El partido estaba condenado al empate. No había ningún atisbo de algo que pudiera romper semejante monotonía entre dos equipos con más sombras que luces. Una jugada de riesgo era casi una quimera en la intemperie futbolística. Newell’s esperaba y Boca avanzaba. Y ambos chocaban contra sus limitaciones. Hasta que apareció una jugada de pelota parada por una infracción de Capasso. Ejecutó con precisión quirúrgica Edwin Cardona y entró al área Carlos Izquierdoz para quebrar el aburrimiento y la igualdad. Con poco, con lo justo y necesario, pero con mayor determinación a empujar las limitaciones, el equipo de Russo desnudó la endeblez del conjunto de Kudelka.
Newell’s disputó dos y perdió dos. Sin rendimiento ni osadía. Sin juego ni dinámica. Sin acción ni reacción. Entonces las derrotas son las lógicas consecuencias de lo exhibido en el campo.
Demasiada ventaja para un rival como Boca, que pese a su presente de confusión, cuenta con individualidades que cuando articulan son decisivas, como ocurrió en el gol y en otro ataque en el que Villa pudo convertir el segundo pero Aguerre lo tapó.
Las necesidades de los equipos quedaron expuestas en el derrotero del partido. Uno no podía y el otro no sabía. Y en ese contexto la impotencia y la carencia jugaban a las escondidas con poco éxito, ya que ambas quedaban expuestas en un trámite anodino, sin luces ni ideas.
Sólo las combinaciones colombianas entre Fabbra, Villa y Cardona le ponían algún atractivo a la noche. Pero demasiado poco para justificar tanta expectativa.
El primer tiempo concluía con apenas un remate de Cardona que se fue rozando el ángulo superior derecho del arco de Aguerre, y dos contenciones aisladas del arquero rojinegro a sendos remates de Villa. Por el lado de Newell’s, alguna aproximación tímida a Andrada y nada más.
Boca tenía la pelota, pero sin volantes que rompan ni delanteros que profundicen era la intrascendencia monótona de lateralizaciones previsibles sin sorpresa ni ruptura de líneas.
Newell’s contenía, marcaba y hasta ahí la consigna sólo se reducía a evitar que Boca desequilibre. La estrategia ofensiva sólo eran pelotazos a las espaldas de los laterales xeneizes, demasiado poco como planteo.
En ese contexto el equipo de Kudelka perdió a Bíttolo, quien hizo un movimiento y sufrió un accidente que repercutió en una de las rodillas, por lo que debió ser reemplazado por Orihuela.
En el arranque del complemento una maniobra de Formica le permitió desairar a Izquierdoz y quedar mano a mano con Andrada, pero el remate fue a las manos del arquero. Y después, sobre la hora, Nacho Scocco tuvo el suyo pero también ganó el guardavalla rojinegro.
Pero fue lo único de Newell’s. Poco y nada. Nada. Y Boca se fue con una victoria por la que tuvo que luchar más contra Boca que contra Newell’s.