-Me acuerdo de todo. La calle Mendoza tenía empedrado grueso, de piedra bola, y pasaba el tranvía 5, que venía al centro. Iba y venía por los costados de la calle. Y ya más de adolescente iba mucho a Villa Lynch y a jugar al fútbol a la canchita de la Iglesia San Francisco Solano, con el cura Pablo Posenti. Iba a la escuela República de Misiones, en Rioja entre Río de Janeiro y Avellaneda, donde hice hasta tercer grado, y después hice cuarto, quinto y sexto en la Escuela Alem, en Mendoza e Italia, con el Negro Raúl Lavié. Me cambiaron porque mi viejo quería que fuera a una escuela mejor. No era mal alumno, pero era indisciplinado. Era medio rebelde. Y me acuerdo que un día mi viejo iba en el tranvía a trabajar y estábamos sentados todos en la esquina de Mendoza e Italia, en el cordón. Se bajó y me dijo: “Te cambié de colegio para que estudies, para que te mejore, y estás en la calle”. Era jodido.
-¿Cómo eras en el fútbol?
-Malísimo. Jugaba de cuatro.
-¿Quiénes eran los de la Orquesta de Los hermanos Grimolizzi?
-Mis hermanos. Héctor Osvaldo, que tocaba el bandoneón, fue excelente bandoneonista y llegó a tocar con Pugliese. Tocó el bandoneón y era empleado de comercio. Y Hugo Oscar tocaba el teclado. Yo era más grande, ellos eran menores y fallecieron hace muchos años. Y el del bandoneón tocaba con una orquesta. Empezó con una orquesta que pertenecía a un maestro, Julián Chera, una orquesta juvenil. En esa época estaba de moda Héctor Varela y ellos hacían su repertorio.
-¿La música nunca fue lo tuyo?
-Me gustaba, tenía curiosidad, pero no teníamos el instrumento. Había empezado a estudiar piano en un conservatorio de música de Leonor Miglietta, que estaba al lado de casa, y después con el maestro Abel Pisicatti, pero nunca me fanaticé con el instrumento. Un día que acompañaba a mi hermano vi un diario La Capital tirado con un aviso de venta de un piano usado. Se lo pedí a mi mamá, que era modista, y creo que mi viejo sacó un crédito y lo compró en cuotas. Estudié un tiempo, sacaba algunas melodías como la de “Cabeza hinchada“, que estaba de moda, hasta que un día dije: “No estudio más”. Mi viejo casi me mata.
“Empecé a ir a la cancha de Central en el 52”
-¿Cómo te vinculaste con Central?
-Yo soy socio de Central y tuve un primo hermano que jugó en la primera de Central, Raúl Schossow, que jugaba en Huracán y después en Unión de Santa Fe. Yo empecé a ir a la cancha en el 52.
-¿Cuál fue el primer partido que viste?
-No me acuerdo, pero me acuerdo que tenía 12 años y que me llevó mi viejo, que era fanático. Y me acuerdo de mi primer viaje en tren a Buenos Aires, con la barra, y también recuerdo cuando el Tula se la dio con un puente en Migueletes y casi se mata.
-¿Cómo eran aquellos viajes en tren?
-Ibamos en todos los vagones y en primera iban los jugadores. Era en el 58, cuando se juega el Mundial, acá se juega la Copa Suecia. En el tren lo conocí a un pibe que Central hacía debutar: Marcelo Pagani. Ibamos a ver a Central con el Negro Cardozo (periodista rosarino de la vieja LT2). Me acuerdo del primer viaje en tren a Buenos Aires: fui a la cancha de Vélez, al Fortín, que estaba rodeado por calles de tierra. Jugaban Humberto Rosa y Oscar Massei.
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-¿Qué te acordás de la cancha vieja?
-De la cancha de Central me acuerdo muchas cosas. Me acuerdo de la triuna de madera, que era la popular del lado del río. Y del codo alto de Regatas, donde estaba la tribuna de mujeres.
-¿El piso de la popular del río era un metro más bajo que el campo de juego?
-Sí, era así.
-¿Había un ombú enorme en la esquina de Cordiviola y Regatas?
-No, de eso no me acuerdo.
-¿Quién fue el mejor jugador que viste en Central?
-Sería injusto si eligiera a uno.
-Elegí a dos o tres.
-Palma, Pizzi y Di María.
-¿Viste el gol del Flaco Menotti a Amadeo Carrizo?
