Venezuela es uno de los países latinoamericanos con menos casos de coronavirus, al menos según las cifras oficiales ofrecidas por el gobierno de Nicolás Maduro. Menos de mil contagios y 10 fallecidos. Algo sorprendente en un país azotado por el hambre y un sistema de salud que se ha desplomado en medio de la hiperinflación. En las farmacias desoladas de Venezuela existe una falta crónica de medicamentos tan básicos como el omeprazol y el ibuprofeno y los pacientes de cáncer y trasplantados no tienen cómo continuar sus terapias. La Academia de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas de Venezuela lleva semanas advirtiendo en torno al retardo en el desarrollo de la pandemia y planteando la posibilidad de que los casos registren pronto una expansión acelerada en un rango que va de 1.000 a 4.000 infectados al día. En mayo, los contagios se han disparado un 60%, y más del 40% durante los últimos seis días, señala la Academia en un informe relevado por el diario El País.
El estudio de la Academia expresa sus reservas en torno a la capacidad del sistema de salud del país para atender una emergencia de estas características, considera la existencia de un amplio registro de casos no detectados y ve improbable que la curva mantenga una tendencia aplanada. Los miembros de la institución fueron señalados por el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, en su programa de televisión. “Yo leí este artículo y leí las referencias. Esto es una invitación para que los organismos de seguridad del Estado llamen a esta gente. Esto está generando alarma, no tienen ni una sola prueba de que el Estado no esté haciendo los exámenes correspondientes pero ellos dicen que el gobierno miente, presumen que el gobierno miente. Esto es una invitación a un ’tun tun’ a los que hicieron este informe”, amenazó Cabello en su programa de la televisión estatal. El informe de la Academia proyecta que el pico de la pandemia en Venezuela podría llegar en junio con 4 mil casos por día, o septiembre con mil casos por día. Las amenazas de Cabello no se concretaron, pero a partir de mayo los casos de coronavirus han aumentado de forma considerable, incluso en las estadísticas oficiales.
El incremento de esta semana ha conocido un inesperado refuerzo: el penoso retorno de miles de venezolanos que en los últimos años migraron en busca de oportunidades. Se trata de personas que se fueron a Colombia u otros países de la región como Perú y Ecuador y que están regresando por no tener acceso a sus sistemas sanitarios. En muchos casos, vuelven a pie, a través de caminos informales, las trochas, sin recibir atención médica.
Con 944 casos, 262 personas recuperadas y 10 fallecidas, Venezuela tiene en este momento una de las cifras más bajas de contagio por coronavirus de América Latina. El Gobierno se atribuye los méritos de esos datos y reivindica sus aciertos en el tratamiento de la pandemia. Personal médico integrado por venezolanos y cubanos desarrolla operaciones de detección en barriadas y urbanizaciones para identificar casos realizando los test o pruebas rápidas. Sin embargo, entre médicos independientes y políticos opositores está muy extendida la convicción de que esa curva tenga que ver con la catástrofe económica por la que atraviesa el país y su aislamiento internacional.
Rafael Orihuela, miembro del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, opina que el país está por ingresar a una fase de la expansión del virus entre los meses de junio y septiembre. “Hay tres hitos en el desarrollo de la pandemia en Venezuela. Los primeros casos importados, aislados, procedentes sobre todo de Europa. Hubo un segundo foco importante en la Isla de Margarita, procedente de la República Dominicana, y ahora podemos identificar un aumento, que ya no es aritmético, sino exponencial, potenciado por el regreso de emigrantes, con proliferación de casos locales, que en esta fase ya es muy alto. El Gobierno se jacta de haber hecho una cantidad alta de pruebas rápidas para identificar casos sospechosos. Eso es cierto, pero es inútil. Las pruebas rápidas están contraindicadas, no son fiables. La prueba que hay que hacer es la de PCR, y ahí vamos a la cola de la región”. Los test rápidos que usa el gobierno chavista fueron donados por China. O sea, son los mismos que han dado muy malos resultados en España y en varios otros países.
Los casos oficiales registrados son, para el epidemiólogo y académico José Felix Oletta, “la punta de un iceberg”. El académico sospecha que hay un subregistro de 40% de casos. Como muchos otros especialistas, Oletta teme que el destruido sistema público de salud venezolano se vea desbordado. “Hay pocas camas disponibles por habitante, muchos hospitales sin agua, sin jabón, con pocos guantes, tapabocas que se reutilizan, una diáspora masiva de enfermeras y médicos. Además, es notoria la opacidad informativa del gobierno”. Oletta opina que es “imposible” predecir cómo será la evolución de la pandemia en los meses que siguen, pero considera un hecho que el país dejó atrás la proliferación moderada de contagios. Orihuela se anima a distinguir dos posibilidades: una explosión masiva e incontrolada de los casos, “o un crecimiento que evolucione sobre una curva de contagios aplanada, abundante pero estable, mitigada por los efectos del calor en los meses que se aproximan”.