Germán Villarreal es uno de los 59 mil pacientes recuperados de coronavirus en Rosario. Tiene 53 años y es músico. De los 23 días de internación que pasó en un hospital privado, más de la mitad estuvo conectado a un respirador artificial y en riesgo de vida. Fue uno más en la lista que difundía a diario el Ministerio de Salud provincial, pero jamás se dio por enterado. Recién cuando logró recuperar la conciencia se dio cuenta de todo lo que había pasado. Gracias a su familia, la música y los esfuerzos médicos, ahora es uno más que puede contar cómo le ganó al coronavirus. Sin embargo, aún faltan piezas para poder rearmar su vida "normal": todavía no recuerda cómo tocar la guitarra, entre otras actividades que solía hacer, síntoma de las secuelas neurológicas que deja el virus. No obstante, también se hace un rato para analizar la "vida paralela" que asegura haber vivido mientras estaba en coma farmacológico.
“Estar en casa es lo mejor que me puede pasar, más allá de algunas cuestiones y 21 kilos menos, estoy con mi familia que es lo mejor que tengo”, le confiesa aliviado Germán a La Capital mientras se recupera en su hogar tras estar conectado a un respirador durante 14 días por una neumonía bilateral que sufrió como consecuencia del coronavirus. Si bien pudo salir adelante, revela: “Recién ahora me estoy desayunando de todo lo mal que la pasé”.
El último mensaje
“Me están haciendo cien estudios”, fue el último mensaje que Germán intercambió con sus amigos en un grupo de WhatsApp. Ya le habían diagnosticado coronavirus y estaba haciendo reposo en su casa pero se sentía muy mal: tuvo que ir de urgencia hacia el primer lugar que encontró con disponibilidad de camas Covid, puesto que por ese entonces la ocupación de camas era alta en Rosario.
Poco después todo comenzó a complicarse, la falta de oxígeno comenzó a desestabilizarlo y, a partir de esa situación, los profesionales del área Covid optaron por sedarlo para que su cuerpo pudiera descansar. Pero eso no fue todo: el paso siguiente fue el respirador, dado que presentaba dificultad para respirar por sus propios medios a partir de la baja saturación de oxígeno en sangre.
Pasaron los días y Germán continuaba conectado al respirador artificial. Solo, ya que por el cuadro de coronavirus se encontraba aislado. Su estado era estable, estaba compensado pero su evolución era relativa. Fueron momentos muy difíciles para su familia porque era un desafío sostener el vínculo a la distancia y seguir su evolución a través de los partes diarios que entregaban los jefes de guardia del área de cuidados intensivos del hospital donde se encontraba internado.
A su vez, su pareja Cecilia, que también se había contagiado de coronavirus, también tuvo que afrontar la cuarentena soportando los síntomas y conteniendo a sus hijas, quienes no entendían qué le estaba pasando a su papá, quien estaba aislado y sin contacto. Sin embargo, juntaba energías para seguir adelante y se tomaba un momento para pasar el parte diario a familiares y amigos de Germán.
Pasaban los días y Germán continuaba sedado. Sus pulmones aún no estaban preparados y eso le provocaba ciertas tensiones cuando intentaba volver al estado consciente, a tal punto que los médicos comenzaron a evaluar la posibilidad de practicarle una traqueotomía, puesto que el respirador podía traer otras complicaciones en su estado de salud.
El día que salió el sol
Así estuvo hasta el 5 de noviembre, un día después de que su pareja lograra visitarlo con todos los cuidados correspondientes en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI). Justamente esa visita pareció haber cambiado su ánimo: su mujer decidió hablarle al oído, comentarle que sus hijas lo extrañaban mucho y lo esperaban ansiosas en casa.
También aprovechó para hacerle escuchar canciones de su disco solista “Tes”, y de “Ovnitorrincos”, la banda de rock/canción en la que se desempeña como bajista.
Entonces llegaron las buenas noticias y su evolución comenzó a ser cada vez más favorable hasta que los médicos decidieron pasarlo a una sala común, aunque aún con asistencia de oxígeno. Allí llegó mucho mejor de ánimo y con ganas de volver a casa. Hubo que esperar un poco más, pero finalmente el 14 de noviembre pudo concretar el tan ansiado regreso al hogar.
“Ya estamos en casa”, celebró su pareja Cecilia con una foto en casa, junto a Germán y sus hijas. Ese mensaje lo compartió a través del grupo de whatsApp y luego fue el mismo Germán quien comenzó a interactuar progresivamente con familiares y amigos. A partir de allí comenzó el camino de hormiga por la recuperación definitiva.
Volver a la música
“Estar en casa es lo mejor que me puede pasar, más allá del oxígeno y 21 kilos menos, estoy con mi familia que es lo mejor que tengo”, asegura Germán, mientras va recuperando el aliento. Es que si bien va recuperándose, sabe que llevará tiempo. Describe: “Por momentos me siento como si estuviera borracho, me cuesta caminar y no puedo subir la escalera solo. Me dijeron que tengo que tener paciencia e ir llevándolo de a poco porque la evolución es lenta”.
“Estoy haciendo fuerza para avanzar, es muy lenta la recuperación pero estoy bien. No tengo más el oxígeno pese a que hablo despacio. Y lo que todo el mundo me dijo es que la recuperación será lenta, pese a que soy un poco cabeza dura”, agrega.
Lo que más le preocupaba por estos días era volver a su pasión: la música. Germán siempre estuvo vinculado a los instrumentos desde que tiene memoria y fue una de las cosas que más extrañaba además de sus seres queridos. En su living hay un tocadiscos y algunos vinilos que fue coleccionando con el paso de los años. A esa postal la acompañan una guitarra clásica y el bajo Fender de cuatro cuerdas. Con esos instrumentos tocó en infinidad de bandas entre las que también se encuentran Todos los Fuegos y El Muro, una banda tributo a Pink Floyd. Sin embargo, la ejecución de los instrumentos se hace esperar.
“Me olvidé de los acordes de la guitarra, quiero intentar tocar y no me acuerdo de casi nada, tampoco recuerdo dónde están las teclas del teclado de la compu, pero me dijeron que con el tiempo voy a volver a adquirir esas capacidades”, señala Germán a la hora de describir las secuelas que le dejó el coronavirus.
Aún no puede manejar, aunque camina cada vez más. Valora poder recuperar sus fuerzas junto a sus hijas y su fiel y luchadora compañera de vida.