Carlos Joffre hizo todo lo que dijeron que había que hacer para anotarse en el Dakar. Corrió el Rally de Marruecos y los dos Desafío Ruta 40, llegando en todos, pero desde que le llegó la confirmación de la inscripción el 20 de julio hasta pocos días antes de viajar a Perú se encontró con muchas dificultades que casi lo hacen desertar antes de partir. Fueron sus hijos, Lautaro y Teo, los que le dijeron en la última ocasión en que estuvo a punto de bajarse. "Papá, vos siempre nos dijiste: nunca abandones tus sueños, ¿lo vas a hacer ahora?". Y ese fue el último impulso que necesitaba para cumplir el más grande que tuvo a nivel deportivo: correr el rally más duro del mundo, entrar en esa historia. Le alcanzaba ya con largar y quizás sumar algún buen recorrido, pero hizo camino al andar, completó todas las etapas en las durísimas dunas de Perú y ayer gozó como nadie el día de descanso en La Paz para volver hoy a subirse al Yamaha Raptor y encarar la segunda parte. El rosarino, de 50 años, está feliz. Así lo transmiten sus palabras desde Bolivia, que contienen toda la ilusión de arribar a Córdoba el sábado próximo. Sería la frutilla del postre y va por ella.
Y ahora que pasaron seis etapas, de las cuales la última del jueves fue sin dudas la peor, la que sufrió realmente, Joffre se anima a un resumen de todo lo vivido y enseguida remite al momento de encarar el primer especial de 31 kilómetros. En esas sensaciones, se resume todo. "La arranqué con muchos nervios y miedo a la frustración de quedar afuera de entrada. Debo decir que soy muy, muy cerebral, porque competí toda mi vida en otros deportes extremos, pero ese día tuve unos nervios terribles, hermosos nervios por otra parte. Estaba dentro del Dakar y no lo podía creer. Era un sueño cumplido, que va a quedar para mis hijos, que me dieron el empujón para realizar esta aventura, y para mis nietos".
La frase "nunca abandones tus sueños" que suele usar desde mucho antes en las redes sociales, fue entonces el empujón y después de superar ese primer filtro, lo que siguió fue todo disfrute "hasta la 5ª etapa, donde aún con el embrague complicado en esa última, las disfruté todas mucho porque amo andar en la arena. Me siento muy cómodo y sobre todo con esta máquina que es la mejor a la que me subí en mi vida". En ese sentido, Joffre agradece: "Tengo poco para hablar del cuatri, por suerte. Es impresionante cómo va. Son las ventajas de largar con uno 0 kilómetro y preparado por los mejores mecánicos, al mando de Oreste Berta, con un motor hecho por él que te da la tranquilidad de que anda todo. El único problema que tuvo fue en esa 5ª etapa porque me patinaba el embrague, después de hacer una 4ª etapa excelente en la que estuve en el top 20. Eso pasó porque las dunas de Perú son épicas. Son montañas de arena de dos mil, tres mil metros de altura que nunca vi en mi vida, así que lo castigué mucho. Ese fue el único problema".
Precisamente el jueves, justo cuando se despedía de las dunas que tanto le gustaron, empezó con problemas en los que deberá concentrarse porque ya no habrá paisajes así. "La etapa del jueves fue devastadora. Tuve un problema con el cambio de horario, no me di cuenta y arranqué una hora tarde. Primero afronté un enlace de 550 kilómetros que fue terrible, me empezó a pegar la altura y estaba muy mareado. Otros pilotos me dieron la pastilla para la altura y fue durísimo. Después por suerte el especial se acortó porque estuvo nevando pero fue muy difícil porque hacía mucho frío y había mucha agua", relató.
Y después del tramo de carrera de unos 200 kilómetros, echó mano a uno de los cientos de mensajes que le llegaron antes de abordar el nuevo enlace hacia el centro de La Paz, "que era una frase de Muhamad Alí que decía: «Sufre adentro para ser un héroe toda tu vida» (risas). Y la tuve que usar porque en un momento sentí que ya no tenía más recursos, que la estaba pasando muy mal".
Es que "siguieron 70 kilómetros de enlace en la entrada a Bolivia, que la verdad fue muy emocionante por la cantidad de gente. Fueron 30 kilómetros dentro de La Paz impresionantes, pero no podía parar porque se me venían encima y yo estaba con hipotermina. En un momento estaba como en un callejón, así que paré y le avisé a un policía de cómo estaba y se portaron bárbaro. Vinieron los paramédicos, me atendieron, me dieron de tomar algo caliente, me masajearon las manos y los brazos con una crema, me dieron de comer y junté fuerzas. Ahí me dije que si había hecho 900 kilómetros, ¡cómo no iba a seguir los 15 que me faltaban! Así que pasé la rampa, llegué al vivac y por fin pude dormir en una cama de hotel".