-Sí.
-¿Es verdad lo que contaba el Negro Fontanarrosa, que decía que el Flaco le pegaba tan fuerte que la pelota cuando entró seguía subiendo y que por eso fue tan espectacular?
-No sé, no lo tengo tan presente. Me acuerdo del golazo que fue. Fue impresionante. Fue de esos goles un poco como este del clásico.
-¿Este de Di María fue el mejor gol que que viste en la cancha de Central?
-Me quedan dudas porque un gol que yo tengo muy presente es aquel que le hace Omar Arnaldo Palma a (Luis) Islas, el arquero de Newell's. Fue muy parecido. Nunca le había hecho un gol a Newell's. Fue de más cerca y hacia el lado del río.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿Qué fue lo mejor y lo peor de Vesco?
-Aprendí mucho de Vesco. Por ejemplo aprendí a ser dirigente. A lo mejor no era de compartir decisiones y era muy muy similar a Grondona. Después lo viví y siempre me respetó porque Grondona fue muy amigo de Vesco.
-¿Cómo te fue con Grondona?
-Cuando fui a AFA Grondona de alguna manera siempre me tenía alguna caidita. Por Vesco, fundamentalmente, y por Eduardo de Luca, de Defensores de Belgrano, que eran de la misma camada. Venían de la década del 50.
-¿Si Vesco no hubiera desarmado los equipos del 80 y del 87 Central podría haber peleado la Libertadores?
-No sé. A veces daba la sensación que se encaprichaba.
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-¿Cómo empezaste en la producción artística?
-Empecé a trabajar en Central y también en el espectáculo porque había un presidente de la subcomisión de fiestas, que se se llamaba Orlando Bolten, que tenía la oficina en el pasaje Pam. Cuando lo conocí a Bolten empecé a ir con frecuencia a Central. Y llegan las elecciones de Boerio,en el 70, y trabajé para Federico Flynn. Porque este hombre era de Flynn. Yo tenía una Estanciera y llevaba gente a votar, era empleado de Bolten.
-¿Cómo conociste a Vesco?
-Boerio era el presidente y Vesco el secretario. Ahí lo conocí a Vesco.
-¿Boerio fue un adelantado?
-Boerio tenía el supermercado en Avellaneda y Mendoza, a tres cuadras de donde yo vivía. Boerio fue un adelantado. El fue el que compró la ciudad deportiva. El otro día hablábamos con el Negro Centurión (comunicador institucional de El Cairo) de los aciertos estratégicos con los socios patrimoniales. Y simultáneamente yo trabajaba en el Ejército, en el Batallón de Arsenales de San Lorenzo. Hasta el año 68 trabajé en el Arsenal. Hasta que ya empezó a crecer mi laburo mío. Trabajé dos años sin sueldo para lograr una vacante.
-¿Cómo era eso?
-Todos los días entrábamos a las seis de la mañana para poder tener un puesto. Desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde. Ibamos en camión y salíamos a las cinco, nos pasaban a buscar e íbamos durmiendo, cabeceando en el camión. Y de lunes a viernes. Y también ahí ya empecé con la onda de la secretaría.
"El doping de Diego en Estados Unidos no fue un vuelto"
-¿Por qué Grondona aceptó la sanción a Maradona por doping en Estados Unidos 1994?
-Grondona era vicepresidente de la Fifa y estaba en la sede de Chicago. Tuvimos el problema del doping de Maradona, fuimos a Los Angeles, nos dieron el informe, el resultado. Le preguntaron al presidente de la delegación si queríamos saber qué había consumido el día antes del partido y en los seis meses anteriores porque Maradona hacía la suya. Tenía un entrenador personal que le daba cualquier cosa, nosotros le tomamos una declaración a (Jorge) Borrelli, que era el ayudante de campo del Coco (Basile) y compartía la habitación. Entonces él declaró que en la habitación hacía lo que se le cantaba: comía la hora que le parecía, tomaba las cosas que le parecían, no le daba bola. Y había llegado un fax -en esa época había fax- de Passarella porque el último que se incorporó a la delegación fue Orteguita. Entonces Passarella mandó un fax pidiendo que no lo hicieran compartir la habitación con él. Se ve que Grondona sabía. Grondona alguna vez nos contó que su vinculación con la droga fue a partir del 82 cuando jugaba en Barcelona.
