De no creer la derrota que sufrió Newell's. Había empatado en tiempo adicional, con un gol de Guillermo May, se estaba llevando un punto de enorme valor en su visita a Racing, teniendo en cuenta cómo se había desarrollado el partido y, en la última jugada, Gastón Martirena lo liquidó y lo dejó inmerso en una enorme frustración. Quedó golpeado por un caída por demás de dolorosa, por la forma en que se desencadenó, en un encuentro en el que no jugó bien y cuyo resultado le impidió quedar al frente de las posiciones de la zona B, que a partir de ahora ocupa el conjunto de Avellaneda.
A los 120 segundos, Ferreira metió un pase filtrado para la proyección de Méndez, cuyo disparo se fue sobre el primer palo. Esta primera acción ofensiva de Newell's entusiasmó. Había que explotar los frecuentes desajustes defensivos del local, especialmente sobre el sector de Piovi. Pero rara vez sucedió. Es que luego de esa jugada, perdió el dominio de la pelota. Juan Nardoni se hizo el dueño de ese sector, sin que haya una contención del mediocampo rojinegro. Juanfer Quintero retrocedía sobre la derecha y Angelo Martino no lo seguía. Con libertad, el colombiano iniciaba cada avance local a partir de su movilidad y toques. Eso sí, el resto no lo acompañaba.
A partir del cuarto de hora, la lepra equilibró el desarrollo. La tuvo mayor tiempo, favorecido por un rival que cometió errores no forzados, víctima de las imprecisiones. Las mismas que también tuvo la visita. En definitiva, se la fueron prestando, yendo hacia adelante y resolviendo mal.
Era un partido de falencias. Y así fue que casi se abre el marcador. Guillermo Ortiz la perdió en la salida, Roger Martínez se fue solo ante Lucas Hoyos, lo gambeteó sobre la izquierda y tocó hacia el medio para que un compañero la empuje al gol. Iván Gómez se interpuso y evitó la caída de su arco. Un susto tremendo para la lepra. Innecesario.
Los gestos constantes de Heinze lo decían todo. Se exasperaba ante el apresuramiento del conjunto rojinegro en campo contrario. Cada avance terminaba siendo desperdiciado. Brian Aguirre fallaba en la última puntada. En la que resolvió bien, desbordando sobre la izquierda, desde el punto del penal Ferreira pateó al medio donde estaba ubicado Gabriel Arias.
El desarrollo era de ida y vuelta, con más ganas que claridad. Intenso y poco prolijo. En medio de ese vértigo, Roger Martínez también tuvo su chance, con un derechazo que cruzó por delante de Hoyos.
La mitad de cancha fue un sector de libre libre tránsito. Y eso le dio emotividad al desarrollo, a pesar de las imperfecciones que compartieron. Como las que siguió cometiendo Lucas Hoyos con el pie. Desde atrás, salió en ocasiones mal, generando peligrosas contras del equipo blanquiceleste. El uno zafó en la que se la regaló a Nardoni porque le consiguió achicar el remate.
De a poco, Newell's fue retrocediendo en el terreno. La perdía rápido y Racing lo fue empujando contra Hoyos. Sin ejercer una superioridad abrumadora y, pese las pocas variantes de ataque que mostraba, era mejor que la lepra.
Una diagonal de la izquierda hacia el medio de Sordo y el posterior derechazo que exigió a Arias fue un oasis en el medio del desierto. Newell's no jugaba el encuentro. Lo sufría. Y ni qué decir Sforza. Tuvo una noche para el olvido, que la coronó con un balón que perdió inexplicablemente y que derivó en el gol que tanto buscaba Racing y que concretó Jonathan Gómez.
Newell's no se resignó y fue en busca del empate, con mucho ímpetu y muy poco fútbol. La diferencia era mínima y, a partir de la liviandad defensiva del local, por qué no creer que era posible rescatar un punto. Y fue el ingresado Guillermo May el que aprovechó una salida desacertada, muy lejos de su arco, de Arias para ganarle en lo alto, conectar de cabeza y estampar el 1 a 1 que a esa altura costaba imaginar que era posible.
Tan impensado el gol como el hecho de que Newell's no apretujó semejante premio. Martirena se le filtró por izquierda y sacó un potente tiro que venció a Hoyos. Entonces sí, la suerte de Newell's ya estaba echada.