En todo proceso arrancar ganando es muy importante. Y en el fútbol ese axioma se potencia más. Afirma y aumenta su poder de impacto. Encierra un valor extra que sirve como incentivo y motivación para animarse a empezar a creer en los caminos propios, respetando las pautas iniciales y animándose a soñar con un horizonte de realizaciones.
En este caso, esa meta pasa por comenzar a convencer (hacia adentro y hacia afuera) de que está en condiciones de dar esa cruzada. Y Newell’s dio en Santiago del Estero un paso de carácter fundacional, en la dirección apuntada.
No solo por los tres puntos y por una producción futbolística que mostró muchas saludables intenciones y también algunos vicios de falta de profundidad y de puntería en los metros finales, este gesto vale todavía mucho más desde lo anímico.
Por el momento (justo en la primera fecha del certamen) y por la forma de corajeada heroica (con gol de un pibe de las inferiores ya en tiempo adicional), el triunfo 1-0 con gol de Giovani Chiaverano sobre Central Córdoba representó mucho más que un paso de arranque positivo.
Para el debut oficial del proceso que está liderando Mauricio Larriera, este grito fuerte y merecido en condición de visitante es un mojón referencial de arranque, que mostró que este tránsito rojinegro en la Copa de la Liga goza en su génesis de las complicidades que se desprenden del viento a favor.
Esos guiños, en la vida y en el fútbol mucho más, si juegan para el lado propio suelen ser aliados de buenos augurios, de buenos momentos y de buenas campañas, y si están en contra pueden conspirar y tirar por la borda cualquier iniciativa.
En Santiago del Estero, Newell’s forjó una victoria que cotiza en oro y expuso una ratificación de ideas y de rumbo, justo en el comienzo de un torneo corto, donde cada victoria sirve para envalentonarse desde esos primeros esbozos.
Bajo los tres palos
Más allá de algunos problemas de falta de profundidad y de eficacia en el choque frente al ferroviario, Larriera exhibió grandes aciertos en su salida a escena oficial. Decisiones que tuvieron su correlato favorable dentro del campo de juego del estadio Alfredo Terrera. Y esos plenos se vieron desde al arco propio hasta el rival.
Uno de los principales es fue haber elegido a Ramiro Macagno para comenzar cuidando los tres palos leprosos en condición de titular. El guardameta logró transmitir seguridad desde atrás, siempre estuvo atento, y tuvo una intervención clave en la expiración misma del pleito que hubiera caído en una igualdad injusta. Esa acción le servirá para seguir sumando confianza y contagiarla a sus compañeros.
Esa apuesta del DT tuvo su correspondiente devolución dentro de la cancha, con intervenciones ejemplificadoras. Ese escenario es muy distinto a lo que vivió Newell’s en el ciclo anterior donde todo eran nervios y donde todo siempre merodeaba los errores fatales. Sin Lucas Hoyos (en el banco) y sin Guillermo Ortiz, esta versión nace más serena, sobre certezas, sobre recetas más simples, y no camina por una peligrosa cornisa de riesgos innecesarios.
Mejores refuerzos
A pesar de que solo llegaron tres refuerzos de manera oficial y Larriera avisó en la rueda de prensa tras el triunfo sobre Central Córdoba que está por llegar Juan Manuel Fedorco y que espera todavía un volante y un extremo más, con lo que fue llegando se conforma, pero quedó claro que ve carencias que hay que disimular con más incorporaciones. Más allá de eso, los tres que estuvieron en Santiago del Estero mostraron que todavía les falta rodaje y ritmo futbolístico, pero que están en condiciones de realizar aportes muy positivos.
Ever Banega lució la cita de capitán y evidenció que será el conductor de esa travesía rojinegra que representa buscar el protagonismo perdido. Arrancó muy bien los primeros 25 minutos y luego fue sintiendo el partido. Pero igual mostró pincelazos de su gran categoría, de su talento y de su visión de juego al servicio de la creación del equipo. Exhibió que la 10 en la espalda remarca su rol de organizador del once rojinegro.
En tanto, Franco Díaz expuso en cancha (esta vez actuó como único cinco por delante de la zaga central) que en esa posición y bajo las responsabilidades que implica ese puesto, no se lo nota superado por el contexto. En Santiago del Estero habló mucho con Gustavo Velázquez, sobre todo en el primer tiempo, y esas charlas lo ayudaron a seguir afianzándose de manera muy rápida en un equipo, en un club y con compañeros nuevos. Un grato hallazgo.
Por su parte, Juan Ignacio Ramírez solo jugó 30 minutos del segundo tiempo porque su habilitación formal arribó muy sobre la hora, y en ese tramo mezcló buenas y malas. De todas maneras, se ubicó en el área y mostró, al menos desde lo posicional, que ese es su hábitat natural. Newell’s espera mucho de su poder de gol y seguramente en los próximos pleitos se verá una presentación más cercana a todo lo que puede dar.
En esta temporada parece que Newell’s apostó mucho mejor, y mucho más fuerte, por los refuerzos, y que pueden cumplir papeles de enorme valía para las ambiciones propuestas en los comienzos de este proceso por el nuevo entrenador.
Con un pibe de la cantera
Al final del partido con Central Córdoba, Larriera vio que su Newell’s estaba más cerca de poder ganarlo y con los cambios logró activar a su equipo que había arrancado esa etapa sin los bríos iniciales.
Con los cambios que implementó logró darle más envión a un equipo que se iba en intenciones pero que no podía encontrar la llave para abrir el arco rival. Dentro del repertorio que utilizó Larriera estuvo el pibe Chiaverano, que mostró que los pibes de la cantera también tienen algo que aportar en esta nueva etapa.
Ubicado por derecha, no dio ninguna por perdida y se sumó a la corajeada final de Ian Glavinovich y se vistió con la capa de héroe ocasional para estampar el triunfo de arranque.
Para este Newell’s, el paso por Santiago del Estero es combustible espiritual para encarar lo que viene con más convicciones en la mochila. Para Larriera es un gesto de ratificación que se alimenta de tres puntos clave, basales, y debe aprovechar ese halo positivo que se desprende de las instancias de inicio para seguir sacando rédito a ese empuje favorable que encontró en su despegue.