-Havelange le dijo a Grondona que tenía que sancionarlo a Maradona. ¿Fue un castigo o un vuelto por la oposición de DIego a Havelange?
-No fue un vuelto. No, yo creo que Grondona era muy cercano, tal es así que prácticamente a la Fifa la manejaban Havelange y Grondona.
-Tras la sanción a Diego, Grondona se enojó mucho cuando le pregunté por sus causas, en el hotel de la selección en Los Angeles. ¿Por qué Grondona estaba tan molesto?
-No lo sé, pero sí recuerdo perfectamente que el día del partido contra Rumania en Los Angeles cuando llegó a la cancha pasó muy enojado y no saludó a ninguno de la delegación argentina.
-¿Grondona les dijo que no pudo salvar a Diego de la sanción?
-El nos dijo que Havelange le dijo que tenía que sacar a Maradona de la selección porque no podían tolerar un caso de dóping en el Mundial. Además lo echaron de Estados Unidos, donde le retuvieron el pasaporte y no pudo volver nunca más.
-¿Grondona tenía una sociedad con Havelange?
-No lo sé. Después hicimos los Juegos Preolímpicos en Mar del Plata con Havelange. Se hizo una renovación de los estatutos de la Conmebol y dejamos al paraguayo Nicolás Leoz 14 años de presidente. En una palabra Grondona manejaba todo, pero los mandaba a Leoz y a De Luca, y tenía controlada toda toda la parte sur. Todo eso fue producto del acuerdo de Havelange con Grondona. Y allí se manejó absolutamente todo.
-¿Cómo era Grondona con ustedes, los dirigentes?
-Un día que jugábamos contra Independiente en Buenos Aires, Marcheta me dijo que pidiera que nos televisaran para jugar el domingo porque íbamos punteros y podíamos llevar mucha gente. Era la época cuando la AFA designaba la grilla de partidos para la televisión. Entonces, en la reunión de AFA levanto la mano y le digo: “Presidente, quiero hacer un pedido, la posibilidad de que Central juegue el domingo en vez del viernes”. Y Grondona me pegó un relaje bárbaro porque me dijo: «¿Y por qué usted me pide esto?». “Estuve hablando con el técnico y me dice que tenemos la posibilidad que el domingo nos acompañen muchos hinchas y porque el viernes a la noche va a viajar menos gente”. Y entonces Grondona me dijo algo que tenía cierta lógica: “Mire, haga una cosa, dígale al técnico que la semana que viene venga él, y usted no venga más”. Me cortó el rostro por demás. No puede decir ni buenas noches. Pero también tengo otra de Grondona positiva, cuando ofrece la Copa Conmebol. Argentina tenía tres cupos y los clubes no le daban importancia. Le habían jugado Deportivo Español, Lanús, San Lorenzo, no le interesaba a nadie.
-Como la Copa Libertadores en sus comienzos.
-Claro. Nadie le daba bolilla. Y entonces Grondona decide en una reunión devolver una plaza. Y yo estaba con (Mario) García Eyrea, el representante de Newell's, un caballero, un señor. Entonces Grondona nos dijo: “Llévenla a Rosario, les va a ir bien, yo los ayudo”. No teníamos facultades para contestar, así que vinimos a Rosario, yo hablé con Central, le dije a Vesco, que no sabía de qué le hablaba. Nunca le salía el nombre. Entonces hablé con Gastaldi, creo que fue uno de los vicepresidentes más informados en el fútbol. Y más honesto porque el hijo pagó las consecuencias que había jugado en Newell's en la época de Maradona cuando lo llevó Solari y nunca se lo perdonaron. Te digo muy honesto porque él negociaba con Gennoni y Poletti y y nunca les pidió nadai para el hijo. Al contrario, lo ubicaron en Tigre. Y Gastaldi me dijo: “Traela, vamos a traerla”.
“Fui presidente de la Federación de Natación y no sé nadar”
-¿Cómo llegaste a la presidencia de las principales instituciones de la natación?
-Fui presidente de un montón de instituciones. Y no sé nadar, aclaro.
-¿Y cómo llegaste? ¿Te tiraste la pileta?
