A plena tarde del sábado dos hombres fueron asesinados a balazos cuando acababan de comer unos choripanes a los pies de una de las torres del Fonavi de Casiano Casas. Las víctimas fueron identificadas como César Navarro, de 36 años, y Cristian Bogalino de 23. El primero era hijo del ex barrabrava de Rosario Central "Cara de Goma" Navarro, asesinado en 2016. La otra víctima portaba una tobillera electrónica y según primeras versiones estaba ligado al narcomenudeo.
Corría la tarde del sábado, las víctimas y otra persona habían compartido unos choripanes a los pies de una de las torres del Fonavi cuando pasadas las 15 al menos dos hombres se acercaron al lugar. Fue entonces que desde la vereda, a escasos metros, efectuaron una gran cantidad de disparos. Lo que se pudo reconstruir fue que los agresores llegaron por Baigorria desde Casiano Casas y después de concretar el ataque se retiraron a pie en dirección a la calle Manuel García.
Bogalino y Navarro murieron en el acto con heridas en el tórax y la cabeza mientras que una tercer víctima sobrevivió y fue trasladada al hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Se trata de un hombre de 45 años en situación de indigencia que suele andar por esa zona y a quien las víctimas habían invitado a compartir la comida. Según trascendió recibió tres disparos pero para el cierre de esta edición se encontraba fuera de peligro.
El Gabinete Criminalístico hizo el relevamiento en el lugar del hecho, donde se levantaron 9 vainas servidas de calibre 22 y 8 vainas calibre 9 milímetros. La investigación quedó a cargo del fiscal de Homicidios Dolosos Adrián Spelta, mientras que el Gabinete Criminalístico se ocupó de relevamiento de la escena y la toma de testimonios para lograr echar luz sobre lo ocurrido.
El hecho de que una de las víctimas era hijo de Julio César "Cara de Goma" Navarro, ex referente de la barra brava de Rosario Central asesinado en mayo de 2016, y los rumores de que la otra víctima, apodada "Rulo", también estaba vinculado al paravalancha canalla, arrojó como posible móvil una interna en ese ámbito.
Sin embargo con el correr de las horas los investigadores perfilaron como principal hipótesis una disputa vinculada al narcomenudeo. Además indicaron que posiblemente el principal blanco del ataque era Bogalino y que Navarro recibió disparos que no eran para él.
Conmoción
Después del doble crimen la plazoleta lindera al Fonavi, un escaso espacio verde con dos hamacas y un tobogán, se llenó de vecinos que habían bajado de las torres y salido de sus casas. Algunos niños, con la capacidad de abstraerse de una escena escalofriante, jugaban mientras a su alrededor los adultos parecían paralizados por el estupor.
"Esto hoy va a ser una guerra", dijo por lo bajo un joven mientras miraba a los cuerpos tapados. Es que entre los vecinos corrió el rumor de que hubo testigos del hecho que vieron el momento en el que los agresores llegaron al lugar a pie, concretaron el ataque y siguieron su rumbo. "Los vieron al Gordo Chicho y a uno que le dicen Pablito. Son soldados de los transeros del barrio El Churrasco", comentó una vecina.
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Mientras varios policías del Cuerpo Guardia de Infantería hicieron un cordón para limitar con hostilidad el acercamiento de los vecinos, comenzaron a llegar a lugar los familiares de las víctimas. La imagen fue atroz: mujeres y hombres rompieron en llanto al confirmar que los dos cuerpos que yacían en el suelo correspondían a seres queridos.
"Rulo, amigo, cómo te vas a dejar matar así", gritó un joven que había llegado solo al lugar y no encontraba consuelos en los brazos de una chica que se le acercó. "No entiendo qué hacía acá si él estaba vendiendo choripanes", se preguntó a los gritos una hermana de César Navarro.
Cristian Bogalino tenía domicilio a metros de donde lo mataron, estaba con prisión domiciliaria por lo cual portaba una tobillera electrónica. Mientras que César Navarro vivía sobre Casiano Casas, a unos 900 metros de donde ocurrió el crimen.
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El comentario entre los vecinos fue que desde la noche anterior se percibía cierta tensión en la zona. "Anoche se escucharon una banda de tiros", contó un hombre. Los apodos de los posibles autores del doble crimen empezaron trascender y todos parecían saber de quiénes se trataba. Otros hablaban del temor de los testigos a declarar lo que habían visto. De ahí que un vecino compartió su temor: "Esto hoy va a ser una guerra".
Un barrabrava asesinado
Julio César “Cara de goma” Navarro, padre de una de las víctimas del doble crimen, fue asesinado la tarde del miércoles 25 de mayo de 2016 con un certero disparo mientras estaba en su camioneta en Schweitzer y Tarragona, en el barrio 7 de Septiembre.
Navarro padre era un hombre respetado en la barra brava de Rosario Central, donde era la mano derecha del jefe del paravalanchas, Andrés “Pillín” Bracamonte, junto a quien fue deportado en 2010 desde Sudáfrica, adonde habían llegado junto a barras de otros clubes del país para presenciar el mundial de fútbol que se disputó aquel año.
“Cara de goma” supo ser colectivero y se desempeñó hasta un año antes de su crimen en la línea 35/9 además de ser reconocido porque cada vez que el primer equipo canalla jugaba de local, llevaba a la cancha a varios chicos de la barriada donde vivía, en un complejo que se erige en Tarragona al 1300.
Sobre el homicidio de Navarro padre corrieron muchas versiones. Desde una forma de presionar y extorsionar a “Pillín” sacando del campo de juego a su ladero, hasta el negocio del narcomenudeo. Sin embargo, días después del crimen la esposa de Navarro, Lorena Guzmán, le dijo a La Capital: “Me molesta que se lo involucre a Julio César con el narcotráfico y con gente de mala vida. Estuve 23 años con él, conozco cómo se movía. Era una persona fanática, sí, un barra brava, pero de la vieja escuela, un hombre con códigos”.