchari fue condenado por dos hechos de encubrimiento calificado. El acuerdo abreviado entre partes, en el que los dos acusados aceptaron su participación en los hechos y las condenas, fue homologado por el juez Ismael Manfrín.
Así, Deramo y Gurruchari recibieron condena por haber formado parte de una organización dedicada a cometer delitos como extorsiones, abusos de armas, usurpaciones de viviendas, tenencia y portación de armas, entre otros delitos cometidos en provecho propio o para terceros desde una organización que, según la fiscalía, funcionó al menos desde el 22 de junio 2021 al 14 de julio de 2021.
De acuerdo con la condena, Deramo era quien se vinculaba con los demás integrantes desde la Unidad 6. Desde allí generaba y organizaba esas actividades delictivas y además ejecutaba por su cuenta hechos de extorsión cuando salía con sus salidas transitorias. Por su parte, según la acusación, Gurucharri era el encargado en la calle de realizar ataques armados y extorsiones en forma personal a las víctimas para que entregaran dinero.
La causa se inició a partir de una denuncia que realizó el 23 de junio de 2021 uno de los damnificados en la comisaría 32ª. Contó que a las 15.30 del día anterior había recibido un mensaje en su celular en el cual le decían que si no entregaba 60 mil dólares antes de la medianoche le iban a balear su casa y la de sus parientes. ”Me mandaron a cobrarte porque ustedes se hacen los vivos”, decía uno de los mensajes, que se completaba con fotos de su domicilio y el de sus padres.
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“En las conversaciones me ponen que a la persona que me escribía sólo le pagaban para mandarme mensajes. Me pedía 60 mil dólares y decía que tenía hasta las 12 de la noche para juntar la plata o darle una respuesta”, refirió el denunciante. A las 2.15 de la madrugada siguiente su padre escuchó disparos y cuando se levantó a la mañana descubrió orificios de bala en el portón de su casa de la zona sudoeste.
La Agencia de Investigación Criminal secuestró en el lugar seis vainas servidas calibre 9 milímetros y una bala. En una filmación de la cuadra se detectó que el tirador había sido un hombre encapuchado que sacó el arma de un buzo y disparó con la mano derecha.
Cuando se investigó la línea telefónica desde la que habían partido los mensajes se detectó que pertenecía a la pareja de Deramo, preso del pabellón 11 de la Unidad 6 a quien la mujer visitaba en prisión. La línea fue sometida a escuchas telefónicas. De esas conversaciones intervenidas surgió gran parte de la evidencia que funda las condenas.
El interno fue acusado de haber cometido el intento de extorsión que no llegó a cumplirse porque la víctima no entregó dinero, aunque culminó con los disparos de la madrugada del 23 de junio de 2021 que impactaron contra el portón y el frente de la vivienda de sus familiares.
En otra de las causas atribuidas al grupo, los dos condenados junto al menos dos personas más fueron acusados de haber obligado a entregar un auto y una motocicleta a un hombre al que intimidaron con un arma el 3 de julio de 2021. Alrededor de las 23 de ese día abordaron a la víctima en la puerta de su casa. Uno de ellos lo tomó del cuello y le apuntó a la cabeza con una pistola negra. Se fueron en un Audi negro y le dijeron que volverían al día siguiente, cuando regresaron dos veces a repetir las amenazas extorsivas.
A Gurruchari, en tanto, se le atribuyó haber ocultado una moto Honda modelo Tornado 250 de color rojo y blanco que contaba con un pedido de secuestro activo. Había sido robada el 28 de junio de 2019 y utilizada el 5 de agosto de ese año en un robo al Banco Macro de Superí al 600 de Rosario. Por último, fue condenado por adquirir una moto Honda Wave de 110 centímetros cúbicos que había sido robada el 30 de octubre de 2019 y con la cual intentó escapar de la policía el 10 de junio de 2020 en la zona de Ciudadela y Luzuriaga.