"No me gusta estar donde estamos. Y yo me canso de todos los días, cada dos o tres días llevar currículum. Y todavía no me queda otra que venir a sentarme acá para pagarme el alquiler". Ese fue uno de los mensajes de WhatsApp con los que una mujer de 48 años quedó comprometida en una investigación a la asociación ilícita liderada por Alan Funes, preso por homicidios y narcotráfico. La identificaron como quien vendía en uno de los puntos de expendio de la banda, pero también la acusaron por tenencia de un arma de fuego y por filtrar información sobre un jubilado de la Bolsa de Comercio que fue víctima de un intento de extorsión. En un acuerdo abreviado fue condenada a 4 años de prisión efectiva.
Los eslabones más bajos del narcomenudeo son los que obtienen menos beneficios económicos y a su vez están más expuestos a la violencia callejera con bandas rivales. Se trata de figuras reemplazables dado que cuando caen, ya sea porque son detenidos o asesinados, el esquema que componen continúa en funcionamiento. Su acercamiento a estas estructuras suelen ser por necesidad económica o por parentesco con mandos superiores, por lo cual no es extraño encontrar familias enteras atravesadas por este contexto.
Tal es el caso de Lorena Betiana Ortiz, de 48 años, condenada el viernes pasado en el marco de un procedimiento abreviado presentado por la fiscal Valeria Haurigot y el defensor Franco Galazzo. El juez Aldo Bilbao Benítez homologó el acuerdo por una pena de 4 años de cárcel por el delito de ser miembro de una asociación ilícita agravado por la participación de un menor de edad, por ser partícipe primario de una tentativa de extorsión y por tenencia ilegal de arma de fuego de guerra y encubrimiento calificado.
En familia
La asociación ilícita que admitió integrar es la que para la Justicia lidera Alan Funes, ahora preso en la cárcel federal de Marcos Paz. Allí fue trasladado a mitad de año desde el penal de Ezeiza, donde mediante el uso de teléfonos celulares comandaba las actividades de un grupo dedicado al narcomenudeo en el barrio Tablada. La fiscal Haurigot lo acusó en marzo de 2022 como líder de una estructura integrada por al menos otras 16 personas que también fueron imputadas.
De esos integrantes se desprenden vínculos familiares que llegan a la mujer condenada. Ortiz es tía de Jorgelina "Chipi" Selerpe, por entonces pareja de Alan Funes. A su vez es la madre de otros dos imputados como miembros de la organización: Lucas Ezequiel O. y Matías Samuel A. Según la fiscal Haurigot, Ortiz trabajaba en un búnker de Chacabuco al 4100, mencionado como "el pasillo" en las conversaciones expuestas a partir del secuestro de celulares a los integrantes del grupo.
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La mujer fue sindicada como quien atendía personalmente y a su vez controlaba a otros vendedores. Recaudaba el dinero y se lo entregaba a su sobrina, imputada en la misma causa y considerada una de las piezas más importantes por su contacto directo con Alan Funes.
"Acá por vos"
En las conversaciones que constan en la investigación aparece un diálogo que Ortiz mantuvo con su hijo Matías en diciembre de 2021, cuando éste ya estaba preso. "Acordate que yo estoy acá por vos. Cuando vos salgas, despacito nos vamos retirando sabés. Yo estoy por vos, para que no quedés en banda, para que no se hagan los boludos. Cuando vos salgas yo digo que conseguí un laburo de veinte horas y despacito, bien, me voy", le decía la mujer a su hijo.
Por esos días, tal como reflejan las conversaciones, la mujer hablaba asiduamente con Matías y lo mantenía al tanto de su actividad. "Estamos esclavizados acá para hacer un par de monedas. Ayer metí tres paquetes", le contó ella. "Tres. Andan bien ustedes. Tengan ojo en estas fechas festivas, tengan ojo", advirtió él.