El rosarino contó además: "No hice la etapa a fondo porque llovía y hacía mucho frío, ya lo había dejado todo en el enlace y tenía miedo al palo. Fui tranquilo y ahora un día de descanso me vino bárbaro. Físicamente estoy mucho mejor de lo que me imaginaba. Así que estamos todos los días para hacer una primera etapa, así me lo propuse. Todos los días arranca el Dakar de nuevo".
Por supuesto, Joffre empieza a ilusionarse con el arribo a Córdoba. Pero lo primero serán "dos etapas en Bolivia que serían las más sencillas porque son solo caminos, pero no hay que confiarse en nada y siempre usar la cabeza". Seguro que sí, ya que hoy habrá más de 300 kilómetros de enlace y luego 425 nada menos que de especial hasta llegar a Uyuni, donde varios deben ser asistidos por los efectos de la altura. Imposible relajarse. Menos mañana, cuando atravesará un recorrido inédito por el salar de Uyuni, un desierto blanco que refleja mucho el sol y donde deberá recorrer casi 500 kilómetros de carrera hacia Tupiza.
Y piensa que lo más difícil serán las etapas 11 y 12, Belén y Fiambalá. "Son las de máximo respeto. Si pasamos eso, ya creo que terminé el Dakar". Joffre ya tejió buenas relaciones en este mundo Dakar donde la solidaridad es un baluarte indispensable para continuar en carrera. Y los que ya lo corrieron "me dijeron que lo disfrute mucho, que salude a toda la gente, que no le corro a nadie, que sólo es para mí y para ser un ejemplo para tus hijos y las generaciones venideras. Hasta ahora está siendo así. Muchos amigos me dijeron que me van a esperar en la etapa San Juan-Córdoba, así que espero llegar porque eso es muy motivador. Pero paso a paso, ahora estoy descansando, con algún dolor en manos y antebrazos, pero bien y muy tranquilo. Hay que llegar, sólo eso".
"Estamos en carrera y eso es lo único que importa"
El sanlorencino está muy contento en su primera experiencia dakariana, pese a que varias veces sufrió con el cuatri en las dunas peruanas.
Alejandro Fantoni disfrutó muchísimo la llegada a Bolivia. Porque cumplió una gran parte de su sueño en el primer Dakar y porque fue "increíble el recibimiento del pueblo boliviano. Fueron 35 kilómetros de autopista antes de entrar al centro de La Paz lleno de gente que nos brindó su afecto. Fue inolvidable. Te juro que nunca esperé algo así, nunca imaginé la intensidad con que lo tomaron". El sanlorencino sigue en carrera y está feliz como lo muestra en la foto de ayer. Soñó de entrada. Atravesó problemas y ayer se dio el gusto de disfrutar "las comodidades de un hotel después de tanto sufrimiento, pero estamos en carrera y eso es lo que importa".
Además de sacarse fotos en el camino con Charly Joffre, el sanlorencino compartió hotel con Leo Larrauri, quien lo calificó de un "hinchapelotas" porque no para de hablar. Pero son amigos y Fantoni está "muy contento por todo lo hecho". En ese sentido, de entrada no sufrió tanto como Joffre por ejemplo, sino que se ilusionó porque "la primera etapa fue cortita y la pasé bien. Me saqué la adrenalina y me sorprendí cuando vi que llegué 17º en la general y 2º en la categoría 4x4 (hoy está 27º y 5º), donde partimos 15. Me puse contento, pero en el segundo día bajé a la realidad del Dakar".
Claro, ese día "se me pinchó el filtro de aceite, se rompió la barra de mando del diferencial delantero, paré a repararlo varias veces y una de ellas en una especie de pozo de gran profundidad que los peruanos le llaman el cenicero, de unos 400 metros de diámetro y casi cien de profundidad. Todo el mundo se quedaba ahí atascado y yo estuve más de una hora, incluso me hicieron una nota los de Fox que vinieron en helicóptero, con el mismo Ettiene Lavigne. Fue un espectáculo. Estaba preocupado por el cuatri, pero ver cómo volcaban dos camiones y dos chatas fue algo que después para mí resultó fabuloso".
Fantoni contó además: "Renegué mucho con una arena muy blanda y como mi cuatri es muy pesado, por más que le desinflaba las gomas quedaba encajado. Mil veces bajé del cuatri a sacar arena y ese segundo día llegué al vivac a las 7 de la tarde. Para mí fue la más difícil".
"El resto de los días fueron de mucha duna y bastante divertidas. A mí me gustan las dunas y en Marruecos aprendí mucho sobre ellas. Ya en Bolivia fue todo rally y se me rompió la torre de navegación y tuve que parar a repararla. Estaba tan rota que se desarmó toda y saltaron todos los tornillos. Enseguida se me rompió el road book, que es donde va pasando el papiro que nos va indicando el camino y después la hice tranquilo, porque encima llovía y no se veía nada. Tenía las antiparras rayadas de tanta secarlas".
