El ciclo del Gallego Méndez al frente del primer equipo de Newell's ya estaba terminado desde hace rato. Porque su suerte estaba echada luego de perder el clásico y de la eliminación en Copa Argentina ante los santiagueños.
La suerte del Gallego Méndez en Newell's estaba echada luego de perder el clásico y con la eliminación en Copa Argentina ante los santiagueños
Por Lucas Vitantonio
El ciclo del Gallego Méndez al frente del primer equipo de Newell's ya estaba terminado desde hace rato. Porque su suerte estaba echada luego de perder el clásico y de la eliminación en Copa Argentina ante los santiagueños.
Los hinchas y hasta gran parte de la dirigencia ya le habían bajado el pulgar, pero el DT resistía porque nadie lo acompañaba hasta la puerta de salida. Incluso el responsable de su llegada, el por entonces director deportivo Ariel Michaloutsos, había sido eyectado del cargo y la lógica era que siguiera sus pasos el entrenador.
Pero no fue así. Newell’s forzó los plazos, estiró los tiempos de manera inexplicable y el papelón de La Paternal en la noche del domingo ante Argentinos fue la crónica de un final de gestión anunciado.
El fútbol de Newell’s tocó fondo. Todo lo que hizo el Gallego estuvo mal porque jamás armó un equipo que tuviera una identidad de juego. Y por ello la seguidilla de fracasos en los resultados (nueve partidos sin ganar) y la alarmante sequía goleadora, a tres minutos de ser récord en el club Parque.
Sin dudas la derrota en el clásico colmó la paciencia de los hinchas de un equipo que jamás contagió nada, que nunca esbozó una mínima muestra de ser competitivo, que casi siempre estuvo tirado en la cancha y con jugadores con un bajísimo nivel individual en su totalidad. Un combo desastroso que no podía terminar bien.
Claro que Méndez es uno de los principales responsables del triste momento rojinegro, pero no es el único. Ahora serán los dirigentes junto al flamante asesor deportivo, Rubén Capria, los encargados de asumir el costo del raquítico presente y marcar los pasos a seguir para el renacer del fútbol leproso.
Newell’s de esta manera tiró por la borda el receso por las eliminatorias, donde había dos semanas para trabajar, y dejó al equipo en piloto automático. La apuesta no salió bien, desde el juego se vio más de lo mismo o, mejor dicho, peor de lo mismo, y tuvo que aparecer la caída ante Argentinos para visibilizar definitivamente que el ciclo de Méndez era cosa juzgada.
También deberán hacer una fuerte autocrítica los jugadores, muchos, en especial más los experimentados, muy por debajo de su nivel y a contramano de ser revulsivos para salir adelante.
A la Liga Profesional le quedan 13 fechas hasta el final y Newell’s no las puede tirar a la basura. Se impone la llegada de un DT, de la casa o no, que esté a la altura de dirigir a un equipo que puede ganar o perder, ser más o menos vistoso, pero que debe tener una idea clara y luchar hasta el final entregando todo por el objetivo común. Eso hoy no pasa. Y allí estuvo y está el principal problema.