El fútbol tiene esas cosas. Cuando muchos imaginaban que Boca iba al Monumental a pegarle un empujón a River hacia el abismo, el equipo de Marcelo Gallardo se recuperó del golpe de hace cinco días. Y no sólo eso, sino que trasladó toda la presión para el otro lado. Y aquella tranquilidad con la que el xeneize llegó al encuentro de anoche ahora ya no es tal. En un partido caliente, típico de Copa, el Millonario cumplió con su parte: ganó, aunque por la mínima, y sin que le conviertan. Un combo más que especial para la parte de la historia que se escribirá dentro de siete días, en La Bombonera. De lo que no quedan dudas es que River quedó un paso más cerca de los cuartos de final.
Si hubo algo que no le faltó al partido fue fricción. Ni más ni menos que la esperada, aunque claro, mucho más por el lado de River, que de no haber sido por la permisividad de Gemán Delfino bien pudo haber terminado el partido con un par de jugadores menos. Salvada esa aclaración, el Millonario fue más que Boca durante los 90 minutos. Es que la visita dispuso de una sola chance clara, a los 15 segundos del complemento, cuando GBarovero desvió el remate de Calleri. Antes y después de eso River hizo todos los méritos para llevarse la victoria.
Esa telaraña que Gallardo armó en el mediocampo, juntando a Ponzio y Kranevitter dio sus frutos. Porque se vio un equipo más agresivo, combativo, presionando en la salida de un Boca al que le costó hacer pie.
Sobre los 10' River avisó con un remate cruzado de Kranevitter que Teo Gutiérrez conectó con algo de duificultad. Fue el propio colombiano quien a los 25 cabeceó débil, a las manos de Orion en el corazón del área. También hubo un cabezazo de Mora y una media vuelta de Funes Mori, aunque no tan peligrosas.
En esos primeros 45 minutos River demostró que la unión de Ponzio y Kranevitter en el anillo central no llevaba consigo una actitud más defensiva. Más bien todo lo contrario.
¿De Boca? Poco y nada. Aquella corrida de Calleri que terminó con la tapada de Barovero fue prácticamente lo único que hizo en ofensiva. Por eso siempre estuvo lejos de marcar.
Y River, con mucha vehemencia y limitaciones a cuestas fue como pudo. Con el corazón más que con los pies. Pero fue inteligente. Lo demostró Kranevitter cuando se anticipó al mal pase de Gago para ponerle la pelota al Pity Martínez. Marín lo tumbó, Delfino marcó el punto penal y Carlos Sánchez no perdonó.
A partir de ahí comenzó a tomar fuera el negocio redondo que estaba abrochando el equipo de Gallardo, amén de la posterior expulsión de Teo Gutiérrez.
¿Y ahora? La verdad estará en La Bombonera, donde Boca está obligado a mejorar y a ganar. Ni más ni menos que lo que hizo ayer un River al que muchos daban como caído.