Miguel Angel Russo tiene un currículum admirable y anécdotas de vida que bien podrían ser series de Netflix, pero él prefiere el perfil bajo. Éste 9º dan internacional de 75 años fue profesor y entrenador de muchos de los olímpicos rosarinos que representaron a nuestro país, como Gastón García, Miguel Albarracín, Edgardo Antinori y Sebastián Alquati, por ejemplo. El judo es su pasión, deporte al que está vinculado hace 64 años. En ese lapso compitió, enseñó, fue árbitro, dio un sinfín de cursos y ocupó diferentes cargos a nivel dirigencial: es ex director nacional de Educación y miembro del Consejo de Maestros de la Federación de Judo Santafesina y de la Confederación Argentina de Judo, entre otros. Hoy sigue despuntando el vicio como profesor en Atlantic Sportsmen.
Miguel comenzó a practicar judo en 1958. Había tenido meningitis y de la cintura para abajo no podía mover las piernas. Estuvo internado tres meses hasta que un médico le recomendó a los padres que haga algún deporte. Obligado por las circunstancias empezó judo en Náutico bajo la supervisión de Osvaldo Sarantonello. Allí compitió durante 27 años con 60 kilos en una única categoría y como el recordó “lo que tocaba, tocaba”. Salvo alguna lesión que lo marginó por algún tiempo siempre estuvo al pie del cañón.
Ciudadano Ilustre de Rosario, su amor por el judo hizo, por ejemplo, que antes de que comenzaran los últimos Juegos Suramericanos de la Juventud, él junto a su mujer y algunos colaboradores colocaran el tatami para la competencia, algo que no le correspondía pero que ante el requerimiento de las delegaciones extranjeras puso manos a la obra.
Pocos conocen el paño como lo conoce él, por eso es una referencia obligada a la hora de hablar del judo.
¿Cómo ves la competencia que tiene Argentina a nivel internacional?
Estamos luchando practicantes contra profesionales. En otros países entrenan en dos o tres turnos por día, que es lo que es un entrenamiento genérico para un atleta de alta competencia pero en nuestros chicos no pueden entrenar a ese nivel por distintas causas, sociales, económicas, o las que sean y porque tampoco tienen roce internacional que tendría que tener para tener nivel. Los que salen son estrellas, que nacieron así. Siempre hay alguno que descolla sin tener todo lo que tienen atletas de otros países y sin embargo ganan. El mejor ejemplo es Paula Pareto. Lo que hay es mucho corazón y profesores con ganas de trabajar. Nosotros, los profes más viejos, tratamos de darle la experiencia a los más jóvenes, muchas veces encontramos eco y en otras no.
¿El judo cambió mucho?
Sí. Van cambiando las reglas porque el deporte se va adaptando a las “triquiñuelas” que hacen los competidores. Cambian el arbitraje para que no lo hagan más y hacen otras.
¿Ese tipo de cambio de reglas tienen que ver con el aspecto técnico o con el cuidado físico?
Ambas. En una época Japón tenía una supremacía en la que en siete u ocho categorías se llevaba siete u ocho oros. Después cuando entraron los rusos y los mongoles metieron muchos agarres de piernas y empezaron a ganarles categorías a los japoneses porque en judo hay poco agarres de piernas pero estaban permitidos. Entonces cambió el reglamento y sancionan los agarres de piernas. Es como que sacan una herramienta y ahora, estando parado, del cinturón para abajo no lo podés tocar, pero sí cuando están en el suelo. Antes, por ejemplo, las caídas de sentado y codo no se puntuaban y ahora sí, y se sanciona al atleta que cae con el codo. También el reglamento se va modificando para minimizar las lesiones, atendiendo a cómo van modificando los competidores las técnicas de derribo.
¿Cuánta gente practica judo en Rosario?
En la Federación Santafesina deben estar practicando hoy por hoy aproximadamente entre dos mil y tres mil personas.
¿Y en qué nivel está?
Después de la pandemia bajamos un montón. Muchos dejaron de practicar y costó traerlos. En Atlantic, por ejemplo, tuvimos la suerte de que hicimos judo por zoom y así les fuimos dando herramientas y los chicos practicaban en sus casas..., Hicimos hasta torneos de habilidades deportivas relacionadas con el judo.
La pandemia pegó
Y pegó duro. En ese tiempo hice torneos, cursos internacionales de defensa personal femenina, avalado y certificada por la Confederación Sudamericana. Ese curso lo hacíamos en Atlantic Sportsmen y tenía gente de Colombia, Chile, Uruguay y Paraguay, entre otros países.
¿Y dónde se hace foco?
En la prevención, es fundamental, porque ayuda en el 90% de los casos a la eliminación de la agresión. Por eso lo ideal es no ir a lugares que no corresponden ni tomar bebidas invitados por gente que no se conoce, por ejemplo. A eso le sumamos la parte física, el cuerpo a cuerpo, la distancia. En una agresión, en el 99% de las veces, el que agrede a una mujer no la boxea, la agarra, la aprieta, la tira al piso... es contacto y es lo que nosotros enseñamos a contrarrestar. Y da resultados.