-No, ahí también hay anécdota porque mi mujer llevó a mi hija y a mi hijo a entrenarse a Provincial. Y cuando había reunión de padres yo estaba con la producción, tenía acá el Teatro Aureliano. Y mi mujer me insistía: “Acompañarme a alguna reunión porque parezco una mujer sola, que los chicos no tienen padre”. Al final fui. El presidente de la subcomisión era Alberto Solari, uno de los hermanos del Indio. Fui a la reunión y no tenían idea de nada. No había el lugar para reunirse, nos reuníamos en una escalera. Era una reunión para colaborar, yo veía que era muy fácil todo lo que había que hacer. Y estos tipos no sabían cómo recaudar. Yo ya estaba vinculado con el espectáculo. Tal es así que empecé a buscar soluciones, compré la casa que actualmente tienen, conseguí un crédito por relaciones. Me acuerdo que el gerente me dijo: “Estos créditos normalmente no se pagan”. Pero se hizo la operación. La casa de la Federación está en la calle Zeballos y Rodríguez., que actualmente tiene. O sea que pasó de reunirse en una escalera a tener sede propia. Primero alquilé un local en una galería de Pellegrini y Corrientes. Y después, estando ahí, se me ocurrió comprar esa casa con un crédito. Tuvimos un crecimiento vertiginoso. Entonces sale la posibilidad de organizar también un campeonato sudamericano. Y para mí organizar un campeonato sudamericano era muy sencillo porque era el laburo que hacía. Entonces cambiaba la disciplina nomás. Pusimos tribunas en Provincial. Y ahí quedé como presidente de la Federación Rosario de Natación. Después se hace un congreso y todos los tipos habían visto la revolución de comprar una casa y de organizar el Sudamericano. Entonces me ofrecen ser presidente de la Confederación Argentina. Y fui presidente de la Confederación Argentina en el 87. Fui a la sede en la calle Florida y empecé a trabajar. Había un congreso de la Federación Sudamericana para elección de presidente. Me proponen y salgo presidente la Federación Sudamericana, acá en Rosario. O sea que de de la Federación Rosario pasé la Confederación Argentina y a la Federación Sudamericana. Después hice un segundo Sudamericano en Rosario y me fui de la Federación en el 94.
-¿Y nunca aprendiste a nadar?
-No, además además hoy le tengo miedo al agua todavía. Mi hija es profesora de educación física y directora de gimnasia. Tengo pileta en mi casa. Me nieto me metía la cabeza bajo el agua y yo salía disparado.
-Sólo te falta que como presidente de la Federacion de Vóley tampoco sepas jugarlo.
-Tampoco. Y organicé el Mundial Sub 19 de Voley, que ganó Italia y Argentina salió tercero. La subsede era Santa Fe, pero lo organicé todo desde Rosario.
-¿Cómo llegaste al Comité Olímpico?
-Porque como presidente de la Federación de Vóley estaba en el Comité Olímpico. Y ahí lo conozco a Rusomano, que era el presidente de la Confederación de Vóley.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿Qué es más difícil: ser productor artístico, ser dirigente de natación o de vóley o ser dirigente de Central?
-Qué pregunta. Tienen distintas connotaciones. Ser productor artístico sinceramente es una cosa muy difícil.
-¿Por qué?
-Primero porque varía todas las semanas. Yo no soy representante de un artista. Yo soy productor de espectáculos. Son dos cosas distintas.
-¿Tenés que lidiar con los egos?
-No, tengo que lidiar con las exigencias que tiene cada artista. Y no son las mismas las del que viene la próxima semana o la otra semana o no es lo mismo hacer un teatro que hacer el estadio de Central o no es lo mismo hacer una gira por la Unión Soviética de 45 días o hacer todo lo que tiene que ver con el espectáculo que podría ser una doma. Es muy amplio y muy complejo porque sos responsable de un montón de áreas de las que no participás, pero que el artista te exige a través su representante. Tenés que estar en todos los detalles. "La habitación está ocupada. ¿Cómo no está la habitación?" No, hermano, llegaste a las siete de la mañana y en el hotel la habitación te la habilitan a las 12 del mediodía. Me hubieras dicho y te reservaba un día antes.
-¿Cuál fue el espectáculo más difícil que organizaste?
