Pensar que en la última conferencia de prensa que dio allá por el 2022, hasta llegó a molestarse por una pregunta sobre si realmente era una decisión definitiva. Entonces, Marco Ruben no tenía ninguna duda. No solo dejaba Central, sino también el fútbol.
Ruben había amagado cuando la pandemia le cambió la vida a la humanidad y lo concretó el 7 de mayo de ese año. Pero, dos años y pico después, con 37, está de regreso para seguir escribiendo la historia. La que dice que ante Lanús agrandó su récord como máximo artillero del profesionalismo canalla, para alcanzar los 106 gritos y acercarse a los 130 que sueña.
Y hay muchas similitudes, de aquel anterior grito a este. Varias cosas que se repitieron, como también en la comparación a cuando volvió a Central para lo que parecía el final de su carrera, para iniciar el derrotero del 2015 junto a Coudet en aquel increíble equipo que mereció una coronación.
Es que aquel 21 de febrero de 2015, Ruben no solo volvía a ponerse la camiseta auriazul en el Gigante (lo había hecho una semana anterior, en el triunfo 1 a 0 ante Racing en Avellaneda), sino que convertía el gol del triunfo sobre Tigre por 2 a 1. Y lo hizo en el minuto 102 con 31 segundos, el más tardío que se haya marcado en toda la historia de Central.
Marco Ruben, siempre en el mismo arco
¿Otra casualidad? Marco lo hizo en el mismo arco, el de Genóva, de derecha, tras recibir un taco exquisito de Franco Niell. Entonces, Ovación dijo que ese grito, el primero suyo de su retorno al Gigante, tapó un mal partido del equipo del Chacho. Como ahora con el de Russo.
Y cuando parecía cerrar decididamente el ciclo de futbolista, en el 3 a 1 a Estudiantes, Ruben clausuró el marcador en el mismo arco, tras recibir la asistencia de Walter Montoya desde la derecha y tomarse un tiempo más para definir de zurda.
Como de zurda fue esta conquista que levantó a un Gigante que ya mostraba inconformismo y también, como aquel ante Estudiantes, frente a un equipo comandado por el Ruso Zielinski.
Ruben nunca se desenfocó pese a las emociones que lo invadieron, antes, durante y después del partido. Cuando más saludó fue cuando se dirigía al banco de suplentes al iniciar el partido, porque el calentamiento lo hizo con máxima concentración. Lo mismo cuando escuchó los últimos consejos de Miguel Ángel Russo, cuando lo mandó a la cancha a mitad del segundo tiempo.
Después sí, llegó la explosión en un festejo calcado a ese último ante Estudiantes, menos en el hecho de que en aquella ocasión se subió al cartel de publicidad y abajo lo sostenía Alejo Veliz. El mismo que supo disimular su ausencia luego y estuvo anoche en el Gigante para volver a ver a su ídolo.
Y apenas finalizado el partido era lógico que la TV que tiene los derechos de transmisión lo buscara, o que se presentara a la conferencia de prensa, o que fuera habilitado para hablar en zona mixta.
Pero nada de eso pasó, sino que ese lugar protagónico se lo dejó al 9 que en otra circunstancia hubiera acaparado todos los flashes, Enzo Copetti. Fue el otro centrodelantero debutante el que se expresó. Una muestra que, se intuye, corresponde a no perder el norte de que su último regreso va en serio, que no lo marearán las luces y seguirá intentando hacer lo que más sabe, por el bien de Central.