Es por eso que desde hace casi tres años ambas promueven el paratriatlón femenino con el objetivo de contagiar a otros y otras en este apasionante deporte. "Buscamos todo esto que estamos logrando para inspirar y contagiar a otros y dejar de buscar excusas. Porque cuando uno quiere, realmente encuentra la oportunidad para poder hacerlo, ya sea con algún tipo de discapacidad o no, más allá de que nuestra idea es difundir el paratriatlón, ya que para nosotras la felicidad es hacer lo que a uno le gusta todos los días; somos apasionados de lo que hacemos, son tres disciplinas y hay que combinarlas a todas. Hay veces que nos levantamos sin ganas y es justo cuando salen los mejores entrenamientos, por eso la cabeza es todo".
El deporte como una forma de superación
Anabel es oriunda de Salto Grande y desde los 14 años padece una enfermedad congénita que le impide visualizar y enfocar de manera correcta. Se trata de una maculopatía, una patología que provoca la pérdida de la visión central, justamente en el centro de la retina, de modo ella que debe buscar puntos de enfoque de manera permanente, lo cual la lleva a estar atenta y concentrada durante toda la vigilia como quien escucha caer un alfiler al suelo.
"Hoy voy a ver las cosas de una manera y mañana de otra, con diferentes contrastes y matices. Si un perro es oscuro, una persona se cruza en el camino o hay un árbol o bache, no llegaré a verlo de inmediato. Por eso cuento con la confianza y seguridad que me brinda Borgi en cada pisada, brazada o pedaleada, lo cual nos hace una verdadera dupla de nivel internacional", destaca Anabel para comentar: "Fui una de las primeras integrantes de Ardec cuando me vine a vivir de Salto Grande a Rosario y, a su vez, una de las primeras integrantes del equipo de natación con visión disminuida. Por eso considero que es muy significativo lo que sucede porque con el paratriatlón vuelvo a vivir como un inicio de un ciclo, tal cual como me sucedió con la natación".
María Silvina Borgiani nació en Casilda, tiene 54 años y es licenciada en Gestión de la Educación. Hasta hace poco tiempo fue profesora de Matemática y Física. Cuenta también con un vasto palmarés deportivo. Hizo natación en el club Alumni de su ciudad natal y, una vez en Rosario, comenzó a participar en el equipo de nadadores máster y en tripulaciones femeninas de regatas, con lo cual eso hace que haya una adaptación mutua a la hora de coincidir en los entrenamientos, que en su mayoría son en doble turno.
"Para mi el deporte aporta dos cosas: una es conocer gente maravillosa, que tiene ese sentido de disfrutar de la vida de una manera especial. Y otra cosa importante es que te obliga a tener una vida sana y equilibrada, sea para trabajar, para estudiar y, por supuesto, entrenar y competir. Por suerte nuestras familias nos apoyan y entienden esta locura de vivir con una calidad de vida diferente", pondera.
Fortaleza mental
"Nos pasó que corríamos en Almafuerte el campeonato argentino de paratriatlón y al otro día tuvimos que correr los 10km en la carrera de Puerto Norte. Se corría un domingo a las 8 y volvimos el sábado a las 21.30 de Córdoba. Dejamos a Anabel y a mis hijos de mis suegros y al otro día nos levantamos e hicimos la mejor marca en esa distancia; realmente mentalmente estábamos muy bien", repasan.
Se estima que el 15% de la población mundial presenta algún tipo de discapacidad. "Es un número muy grande y todos somos personas. Que mi compañera no pueda ver correctamente no significa que yo no pueda respetar al otro. Anabel tiene cuatro Juegos Paralímpicos encima y sabe muy bien de qué estamos hablando. Y esto es lo que hacemos todos los días, una rutina bastante interesante", valora Borgi para reflexionar: "Poder tener una meta y enfocarme en un objetivo en esta coyuntura socioeconómica de la mejor manera posible, es una forma de encontrar nuestra satisfacción para ser una mejor persona cada día y superarnos diariamente".
En ese sentido, Anabel agrega: "Es un trabajo aguantarme a mí (risas), esto de crear un vínculo por encima de lo deportivo es por demás de importante porque somos un equipo. Si no, sería imposible seguir adelante. Por eso desde 2021 que estamos juntas y no nos separamos más".