-Fueron varios. Y tengo algunos con consecuencias trágicas. Te cuento uno muy sintético: Luis Miguel. En Central fue el artista que más entradas cortó. 35 mil. La cancha completa. Y otro en Newell`s, en el estadio cubierto. ¿No te acordás del accidente en River de la puerta 12? Fue terrible por todos los que murieron. Entonces estaba la puerta cerrada. Salió una resolución sobre los portones de ingreso cuando se hizo el estadio cubierto de Newell's para los Juegos Cruz del Sur en 1982. Newell's puso portones antitumulto, que se pueden abrir para evitar otra “Puerta 12”. Si venía un grupo de gente se levantaba. El día de Luis Miguel estaba totalmente agotado. Entraban casi 10 mil. Había un montón de gente que se quería colar, como en el fútbol, como en todos lados. Eran varios que agarraban y tiraban para fuera para abrir del portón. Y el portón se abría unos 10 grados y después se cerraba, pero si lo bancaban 20 personas lo abrían hasta la mitad. Entonces, había dos hermanos, uno mayor y uno menor. El mayor le dice al menor: “Dale, metete y nosotros te levantamos”. Y viene uno y grita: “Viene la policía”. Los que bancaban lo solaron y lo cortó por la mitad. Y también tuve un problema grande con Piero. Salimos de la época de los milicos y el público gritaba que quería que cantara “Para el pueblo”. En realidad tuve dos problemas en el mismo espectáculo. Primero, lo mismí en el estadio cubierto, pero esta vez metieron a una piba. La piba pasó las piernas primero y se le vino el portón. y perdió las piernas. Terrible. Se la llevaron a internar. Hicimos el espectáculo y el público gritaba: “Cantá 'Para al pueblo', que era el ícono de él. Y no lo quiso cantar nunca. Ya había falopa. Me acuerdo que antes de subir al escenario parecían un grupo de rock porque estaban todos juntos fumando marihuana. Como no quiso cantar ese tema empezaron a volar las sillas. Los tipos empezaron a gritar al borde del escenario. “Hijo de puta” le gritaban, tiraron el escenario abajo y suspendió el recital. Y en el medio delestadio se armó una pila de sillas de plástico, rompían el asiento y con las patas hacía la “V”. Y también rompieron los tubos de renovación de aire. Fue terrible. Asi que también tuve ese quilombo. Por eso te digo, que como productor el mejor momento lo vivo cuando termina el espectáculo. Al espectador lo invito a que saque la entrada, se siente y disfrute. Es mejor que no sepa nada. También he tenido problemas con Cacho Castaña. Todos quiilombos.
-¿Y la alegría o satisfacción más grande como productor artístico?
-Muchas y de distinta manera. Yo hice dos corsos en el bulevar Oroño. Dos corsos inolvidables, en los años 80 y 81. Cerramos todo desde 27 de Febrero hasta avenida Pellegrini. Cerramos todo el Parque Independencia con un alambrado de 1,80 metro de altura e hicimos un desfile de carrozas. Traje comparsas de Brasil. He hecho de todo.
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-¿Tu hijo es tu continuador en la producción artística?
-Una de las cosas por las que estoy muy feliz es porque Sergio, que durante mucho tiempo y por distintas razones de la vida rechazaba mi trabajo, un día en segundo año de Ciencias Económicas vino y me dijo que dejaba la carrera. ¿Por qué? “Porque no me gusta más”. Y entonces tenía que trabajar. Pero tenía que trabajar pronto, por ejemplo, mañana. Sí. «¿Y de qué vas a trabajar?» “De lo que hacés vos”. ¿Cómo de lo que hago? “Sí. Vos terminaste el secundario y pudiste hacerlo, criarnos. Fui al Latinomericano, que era el colegio más caro. Nos criaste, vivimos muy bien”, cosa que era cierto. “Entonces quiero hacer una prueba”. Y yo siempre lo había rechazado. Uno siempre quiere que el hijo lo supere. Y entonces le dije: “Bueno, está bien, empezamos en enero. ¿Sabés qué hice? En la calle Córdoba estaba la Disquería Rom. Lo puse con una mesa a vender entradas con dos bafles, era una tortura. De las nueve de la mañana a la una y de cuatro de la tarde a siete. Y dije: “Este en dos meses tira todo a la mierda”. No. Se lo bancó. Y cuando venía a hacer la liquidación a la oficina se quedaba charlando, se fue pegoteando y se metió. Y hoy en día es el presidente de la Cámara de Productores . Y estoy orgulloso. Primero por lo profesional porque es muy superior a mí. Sabe tantísimas cosas que yo no podría saber.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿El alumno superó al maestro?
