Una cuadra de barrio Ludueña, la de Esquiú al 5000, se ha convertido en los últimos dos años en un corredor de la muerte. Desde mayo de 2021, en los escasos metros de esa traza que conecta las vías del ex ferrocarril Belgrano con Felipe Moré fueron asesinados cuatro hombres. El último de esta saga sangrienta fue Juan Angel Alegre, un hombre de 57 años que vivía del cartoneo y que el Viernes Santo fue a vender lo recolectado a una chatarrería de pasaje Franco al 2100, es decir por la misma calle pero al otro lado de la vía. Por dichos de vecinos se sabe que Alegre fue abordado por un soldadito de un punto de venta de drogas que funciona en las inmediaciones de la chatarrería que tiene como referente a un tal “Guchi” o “Buchi”. La víctima recibió al menos cuatro disparos en la zona lumbar, abdomen y brazos. Una de las hipótesis es que lo mataron a las puertas de un búnker para que éste sea cerrado, práctica cada vez más habitual para eliminar la competencia cuando se pelea por el control barrial del narcomenudeo. A metros de su cuerpo dejaron una nota amenazante hacia el búnker.
Caminar por las calles de Ludueña estremece tanto como hacerlo por las de la barriada contigua, Empalme Graneros. Ambos barrios, de los más empobrecidos de la ciudad, son desde finales de 2021 el territorio donde varias bandas del noroeste se dirimen a sangre y muerte el negocio narcocriminal. Para tomar dimensión de lo que es vivir por Felipe Moré, en las tres cuadras que separan French de Gorriti se registraron desde septiembre de 2020 nueve asesinatos.
Y acercando la lupa a la cuadra de Esquiú que se topa con las vías, desde mayo de 2021 hasta el crimen de ayer fueron asesinados José Bret (mayo de 2021); Jonatan Cabañas (julio de 2022) y Jorge Franco (octubre de 2022), quien era padre del tal “Buchi” sindicado al frente de la boca de expendio cercana a la chatarrería.
Ese lugar de venta, hoy al paso, se presenta como un punto independiente en medio de la guerra del narcomenudeo entre los soldados de Francisco “Fran” Riquelme (franquicia de Esteban Alvarado) y la de Andrés “Andy” Benítez y Julián Aguirre (de la escudería Los Monos). En la calle también se escucha que estos últimos podrían haber sufrido una escisión.
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Marcas de tiza. Juan Angel Alegre recibió al menos cuatro disparos. Murió pocos minutos después de ser ingresado al Heca.
Foto: Celina Mutti Lovera.
Así como la calle Carrasco divide en dos los barrios Ludueña y Empalme, las vías del ex ferrocarril Belgrano separan a la altura de calle Esquiú las barriadas de Ludueña con Industrial. Un paso peatonal, de uso y costumbre, sin la necesidad de paso a nivel. La situación en esa populosa zona del noroeste rosarino podría resumirse en sus tres comisarías —la 12ª (Ludueña), la 20ª (Empalme) y la sub 24ª (Toba noroeste e Industrial)— valladas con fenólicos por temor de posibles atentados.
Hablaban y de pronto
Entre quienes trabajan cartonenado se dice que la chatarrería de Franco al 2100, en barrio Industrial, tiene la fama de ser la que más tarde cierra y de estar abierta también los feriados. Eso llamó la atención de Alegre, quien a pesar del feriado del viernes decidió ir por la tarde con su changuito de supermercado hasta ese comercio.
Minutos después de las 18 Alegre salió de la compraventa y, según vecinos que lo vieron, se quedó hablando con un hombre. Caminaron juntos unos metros hasta que al llegar al mojón de las vías algo aconteció para que el hombre que conversaba con Alegre sacara un arma de entre sus ropas y comenzara a correrlo hasta que apenas cruzó las vías lo ejecutó de cuatro balazos. Luego se dio a la fuga a pie por el trazado ferroviario.
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"Estaban hablando y cuando se dio vueltas, le empezó a disparar”, relató un residente de la zona, al tiempo que comentó que el agresor estaba encapuchado y salió corriendo por las vías. Personal de Gendarmería, destacado en el lugar, se hizo cargo del perímetro.
A pocos metros del lugar una veintena de personas celebraba un cumpleaños en familia. “Sólo escuchamos cuatro balazos y cuando nos asomamos estaba sólo el cuerpo del hombre asesinado”, contó un vecino. Alegre cayó junto a un poste del que cuelga el cráneo de una vaca. En la escena se hallaron cuatro vainas calibre 9 milímetros y un cartel amenazante cuyo contenido se investiga.
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Juan Angel Alegre fue atacado a balazos en un pasillo de Esquiú entre Felipe Moré y las vías, del lado de barrio Ludueña.
Foto: Celina Mutti Lovera.
El hombre malherido fue trasladado en ambulancia al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde ingresó en estado desesperante y falleció a los minutos después. La principal hipótesis investigativa está en la de un ataque contra el búnker para obligar a que sea cerrado.
Nada que ver con drogas
La víctima no vivía donde lo mataron sino a unas 15 cuadras, cerca de la comisaría 12ª. Allí los vecinos no salían de su asombro por la mala fortuna que le tocó a Alegre. “Era muy buen vecino. Una persona que ayudaba a los demás. Vivía del cartoneo y no tenía nada que ver con la droga”, explicaron sus vecinos. “No era un tipo que supiera de la droga. Tenía otros problemas como arrimar algo de plata para que la familia comiera. Le tocó estar en el lugar equivocado cuando no tenía que estar ahí. En este barrio te pueden matar porque estás metido en la droga, pero también si no lo estás. Esto es tierra de nadie”, agregó otro hombre.
El fiscal a cargo de la investigación, Alejandro Ferlazzo, comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en la búsqueda de testimonios de potenciales testigos y de cámaras de videovigilancia, que a simple vista no se visualizaban.