Central es el nombre en cuestión, pero los condimentos son otros. El mal momento del primer equipo y las incógnitas que eso genera nada tienen que ver con lo que ocurrirá esta noche en el Gigante de Arroyito, donde el canalla intentará esbozar una sonrisa. Si hasta los protagonistas no tienen prácticamente nada que ver. Lo de hoy no tendrá refuerzos ni jugadores consagrados bajo la lupa. Nada de eso. Hoy serán los pibes los que irán por la última estación que les resta atravesar para quedarse con el título en la Copa Santa Fe. Y nadie mejor que ellos, juntos al técnico Leonardo Fernández, para dar un paso más en firme que les permita coronar el excelente torneo que hasta aquí hicieron. Independientemente del resultado que obtengan, el reconocimiento de parte de los hinchas ya lo tendrán, pero esta reserva ganadora del canalla a esta altura ya se hizo largamente merecedora de elogios. Quizá también del título, aunque ello esté íntimamente relacionado con los avatares del juego. Un empate le alcanzará a Central para dar la vuelta olímpica después del triunfo por 1 a 0 obtenido hace un par de semanas ante Atlético de Rafaela, en la Perla del Oeste.
El plantel entero de este equipo de reserva no se detiene en el detalle si se trata de un título oficial o no. Nada más lejos de lo que los atañe. En realidad no cuenta mucho la cabida que alguien pueda darle a esta competencia a la que Central sólo decidió apostar con un equipo totalmente alternativo. En esta edición y en la pasada.
Para estos juveniles y su entrenador la cosa anida en lo deportivo, pero básicamente en todos aquellos puntos que se conectan con el orgullo. Porque el énfasis, las ganas y el compromiso que le pusieron a cada partido, cualquiera sea la jerarquía del rival, estuvieron siempre por encima de todo. Incluso de aquellas chances que algunos sentían que podían jugarse para entrar en la consideración de Paolo Montero. Idéntica situación pasaron quienes actuaron en la edición de 2016, cuando el Chacho Coudet estaba al frente del primer equipo.
Encima, la final que estos jugadores pueden cerrar con una vuelta olímpica llega en un momento particular del club, donde las miradas están claramente direccionadas a lo que ocurra el próximo lunes en Córdoba, donde el primer equipo se jugará el pase a semifinales de la Copa Argentina, pero donde también estará en juego la continuidad de Montero.
Por eso lo de esta noche es una especie de oasis en la vida canalla. Y que esta final no altere el ritmo cardíaco como sí puede hacerlo un partido cualquiera de primera división no es algo que vaya en contra del deseo de quienes hoy sienten que lo más importante por estos días los tiene como protagonistas.
Con la cuota de tranquilidad que aportó el resultado en el partido de ida, el escudo de Central es el que surcará el camino en estos últimos 90 minutos de una Copa Santa Fe en la que los más chicos asumieron la responsabilidad que les tiraron, pero de la que disfrutaron y con la que se comprometieron. Para este grupo de pibes hoy puede ser un gran día. Y van por ese premio grande.