Ricardo Lunari modificó el equipo, antes y durante el partido, con poco rédito. Ni de funcionamiento y menos de resultado, con una igualdad que no le sirve de nada para pretender clasificar a la Sudamericana. Hubo futbolistas que no le respondieron, aunque también adoptó decisiones que se demoraron o que no fueron las adecuadas.
El entrenador mantuvo el 4-4-2, más allá de las cuatro variantes en el equipo titular. La entrada de Fernando Cardozo, por el Colo Ramírez, de volante derecho liberó a Mateo Silvetti para jugar arriba. Un acierto. No así el nivel de Cardozo.
Tampoco fue rendidor Augusto Schott, reemplazante de Armando Méndez. Flojo con la pelota, también en defensa.
Rodrigo Fernández Cedrés, en cambio, que jugó por Altamirano fue sólido en el medio. Jugó con personalidad. La pidió. Tocó. Y puso enjundia.
Cambió dos veces el tres en Newell's
A Calderara, que jugó en último momento por Martino, no se lo puede evaluar. Salió al minuto. Y Vangioni, que lo sustituyó, tuvo un andar correcto, siendo interesante por momentos cuando se proyectó, sin lucirse.
La mano del entrenador no tuvo la misma firmeza con Newell’s retrocediendo considerablemente en el juego. Es que más allá de que no le resultó beneficioso meter a Jaime por Cardozo tras el entretiempo, tardó en apelar a los jugadores del banco para darle otra fortaleza al equipo.
Recién para el último cuarto de hora puso a Chiaverano por Silvetti y Juárez por Juanchón García, pasando a jugar con tres puntas. Y más tarde, metió a Valentino Acuña por un exhausto Miljevic.
Lunari tardó para buscar una reacción con los suplentes. Y tampoco la encontró cuando lo hizo. Que haya dejado en el banco al Colo Ramírez es una señal fuerte, siendo que existía la necesidad de ganar. No entró ni un minuto.