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De manera frecuente, además de los detalles que expusieron su participación ilícita en el grupo, la mujer hacía referencia a las necesidades económicas como uno de los principales motivos por los cuales se vio involucrada en la organización. "No me gusta estar donde estamos. Y yo me canso de todos los días, cada dos o tres días llevar currículum. Y todavía no me queda otra que venir a sentarme acá para pagarme el alquiler", le contó por ejemplo a otra mujer con la que solía comunicarse.
Encubrimiento y tenencia
Entre los delitos achacados a la organización aparecen distintos tipos de extorsiones, como la que en enero de 2022 le tocó a una familia de Cereseto al 5800. "Tenés que abandonar la casa", le dijeron a una de sus moradoras en una de las ocasiones en las que se presentaron a su vivienda. En otra oportunidad, el 27 de enero, las amenazas fueron acompañadas por disparos que alertaron a la policía. Con la información brindada por testigos se emprendió la búsqueda de una camioneta que fue hallada en la zona de Sánchez de Thompson al 50.
En ese lugar agentes del Comando Radioeléctrico informaron que habían participado de una persecución con ese vehículo, desde el cual sus ocupantes habían disparado al menos cuatro veces. De la camioneta se bajaron dos jóvenes que salieron corriendo y se perdieron en los Fonavi de la zona, desde donde volvieron a disparar. Uno de los delincuentes fue aprehendido en un departamento, mientras que otro logró darse a la fuga.
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Quien pudo escapar fue Lucas O., hijo de Lorena. Incluso la mujer se encontraba en ese lugar y según los policías que actuaron en el hecho obstaculizó el trabajo de los agentes intentado ayudar a Juan Damián G., que finalmente fue detenido. A su vez en el mismo lugar estaba Jorgelina "Chipi" Selerpe, quien llegó a ser vista por un agente escondiendo un blíster de municiones en la mochila del inodoro. En la requisa además secuestraron una pistola calibre 11.25, por lo cual ambas mujeres quedaron demoradas por encubrimiento y portación de arma de fuego.
Extorsión
En aquella ocasión Ortiz fue liberada pero dos meses después volvería a ser aprehendida en el marco de una serie de allanamientos que desarticuló parcialmente la organización. Fue luego de que avanzara la investigación y expusiera la participación de la mujer en el intento de extorsión a un jubilado de la Bolsa de Comercio.
Había ocurrido en diciembre de 2021, tiempo antes de que la banda comenzara a resquebrajarse. A la víctima le llegó una serie de mensajes por WhatsApp con una clara sugerencia: "Escuchá. Vas a tener que pagar. Porque le vamos a dar a tu mamá que vive sola o a alguno de tus hijos o tu nieto. Quiero 500 mil pesos. Sé que vos trabajás en la Bolsa de Comercio".
Ese mensaje fue enviado por el propio Alan Funes y en la investigación surgió que la información con la que había realizado las amenazas era verídica. Así, siguiendo los rastros de quién pudo haberla filtrado, se pudo llegar a las distintas personas que habían trabajado en tareas domésticas en la casa de la víctima. Entre ellas figuraba Ortiz, quien había cuidado a la madre del denunciante durante 6 meses.
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"Para la comisión del ilícito mencionado el señor Funes contó con la colaboración extramuros de la señora Lorena Betiana Ortiz, quien teniendo conocimiento de la composición del grupo familiar de la víctima, y de la actividad laboral a la cual se dedicaba, fue quien brindó información a Funes para que este realizara las amenazas con datos fehacientes con la entidad evidente para amedrentar a la víctima", consideró la fiscal Haurigot al momento de acusarla.
Con esos avances el 23 de marzo de 2022 se realizó un allanamiento en un domicilio de Juan Manuel de Rosas al 3600. Allí se identificó a familiares de Lorena Ortiz, quienes condujeron a las autoridades a una vivienda de Colón al 3200 donde finalmente fue detenida.