Antes de empezar el partido, tras la foto de rigor de la formación titular, los jugadores leprosos saludaron a los hinchas y la respuesta automática fue una silbatina generalizada, sostenida con énfasis hacia el plantel. Incluso una bomba de estruendo cayó cerca de Lucas Hoyos cuando fue a tomar posición en el arco del Palomar. Allí, entonces, sobrevino un cántico unánime desde los cuatro costados: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Así fueron los instantes anteriores al pitazo inicial, con este clima de bronca y hostilidad del pueblo rojinegro. El peor contexto para jugar un partido, pero que no quedaba otra que dar la cara y sobreponerse a las críticas propias y a un rival de cuidado como Racing. Justamente los de Avellaneda, sin ser mucho más que Newell’s, lo ganaron con un gol de Roger Martínez. Y la Lepra hasta falló un penal increíble por parte del Colo Ramírez cerca del final. Todo es demasiado negro en el Parque.
Todo es problemático. Complejo. Cuesta arriba. Y aunque los jugadores leprosos dieron todo lo que pudieron, que otra vez fue poco, no alcanzó. Y la herida del clásico sigue abierta. Duele demasiado. Por esos los insultos y silbidos desde la previa hasta el final, a jugadores y directivos también. Otra noche negra y la solución futbolística no aparece.
A pesar de todo, la primera chance en el partido fue rojinegra. Centro venenoso de Lucas Besozzi desde la izquierda, tras un par de enganches, que cruzó toda el área. Y en el tiro de esquina posterior casi factura de cabeza el paraguayo Velázquez. Siempre con mucho nervio y poco juego. Piernas pesadas y presión a flor de piel. Y a los 20 minutos casi empeora todo. Porque tras el centro de Urzi cabeceó de arremetida forcejeando Roger Martínez y venció la estirada de Hoyos, pero el palo derecho salvó a Newell’s.
Fue un aviso. Porque parece que siempre se puede estar peor. A los 30 minutos, la Lepra dejó un hueco en el medio, el Pitbull Fernández quedó lejos y Roger Martínez recibió solo de frente al arco, tuvo tiempo de girar y sacó un tremendo latigazo desde 25 metros. Doblegó la resistencia de Hoyos. Gol y otro mazazo.
A Newell’s se le hizo todavía más cuesta arriba. No le salía nada. Sólo un cabezazo de Velázquez que tapó Arias. Muy poco. El equipo lucía atormentado ante la impotencia. La pelota pesaba mil kilos para los leprosos y Racing jugaba con esa tensión del local. La cancha era una caldera. Otra vez llegó la rechifla masiva cuando el árbitro Darío Herrera decretó el entretiempo y hubo insultos a los dirigentes.
Las apuestas del DT para esa etapa inicial no funcionaron. Brian Calderara fue flojo en el lateral, Matko Miljevic tuvo movilidad pero le faltó profundidad, fue movedizo Lucas Besozzi aunque lejos del arco y Giovani Chiaverano estuvo errático, incluso luego lo suplantó Panchito en el entretiempo.
En el complemento lo tuvo Urzi para liquidarlo, pero falló. Y un tiro seco de Fernández Cedrés salió cerca del primer palo. Newell’s, a pesar de todo, seguía mordiendo y luchando, pero estaba largo en sus líneas y todavía muy tenso. Buen centro de Schott y Panchito González conectó de cabeza, forzado, pero tapó Arias.
A los 70 minutos ingresó el pibe Mateo Silvetti por Juan Ignacio Méndez. El rojinegro, con vergüenza, empujaba con el resto de energía y escaso fútbol que le quedaba.
Y a los 77 minutos mano en el área de Solari, a instancias del VAR Herrera cobró penal y el Colo Ramírez tuvo todo para apagar el incendio, pero al contrario, le arrojó más nafta al fuego. Lo tiró a los nubes. Otra dolorosa derrota en el Parque.
Estaba muy claro que no era un partido más para Newell’s. El Coloso estaba espeso por el malestar que había generado especialmente la última derrota en el clásico, que llegó a mover los cimientos no sólo de la gestión futbolística del Gallego Méndez, sino que también cargó las tintas hacia la actual dirigencia.
En este trasfondo enrarecido se jugó el duelo ante los de Avellaneda. Con un público fastidioso y ávido de reacción de parte de los jugadores. Por ello el Gallego hizo cirugía en el once inicial, entre bajas obligadas y de orden táctico y emocional. Marginó al arquero Ramiro Macagno, no pudo utilizar al expulsado y resistido Ángelo Martino, tampoco estuvo disponible Ever Banega por lesión y, además, decidió proteger de la reprobación de los hinchas a Francisco González. Justo Panchito entró tras el entretiempo por Chiaverano y lo silbaron muchísimo.
Ahora el miércoles la Lepra tiene una final ante Central Córdoba de Santiago del Estero, en San Nicolás, por los octavos de final de la Copa Argentina. Allí fallar sería muy probablemente el fin de otro ciclo futbolístico, pero conseguir el pase lo dejaría con una llave muy apetecible ante Temperley en los cuartos de final y un sueño grande al alcance de la mano. Igual, hoy todo parece negro en el Parque.
Embed - RACING DERROTÓ a NEWELL'S que ERRÓ un PENAL sobre el final | #Newell's 0-1 #Racing | Resumen