-Sí, lejos, porque los tiempos también cambiaron. Le tocó otro mundo. Eso me dejó muy feliz porque es una continuación de hace muchos años y porque algunos lo hacemos hacen bien. Por eso hay tantos chantas que se vinculan con el espectáculo. Porque por el espectáculo te dan todo: la noche, droga, mujeres, viajes, chapa. Pero así también si no tenés una base sólida, no llegás a los 84 años como yo. Con una familia, con un nombre respetado, con un montón de actividades, no digo que soy la excepción, pero no hay muchos casos como este.
-¿Otro continuador es Mario Candioti?
-Está incursionando en la producción. Hace algunas cosas. Cuando entró a trabajar a La Capital lo llevé a cubrir un torneo natación en Punta del Este. En esa época le daban mucha bola el deporte amateur. El viejo Lorenzo era el jefe de Deportes.
-¿Ivana Fortunati es una de las mejores voces del tango de nuestra región?
-En mi opinión Ivana, por diversas razones, es la mejor. Por lo menos de la provincia.
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-¿Por qué elegiste Funes para descansar?
-Me voy el fin de semana, pero por períodos largos, al Country Club de Funes, donde debutó Víctor Heredia en el 70.
-Cuando Funes era un pueblo.
-Sí, y además el Country no tenía un árbol. Y la gran atracción era Carcarañá por el parque, pero nosotros teníamos “El club de la gente joven”, que era lo más escuchado en la radio. Yo estaba con Gianserra. Estábamos en LT8 de 16 a 18. Teníamos toda la audiencia y competíamos con Alberto Jota Llorente, que era el número uno. Él era muy fuerte al principio, pero después lo tumbamos. Hacíamos de todo: después hicimos los picnics y los corsos. A los picnics en Funes vino Héctor Larrea. Hicimos ahí los picnics. Era muy curioso porque era un lugar inhóspito para hacer picnics. No había sombra, no había un carajo, pero la gente nos seguía de una manera total. Y ahí compré la casa. La modifiqué toda.
-¿La idea era irte a vivir a Funes?
-No, soy muy rosarino. Yo vivía en la zona sur, en Garay y Buenos Aires. Y vos sabés que cuando falleció mi señora la casa quedó muy grande. Ahora está en sucesión con mis hijos. Y alquilé un departamento en avenida Libertad, en el mismo piso donde vivió Usandizaga siete años cuando era intendente. Hace cuatro años que vivo ahí y hasta el último día me quedo solo. Estoy bien.
-¿Cómo armaste el espectáculo “El fútbol contó un cuento” con Alejandro Apo?
-A través de Fontanarrosa, que me lo presentó, y empezamos a hacerlo en el Lavardén. Me acuerdo del Mundial 94 en Estados Unidos, donde estábamos con Fontanarrosa, que un día escribió en su columna de Doña Rosa: “Estábamos en un bar y sorpresivamente ingresa Pepe Grimolizzi vestido con un atuendo deportivo que muchos lo confundieron con (el volante nigeriano) Okocha”.
“El Vasco no es un hombre de fútbol”
-¿Así como aquellos vitalicios votaban a Vesco ahora los actuales votan a Belloso?
-Puede ser. Me tocó vivir una situación muy fea con Belloso y Usandizaga. En el gobierno de Usandizaga entré como amigo, no era miembro de comisión directiva, pero estaba todo el día con él y todo el mundo me escrachó siempre porque era conocido. Horacio no atendía a periodistas, no le daba bola a nadie, me he peleado con muchachos que hoy en día los veo porque no los atendía, no había manera. Y yo ponía la cara por eso. Y un día, cuando era jugador, vino Belloso medio de prepo. Había otros problemas. Se ponen a discutir con Horacio en la presidencia y se pusieron en guardia. Dos locos. Me metí, se metieron dos o tres y los separamos. Horacio en el momento lo expulsó. Lo echó como socio. Entonces, pasaron tres o cuatro días y había un abogado que era revisor de cuentas, un tipo que lo conocía, que vino y lo habló al Vasco. “Dejate de joder. Dejalo que se haga socio de nuevo”. Entonces tuvo que hacerse socio de nuevo. ¿Qué significó eso? Que había perdido la antigüedad. Perdió la antigüedad y no pudo ser presidente cuando fue (Norberto) Speziale.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿Cómo quedó tu relación con Belloso?
-Tenemos una excelentísima relación. Y me sorprendió. Ya me sorprendía cómo fue transitando su carrera, cómo se fue ubicando. Charlamos mucho cuando estaba en Paraguay. Nosotros a Domínguez le habíamos comprado a Celso Ayala. Vino el padre, fuimos al aeropuerto, firmó el contrato de venta de Celso Ayala de Olimpia a Central, pero quedó la deuda. Entonces Olimpia propuso una cosa: hacer un préstamo hasta diciembre. Y ahí lo compró River.