La categoría de Anabel Moro, representante paralímpica en Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012 en natación, es TVI1 (disminución visual), con lo cual necesitan del acompañamiento de un guía de principio a fin, con un reglamento específico. "Fue bastante espontánea la conexión entre ambas para poder coordinar esfuerzos en la bicicleta tándem, ya que en el agua ambas venimos de la natación y no precisamos la soga de acompañamiento", destacan ambas triatletas, para acotar con absoluta naturalidad propio de la química que lograron forjar: "Puede que alguna se adelante pero inmediatamente nos ubicamos a la par y seguimos nadando".
El primer equipo femenino en viajar a un mundial paralímpico
"Vamos a ser la primera dupla femenina triatleta de Rosario en viajar a un mundial, somos el primer equipo en lograrlo y lo hicimos el 22 de abril por medio de una clasificación (con una marca de 1 hora, 23 minutos) en el campeonato realizado en Almafuerte (Córdoba). Además, esa marca que hicimos nos posiciona a nivel internacional con otros paratriatletas, con lo cual nos da muchísima fuerza para poder llegar a Francia 2024", comentan las atletas al destacar lo que significa obtener una marca clasificatoria, ya que existen competencias mundiales a las que se puede acceder por medios económicos como los Majors Abbott de maratón (Nueva York, Londres, Tokio, Berlín, Chicago y Boston)
Un nado a la par, sin ataduras
Anabel aún nada para la selección Argentina de atletas paralímpicos en la pileta olímpica del Club Náutico Sportivo Avelleneda, un medio acuático que dista del nado de aguas abiertas, ya que allí no existen los andariveles y todo es cuestión de bracear y patalear para poder completar la distancia (750 metros). "En aguas abiertas es muy diferente a la pileta, pero nos manejamos muy bien pese a todo", acota Anabel, mientras Borgi destaca: "Se nos dificulta un poco cuando nos mezclamos con pelotones de atletas convencionales, pero solemos ubicarnos con el grupo que suele nadar más prolijo y eso nos hace sentir esa capacidad para superarnos. Cuando salimos del agua yo la ayudo, sobre todo cuando la accesibilidad se complica como ocurre en la ciudad para personas con discapacidad, porque las costas son diferentes hasta llegar al área de transición (hasta la estación de las bicicletas tándem)".
Correr, una aventura sin fin
Borgi cuenta que corre carreras desde 2007. "Empecé a correr más o menos como hicimos todos los que estamos en este ambiente. Empecé por 10k, después muchas de 21k y la primera maratón (42k) hasta que conocí a Iván, que estaba trabajando en Newell's con Fernando Bacci y ya había corrido siete Ironman (comprende 3.800 metros de nado; 180 km en bicicleta y 42km de pedestrismo) y ahí comenzamos a correr juntos: él quería vender su bicicleta, pero le envié como invitación un mail con la inscripción al medio Ironman de Buenos Aires, así que no sólo que no me vendió la bicicleta sino que compramos otra y empezamos a rodar en esta aventura que es nuestra forma de vida", rememora.
A su turno, Anabel apunta: "Hace muchos años corrí un triatlón con un compañero triatleta, ahí vivencié lo que era la actividad y me encantó. Es seguir con un hábito que llevo desde 2001 que comencé con el seleccionado de natación y hace ya más de 20 años, es parte de mi vida". También agradece al club Náutico Sportivo Avellaneda, donde aún sigue entrenando con el equipo convencional de natación junto al entrenador Alberto Tarsitano desde hace una década. Sucede que ella aún no dejó lo que representa, prácticamente, su hábitat natural: el medio acuático.
Pedalear en tándem
"La bicicleta tándem es como manejar un camión con acoplado, el ángulo es otro, sobre todo en los retomes, ya que a la hora de doblar el cálculo es más complejo. Sin embargo, de manera espontánea nos pusimos de acuerdo en cuanto a las normas que rigen en el paratriatlón para los guías: hay que tener en cuenta que tanto en Estados Unidos como en Europa hay campus de capacitación para quienes ofician de guías y nosotros ya no estábamos poniendo de acuerdo desde el vamos", valora Borgi, para resaltar que "cualquier inconveniente, un pozo, un lomo de burro o la falta de comunicación, en la bicicleta provoca un movimiento que genera un desequilibrio considerable en el andar".
