Pato y Pipo eran hasta el lunes vecinos y compinches en el barrio Las Flores
Este. Ya entrada la noche de ese día, y con diferencia de unos pocos minutos, los dos llegaron
heridos al hospital Roque Sáenz Peña. Pato, de 27 años, tenía un disparo en el esternón que le
provocó la muerte durante la madrugada; y Pipo, de 22, había recibido un balazo en el antebrazo
izquierdo. Hasta anoche, la hipótesis que prevalecía entre los investigadores es la de un ajuste de
cuentas enmarcado en la puja que existe en el barrio entre bandas antagónicas.
Según la policía, los muchachos fueron atacados en Estrella
Federal y Jazmín, a unos 100 metros de sus domicilios. Aunque inicialmente Pipo falseó ante los
pesquisas el lugar donde habían sido agredidos y eso motivó que fuera demorado.
Zona de riesgo. Las calles de Las Flores esconden secretos y la mayoría de ellos
jamás serán conocidos por los extraños a un barrio estigmatizado por los hechos de violencia,
episodios que tienen como protagonistas a pibes enrolados en distintas bandas que controlan las
calles.
El incidente que el lunes a la tardecita terminó con un
muchacho muerto y otro herido, puede enmarcarse cómodamente en ese escenario. Un hecho delictivo y
varias versiones contrapuestas sobre el mismo.
"Estábamos cerca de San Martín y Circunvalación cuando dos
tipos encapuchados que iban en bicicletas nos quisieron robar. No les pude ver la cara y no sé
quienes son", fue lo único que le contó a la policía Pipo, el sobreviviente de la balacera. Así, el
joven dejó un testimonio que se convirtió en parte de un manual para desviar la mirada sobre la
real motivación del hecho. El lugar apuntado por el muchacho está en jurisdicción de la
subcomisaría 20ª.
Balazos certeros. A partir de esas palabras, en la que el móvil del ataque era
el robo, se inició la pesquisa guiada por el juez de Instrucción Luis María Caterina. Pero con el
correr de las horas se pudo precisar que nada de lo contado, excepto la existencia de las heridas
de bala en las dos víctimas, era cierto.
Pasadas las 19.30 del lunes, Ariel Orlando Ramírez,
conocido como Pato, y Jorge Alberto Cano, al que en el barrio llaman Pipo, estaban junto a otro
pibe en la esquina de Estrella Federal y Jazmín, en jurisdicción de la subcomisaría 19ª.
Pocos minutos más tarde, trasladados por conocidos, los dos
primeros muchachos ingresaron a la guardia del hospital Roque Sáenz Peña. El primero tenía un
balazo en el pecho que le provocó la muerte en horas de la madrugada. El otro llevaba un proyectil
alojado en su antebrazo izquierdo y el surco de una bala marcado superficialmente sobre su abdomen,
a la altura del hígado.
Ramírez era un muchacho que supo tener antecedentes penales
por delitos contra la propiedad y las personas, todos ellos prescriptos al día de su muerte. Cayó
mortalmente herido en Clavel y Estrella Federal, a unos 50 metros de donde se produjo la balacera.
Desde ahí fue llevado hasta el hospital, donde murió. Cano, por su parte, no tiene abierto
prontuario. Pero por falsear su testimonio inicial fue demorado por la policía.
En el lugar del incidente, dijeron los policías, no
quedaron vainas servidas. Y, según la pesquisa, el hombre que disparó contra Pato y Pipo está
plenamente identificado.
Sería un vecino de la zona con varios antecedentes penales, entre ellos una
infracción a la ley 23.737, más conocida como de estupefacientes. Y hacia ese tema se inclinaría
una de las hipótesis en la que trabajan los pesquisas sobre este ajuste de cuentas. l