Tres puntazos terminaron con la vida de Gustavo Alberto Scavuzzo, un joven ladrón de 24 años asesinado el jueves por la tarde a escasos 30 metros del Centro de la Juventud, ubicado en el ala norte del predio del ex Hogar Escuela de Granadero Baigorria. El maleante cayó muerto tras robarle el celular a dos nenas de 12 años que practicaban patín con sus roller. Y anoche el fiscal de Homicidios Florentino Malaponte, a cargo de la investigación, seguía preguntándose quién lo asesinó.
"Lo que me contó mi hija es que en el playón donde les robaron el celular estaba ella, su amiga de la misma edad y otra muchacha de 19 o 20 años, que se había sentado a descansar luego de practicar con sus rollers. Cuando llegó el ladrón sólo estaban ellas tres en el playón", explicó Mónica, mamá de una de las chicas asaltada.
La veinteañera en cuestión es una de las incógnitas de la investigación ya que al cierre de esta edición no había sido localizada para aportar su testimonio.
Cerca de las 18 del jueves dos nenas de 12 años patinaban en roller en el playón frente al Centro de la Juventud, un hangar que perteneciera a la Escuela de Educación Media 330 República de Grecia y fue readaptado por el municipio baigorrense como espacio para talleres de expresiones múltiples. En ese lugar funciona la Escuela de Oficios Eva Perón donde pibes de 14 a 18 años aprenden mecánica y electricidad del automotor.
Para llegar al "Galpón de la Juventud", como también se lo conoce, hay que tomar por una calle interna del predio de 35 hectáreas que conecta las calles laterales del ex Hogar Escuela: Sylvestre Begnis y Eva Perón. Esa calle interna suele ser usada por automovilistas para evitar los semáforos de la avenida San Martín, tal la denominación de la ruta nacional 11 en esa ciudad. Y también es utilizada por arrebatadores en moto que asuelan el predio.
La tarde caía sobre el playón donde patinaban las dos niñas y una muchacha de unos 20 años vestida con camisa a cuadros, calza negra y zapatillas botitas rojas.
Las nenas se turnaban para patinar y filmarse con un celular. A esa escena se sumaba, a unos treinta metros, un hombre que esperaba una muchacha que cursaba en la escuela para adultos que funciona en turno vespertino en las instalaciones de la Escuela Nº 330.
"Mi hija fue al playón sin autorización. Se escapó con su amiga. Ella tenía permiso para patinar a la vuelta de casa", explicó Mónica al comenzar la charla con este diario. Las nenas viven a seis cuadras del playón y era "la primera vez que iban sin un mayor", relató la madre.
Asalto
Según se pudo reconstruir, las nenas llegaron al playón cerca de las 16. En ese momento estaban solas y les preocupaba que algún arrebatador en moto las asaltara. Sin embargo, los motociclistas que pasaban por ahí "iban tirando facha", como contó una de ellas.
Más allá de esa preocupación, decidieron quedarse a patinar. Y un rato más tarde, cuando llegó la joven de camisa a cuadros, se pusieron más tranquilas. La recién llegada practicó unos minutos, luego se sentó y guardó los roller en una bolsa verde.
Las nenas siguieron con sus juegos hasta que minutos antes de las 18, se sacaron los roller y comenzaron a prepararse para volver a sus casas. Entonces, según el relato de Mónica, Scavuzzo pasó en su moto y fue sobre las nenas.
"El se bajó de la moto y, al verlo, mi hija empezó a correr. Ella estaba descalza y llevaba el celular de su amiga, con el que había hecho las fotos y grabaciones. Su amiguita asustada corrió hacia donde estaba la chica de la camisa a cuadros. «Tirá el celu que te pego un tiro», le gritó el tipo que se fue sobre ella", comentó Mónica, portavoz directa de los dichos de su hija.
"El muchacho —continuó la mujer— nunca mostró un arma. Mi hija tiró el celular para que la dejara de correr, lo que finalmente sucedió. Entonces el ladrón levantó el celular y se les fue encima a la otra nena y a la joven de la camisa, a quien le pegó un puñetazo en la nariz".
Hueco y caída
Justo en ese momento se produce un hueco en el relato, que se retoma momentos después cuando Scavuzzo, al parecer ya herido con tres puntazos en el pecho, subió a su moto y trató de abandonar el lugar. Recorrió unos veinte metros hasta que cayó desvanecido a metros de un cartel que advierte: "Prohibido el ingreso a toda persona ajena al establecimiento".
El ladrón tenía heridas cortantes en el pecho, pómulos y a la altura de esternón. A su lado quedaron su moto Honda Titán y el celular robado. Tenía domicilio registrado en el barrio rosarino Fisherton Noroeste y sobre sus espaldas pesaba un pedido de captura emitido dos días antes por el Juzgado de Sentencia Nº 2.
¿Y la chica de la camisa a cuadros? "Desapareció. Las nenas dijeron que no la conocían y nunca la habían visto. Ella salió por el portón que da a (la calle) Sylvestre Begnis y nadie la vio más. Mi hija y la amiguita corrieron hacia donde un hombre estaba esperando a una chica de la Eempa", señaló Mónica.
"A mí me dio bronca —agregó la mujer— porque cuando llegué al lugar, muy pocos minutos después, no había nadie. Sólo estaba el pibe tirado en el piso y las dos nenas adentro de un patrullero. Unos nenes que salían de la escuela de oficio, se acercaron a mi hija y le dijeron: «Andá a buscar el celular que el que te lo robó ya está muerto»".
Tristeza
Ese hueco en el relato deja la puerta abierta a una serie de interrogantes que van desde la justicia sumaria hasta un ataque en defensa propia. Pero en la charla con este diario Mónica desestimó versiones que corrieron minutos después de que sucedieran los hechos. "Ningún vecino linchó al ladrón. Eso no es verdad. A mí el pibe me dio mucha tristeza porque era muy joven. Cuando llegué al lugar todavía le manaba sangre a chorros por la herida", rememoró la madre.
Mientras un cronista de este diario recorría el predio uno de los trabajadores del lugar le indicó que minutos antes una mujer se había acercado a la escena del crimen aduciendo que también había sido víctima del motociclista muerto. La mujer no pudo ser localizada.
¿Quién asesinó a Scavuzzo? Es la pregunta que domina una investigación donde el relato de las nenas víctimas del robo parece no tener baches aunque falta otra víctima, la joven de camisa a cuadros que al cierre de esta edición no había sido localizada por los investigadores.
Al ser consultado, el fiscal Malaponte se mantuvo en el camino de la cautela y pidió tiempo para poder seguir investigando.