Unos toques de jerarquía fueron la distancia entre Newell’s y Sportivo Peñarol de San Juan. La mayor categoría resultó suficiente para que la lepra supere con éxito el debut en la Copa Argentina. De la clase de Pablo Pérez para el gol de Sebastián Palacios y del desnivel establecido en el cierre frente a un conjunto del Federal A que se sostenía con dificultades, el equipo de Kudelka pasó a los 16vos de final, con una actuación con más sombras que luces. Ahora, en la próxima etapa se cruzará con Sarmiento de Junín.
La tendencia desde el principio fue clara. Newell’s ejerció el control de la pelota y se posicionó en campo adversario ante un rival preocupado por no dejar espacios hacia atrás y extremar al mínimo los errores. Si el veterano arquero Biasotti (46 años, el más longevo del fútbol argentino) no tuvo casi intervenciones fue por las dificultades de la lepra para ingresar al área sanjuanina. Siempre le faltó el último pase, siempre perdió en los intentos individuales.
Cada avance del conjunto rojinegro fue anunciado, facilitando la tarea de Peñarol que lo esperaba agazapado. Pablo Pérez estaba impreciso y no tenía un socio. Formica no se le acoplaba. Los extremos Alexis Rodríguez y Palacios no pesaban. Newell’s no encontraba el camino y se repitió con la apertura para las proyecciones de Gabrielli, que terminaban en centros sin que nadie los capitalice.
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La diferencia que estableció Newell’s fue una cuestión de jerarquía. Estuvo en la clase de Pérez para meter un pase medido desde tres cuartos de cancha al área de Peñarol. Cacciabue la bajó y Palacios la mandó al fondo. En una jugada quedó en evidencia la categoría de uno y otro equipo.
A esa altura del partido, 39 minutos, Peñarol estaba desgastado físicamente. No podía sostener el ritmo, si bien Newell’s nunca lo apabulló ni ejerció un dominio abrumador en la primera etapa. Lejos había quedado el equipo sanjuanino de los primeros instantes en los que se había arrimado, un poco y con poco, dejado en evidencia la inestabilidad de Guanini.
Pero la mayor participación de Palacios, el mejor roinegro, le dio otro vuelo a la ofensiva rojinegra en los últimos 45’. El autor del primer gol tuvo mayor movilidad y encaró con decisión varias veces. Pero a Newell’s le siguió costando inquietar a Biasotti, que excepto en un buen remate de Pérez de afuera del área en la primera parte, no fue exigido. En buena medida, la ausencia de un centrodelantero conspiró con las pretensiones de Newell’s.
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Con el gol de Palacios, Newell's abrió el camino a la victoria.
Héctor Rio / La Capital
El desarrollo siguió favorable al conjunto de Kudelka, eso nunca se alteró, con las mismas dificultades para causar peligro. La pelota que estrelló Palacios en el travesaño, arrojándose para conectar una pelota desde un ángulo cerrado, fue una acción tan curiosa como aislada. Pero el dominio sin profundidad siempre se mantuvo.
Peñarol se sostenía como podía y Macagno veía a sus rivales desde lejos. Apenas unos centros al área fueron las aproximaciones sanjuaninas, pero sin peso para inquietar. Entonces, para liquidar un trámite que le pertenecía y no sufrir alguna sorpresa en ese tipo de envíos, Kudelka mandó a la cancha a Enzo Cabrera por Alexis Rodríguez y un rato después a Maxi Rodríguez por Formica. Y le dio resultado.
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Pese a que el juego de Newell’s continuó en deuda, los dos ingresados darían la estocada final. Tuvieron la colaboración fundamental de Palacios que desniveló en base a la gambeta. Maxi esperó el momento exacto y se la dejó a Cabrera solo en el área, para que enfrente a Biasotti y lo someta con un tiro abajo.
En tiempo adicional entonces, Newell’s despejaba cualquier fantasma y daba el primer paso de una copa que siempre le resultó esquiva. Valió el resultado como diría luego el propio Kudelka. En el juego, quedó por supuesto mucho por mejorar.