Las peripecias para conseguir una bicicleta
Culminado el primer año de preparación, las chicas empezaron a pensar que esa bicicleta un tanto pesada que las había acompañado durante la primera experiencia ya no brindaba el rendimiento que habían cosechado con el correr de las competencias y para eso debían cambiarla. Sin embargo, a la hora de querer adquirir una biplaza como estas, solo hay tres fábricas en el mundo que se especializan en ese tipo de rodados: Estados Unidos, República Checa o España. Y lo más importante: esos prototipos no bajan de los 6 mil euros, nada menor para una realidad socioeconómica que se atraviesa en Argentina respecto al resto del mundo en materia cambiaria.
"Resulta que una amiga se ofreció a comprarme la bicicleta, pero cuando le dijimos el precio nos dijo que lamentablemente no llegaba con ese monto, pero nos ofrecía ayuda de todas formas en lo que podía. Entonces empezamos a buscar por todas las páginas de internet de compra/venta para ver qué podíamos conseguir y dónde desde Argentina. Fue todo un proceso de meses para poder dar con la talla de nosotras y que esté en condiciones", reseña Borgi.
En eso, su pareja, el deportólogo Iván Yelin intentó un contacto con una fundación israelí, encargada en promover el deporte con ciegos y disminuidos visuales, y allí comenzó a abrirse el panorama. "Estaban por cambiar todas las bicicletas y en eso Iván habla con Daniel Hooper, presidente de esta fundación y uruguayo, y nos consiguió unas bicicletas en buenas condiciones, mientras mi amiga Laura nos donó el dinero para poder comprarla", comenta.
Una cadena de favores
Sin embargo, restaba un pequeño detalle: ingresar la bicicleta al país a través de la Aduana. Estaban en enero y abril asomaba a la vista para afrontar el campeonato argentino de paratrliatlón. "Nos pusimos a redactar por medio de Anabel el pedido formal para que nos permitan ingresar al bicicleta, aunque sabíamos que la mitad del costo se nos iba en impuestos, lo cual significaba una verdadera locura", agrega para contar la parte más cómica de la travesía de la bici.
"Desechadas esta posibilidad, decidimos contactar una mujer mayor que venía desde Tel Aviv en silla de ruedas, pero como le cambiaron el vuelo con escala en Madrid, se hacía imposible despachar otra vez la caja de la bicicleta: un bulto de 2 metros de largo, por unos 40 cm de ancho y otro metro más de alto, aproximadamente...", reseña Borgi a lo que Anabel acota: "Imaginate una señora de 80 años con una caja enorme en medio de un aeropuerto lleno de gente".
Después de tantas lágrimas y desesperación por no poder traer la bicicleta, el hijo de un amigo de Iván fue la clave para poder traer la enorme bici como equipaje, una verdadera cadena de favores que trajo alivio y alegría a la dupla rosarina por adopción. "Ahora, después de todo esto que pasamos, vamos a viajar a Long Beach, pero fue una situación muy especial porque si no hubiera sido por todas estas personas que nos ayudaron hubiese sido imposible".
Remarla todo el tiempo
Las triatletas remarcan que se encuentran en un deporte muy sacrificado y costoso, de modo que cuentan con la ayuda de Vandalia, que les brinda la indumentaria; Európtica, en el caso de los anteojos; Pampero; Power Pro, que les provee suplementos deportivos y Spy Limited, entre otras. A estas empresas cabe mencionar además al nutricionista Leo Ferrareto; el entrenador Mauro Paglia, que les entrega las rutinas de entrenamiento.
"Van a ser las primeras rosarinas en estar en una selección nacional y que van a participar de un campeonato del mundo", resalta Yalin, quien supo integrar la Asociación Santafesina de Triatlón y atiende a los deportistas de Ardec desde hace más de 25 años.
Y a eso agrega: "En discapacidad es remar en dulce de leche, pero repostero, ya que siempre existen trabas y complicaciones; la anécdota de la bicicleta resulta cómica, pero en su momento fue realmente un dolor de cabeza porque había que poner en marcha una logística inusitada a la hora de hablar con el contacto que estaba viviendo en Australia (la amiga de Borgi); la mujer de Tel Aviv que en principio nos iba a traer la bici; y la diferencia horaria desde Argentina".
Más allá de la competencia de Estados Unidos, a donde viajarán junto a la delegación argentina, las chicas no se conforman ya prometen que irán por más. Los Juegos Paralímpicos de París 2024 están a la vuelta de la esquina y ellas ya saben como maniobrar con la bici para llegar en tiempo y forma. Porque brazadas y zancadas para representar al país tienen de sobra.