"Sigo con la mentalidad de terminar la carrera sin preocuparme por los tiempos", señaló Fantoni antes de encarar la cena en el vivac de La Paz. Y cerró: "Y, ni más ni menos, quiero estar en Córdoba".
"Ojalá lleguemos a Córdoba"
El baigorriense superó gran cantidad de obstáculos para seguir en carrera y soñar con el final el sábado próximo.
Leonel Larrauri sí que vivió un Dakar muy ajetreado. Lo empezó con todo, con vuelco incluido, esquivando ya desde el primer día un abandono posible. Repitió al otro día y zafó y cuando los problemas amenazaban con terminar con la aventura, superó todos los obstáculos junto a su compañero Fernando Imperatrice y ayer disfrutaron como pocos de un descanso de muchas horas que necesitaban como el agua. Hoy en Bolivia comienza la etapa maratón, habrá mucha altura y en el cuartel del ejército de Uyuni donde pararán no tendrán asistencia.
El baigorriense pasó esta vez la noche en la cómoda cama de un hotel y durmió largo, tanto que recién a la tardecita atendió a Ovación. Las dunas de Perú los vapulearon desde el primer día. Primero con dos vuelcos en días consecutivos, en el primero de los cuales debió llegar al vivac remolcado. Luego también les falló la electrónica y corrieron varias etapas sin la tracción 4x4 y sin dirección hidráulica, por lo que el Can Am UTV lo llevó usando toda la fuerza de sus brazos para arribar agotado. Lo mismo que en la 3ª etapa, en la que llegaron al vivac a las 7 de la mañana. Todo fue muy díficil, pero a la última etapa agotadora por el enlace, y con frío y altura, llegaron 4º y abrazaron el 7º puesto de la general.
"Dormimos muchísimo", dijo Leo, en un video que le mandó a Ovación y en el que a sus espaldas se observa el campamento del team alemán South Racing. "El equipo está repasando todos los vehículos, así que estamos bien. Venimos a un Dakar sin tener casi experiencia en arena y dunas, sin conocer el auto, y todos los días pasamos adversidades, aprendiendo mucho de ellas y llegamos al día de descanso al fin". Larrauri no ocultó que están "muy contentos porque pasamos las seis etapas. Hasta acá cumplimos el objetivo de avanzar día a día. Es algo nuevo para nosotros y esperamos seguir así".
"Lo que más disfruté es el trato de la gente y los mensajes de apoyo. En el camino, los tramos de velocidad que son los que más siento, pero más importante fue el afecto que sentís siempre", relató. "Y sufrí varias cosas pero cuando debimos reparar el auto en la tercera etapa y volvimos de noche por las dunas, sin luna, fue lo más duro. Llegamos 7 y media y a las 9 largamos de nuevo (en la foto se ve su rostro con arena antes de largar)".
Respecto a hoy, Larrauri no es un experto mecánico pero junto al funense Imperatrice se las deberán arreglar para asistir su máquina. "Va a ser muy larga y a cuatro mil metros de altura. Espero pasarla, además va a ser maratón y no tenemos asistencia del equipo, así que vamos a tener que hacer el service". Después vendrá el salar de Uyuni, la dureza argentina y el deseo que alimenta una ilusión que saben díficil: "Ojalá lleguemos a Córdoba".
Es puro goce
El de Bauer y Sigel, población de 200 habitantes cerca de Rafaela, sigue en pie en un 2º Dakar de disfrute pleno.
En 2017 apenas pasó dos etapas. Pero en su segunda experiencia, Pablo Novara no hace otra cosa que disfrutar. Llegó pleno al descanso y se ilusiona con el arribo a Córdoba. El productor agropecuario que puso a Bauer y Sigel en el mapa con su Can Am 291 (foto) vive dentro de un sueño del que no quiere despertarse.
"Fueron seis días increíbles de mi vida. Desde los días previos también, pero sobre todo desde que pasé la rampa en Lima fui disfrutando cada etapa. Y debo decir, para mi sorpresa también, que no tuve puntos negativos o que no quisieran que se repitan", le dijo anoche a Ovación.
Al punto que "una tirada de una duna de unos 800 metros de alto me hizo sentir que se terminaba todo pero fue al final una de las cosas más lindas que me pasaron en la vida. Uno no se imagina que podía llegar a hacerlo pero el Dakar te lleva a esos caminos y una vez adentro hacés lo que hacen todos", relató.
"Esto es una felicidad plena, un goce increíble. Todo me fue bien salvo un pequeño golpe en una piedra que me trajo una caída pero no pasó a mayores. Todo va de acuerdo a lo planeado. A Córdoba quiero llegar cuidando mucho, no mirando tiempos y lo más íntegro posible para cumplir ese sueño", finalizó Novara.