-¿Belloso tenía línea directa con Grondona?
-Sí, hablaban siempre. Me acuerdo cuando vino con Cruz Azul, que perdimos acá, que él estaba en el banco de suplentes. Yo estaba ahí en la platea y teníamos ese contacto. Yo le seguí la carrera y él hizo mucho en Paraguay.
-¿Por qué defendés a Usandizaga?
-Porque el Vasco es mi amigo y lo acompañé cuando nos fuimos al descenso. Y pagué un alto costo por eso.
-¿En qué se equivocó el Vasco?
-En aceptar ser presidente. Porque lo presionamos nosotros. Tenía tanta popularidad como intendente que la gente lo asoció a que iba a ser un buen presidente. Y siguió con su filosofía política. No tenía nada que ver con con el mundo deportivo.
-¿Es más difícil ser presidente de Central que intendente de Rosario?
-Seguramente. No tengas ninguna duda.
-Usandizaga puso a manejar el fútbol profesional a su hijo Manuel porque le tenía confianza. Con ese criterio vos lo podrías poner a que te operara del corazón o a que manejara un avión, si es solamente por la confianza. ¿Cómo lo ves como su amigo?
-No, no, no. Yo lo veo todo mal. Te digo que lo presionamos porque éramos un grupo que lo intentamos convencer un año antes.
-¿Era un buen candidato?
-Claro, y él había elegido a cuatro o cinco personas que lo respaldaran, que tenían que poner, en una reuníón que hicimos en un salón de la calle Maipú, pero como estos que iban a poner dijeron que no, el Vasco dijo que no. Seguimos hinchándole las guindas hasta que aceptó, ganamos la elección y recibimos el club en Tribunales porque estaba intervenido.
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-¿El acierto de Usandizaga fue comprar Arroyo Seco, en sintonía con Boerio con la Ciudad Deportiva?
-Sí, pero el negocio lo trajo (el Sapo) Milicic porque era jefe de esa comisaría. El dato lo trajo Milisic y dijo que era una oportunidad. Daba vueltas el Vasco con la decisión hasta que lo convencen y acepta comprarlo. Eran 29 hectáreas, a pagar en 16 cuotas sin interés.
-Era un golazo.
-Un golazo. Eso era parecido a la compra que hizo Boerio con la Ciudad Deportiva. (Patricio) Gorosito, de Real Arroyo Seco, estaba refugiado en Montevideo. Estábamos con Usandizaga en la cena de la Policía Federal, nos avisaron que venía Gorosito para firmar y tuvimos que salir corriendo. El yerno de Horacio era escribano, así que fuimos a firmar a la escribanía, donde estaba Gorosito, y se le pagaron tres cuotas adelantadas porque no tenía un mango. Cuando tomamos posesión fuimos como 10 mil personas y Gorosito subió al escenario, se abrazó con Horacio y él le puso la camiseta de Central.
-¿Central se fue al descenso con Usandizaga a pesar de que tenía una buena situación económica?
-Había plata. Ocurre que es medio difícil de explicar para un futbolero que haya habido tantos errores juntos. Soy su amigo y lo quiero mucho. Horacio cometió muchos errores de entrada. Por ejemplo, la elección del técnico. En la primera reunión de comisión directiva se distribuyeron los cargos. El era un caudillo. Entonces propuso la subcomisión de fútbol y dijo: “Voy a hacer algo. Lo voy a poner a trabajar a mi hijo”. Porque él desconfiaba de todo. Estaba el comentario de los intermediarios y toda la historia. De entrada se lo chuparon todos los personajes de aquella época. Fue una sucesión de errores.
-¿Te sentiste reconocido por Central?
-Sí, porque calculá que en Central pasé malos momentos como el descenso: me pintaron todo el Teatro El Círculo y tuve 35 días un móvil en la puerta de mi casa cuando nos fuimos al descenso. Tengo una historia en Central muy dura, pero es una injusticia. Llevo 65 años viendo Central y tuvimos con el equipo ganador de la Conmebol el primer titulo de un club del interior.
-¿Qué significa este reconocimiento en Central y la AFA?
-Esto de Central y de la AFA son lindos momentos que estoy viviendo, sinceramente son muy lindos.