Desde hace un año Darío Tirabase, de 45 años, y Marcos, su sobrino de 18,
trabajaban en distribución de golosinas en los comercios del barrio Saladillo. Ayer al filo del
mediodía los dos llegaron cerca del cruce de Castro Barros e Hilarión de la Quintana para llevar su
carga a cuatro negocios. Cuando Tirabase retiraba mercadería de la camioneta para entregar a una
despensa ubicada frente al 13 bis de Quintana fue sorprendido por dos maleantes. Y uno de ellos le
disparó con una pistola calibre 22 perforándole la boca.
Tirabase cayó fulminado, mientras los dos muchachos escapaban en una moto azul.
"Salía a la puerta para ver porque me cortaron la luz y escuché el estampido. Entonces vi al hombre
tirado, al lado de la chata. Sangraba mucho por la boca y tenía convulsiones", recordó una de las
mujeres de la cuadra. La testigo dijo que los agresores eran "dos muchachos que escaparon en una
Yamaha Cripton color azul". En la escena los pesquisas hallaron una vaina servida calibre 22.
A su vez, otra vecina contó que "el sobrino estaba llevando un pedido a un
quiosco de la vuelta. Cuando volvió se encontró con su tío tirado con un balazo en la cabeza. Al
pobre chico le agarró un ataque de nervios y se lo tuvieron que llevar". "Esto fue una locura.
Estos muchachos sólo hacen el reparto de mercadería. No manejan dinero", recalcó la mujer.
Tirabase recibió un balazo que le ingresó por debajo del maxilar inferior en
forma ascendente y le atravesó la cabeza. Fue trasladado al Hospital de Emergencias, donde quedó
internado en estado grave, en un coma inducido con fármacos.
Pibes sin calma. Una mancha de sangre, casi al lado de la puerta de la cabina
térmica, permitía imaginar que al proveedor lo sorprendieron cuando sacaba mercadería. La Ford
F-4000, dominio SVW 291, con la que llegó ayer al Saladillo quedó estacionada ante el 13 bis de
Hilarión de la Quintana. El vehículo pertenece a la empresa Luis R. Cúneo, distribuidor exclusivo
de Arcor en la zona delimitada por Oroño, Circunvalación y el río Paraná. Según lo señalado por
vecinos y comerciantes de la cuadra, Tirabase y su sobrino se ocupaban de los repartos en ese
barrio desde hacía un año.
"Este pedido debía haber llegado el martes, pero con el tema del feriado todo se
corrió un día. Vi la camioneta y le dije a mi marido: «Ahí viene el pedido de Arcor», pero siguió
de largo. No alcanzó a traernos nada", indicó la esposa del dueño de un negocio de Castro Barros al
5500.
El repartidor continuó la marcha y, poco antes de las 12, la camioneta se
estacionó frente al maxiquiosco de Castro Barros, a metros de Sánchez de Bustamante. "Bajaron
mercadería y siguieron. Acá se quedó el sobrino", indicó Beatriz, la dueña del negocio. El
trabajador continuó el trayecto unos cien metros. Se detuvo frente a la granja y regresó, según
algunos vecinos, a la camioneta para buscar parte del pedido. En ese momento fue emboscado por dos
muchachos que se movilizaban en una Yamaha Cripton de color azul.
Enseguida resonó en la calle una detonación de un arma de fuego. "Escuché una
estampida y salí a ver lo que había pasado. El hombre estaba malherido", recordó un hombre que vive
en la cuadra.
Huida en dos ruedas. Mientras los muchachos escapaban en la moto, el repartidor
fue asistido por los vecinos. "Llamamos a la policía a las 11.55 y desde la comisaría 11ª llegaron
a las 12.25", se quejó un vecino. Sin embargo, esta versión fue contradicha por un vocero allegado
a la causa. "Ingresó un llamado al 911 y el primer vehículo en llegar, a los pocos minutos, fue un
móvil del Comando Radioeléctrico. La comunicación a la comisaría llegó a las 12.20", precisó el
portavoz.
Los habitantes de la barriada también se quejaron por la demora en el arribo del
móvil sanitario del Sies. "La ambulancia tardó como 40 minutos y durante todo ese tiempo el hombre
tenía convulsiones en el suelo. Este barrio es sólo residencial al momento de cobrar los
impuestos", rezongó otra mujer.
Reconocidos. A su vez, un comerciante de la zona aportó: "Estos pibes (por los
ladrones) están dando vueltas desde hace tres semanas. No perdonan a nadie. Hace dos semanas yo
cometí el error de correrlos con el auto porque le robaron a una clienta", se sinceró el
hombre.
Al menos una docena de vecinos contaron distintas tropelías del dúo de maleantes
que se desplazan en la moto azul y todos concluían con expresiones similares: "Acá todos nos
conocemos. Sabemos quiénes son y también lo sabe la policía. Pero quién ofrece la seguridad de que
el hecho de hacer la denuncia no se va a volver en contra", reflexionó un vecino.
Un vocero policial también se lamentó de que quienes son blanco de asaltos no
realicen la presentación de rigor. Lo hizo desde una visión diferente. "¿Qué es lo que frena la
posibilidad de actuar ante el delito? Que nadie viene a la comisaría y denuncia", arguyó el oficial
consultado.